31| Luke

133 11 0
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


—No siento el corazón seguro es taquicardia —me dice, desde el asiento de copiloto. 

—Si te mueres ahora habrás perdido la oportunidad de ver a Taylor —respondo. 

Se lo piensa un poco, la observo por el rabillo del ojo. 

—Tienes razón, la taquicardia puede esperar un poco. 

—¡Oh, mira, mira! ¡Hemos llegado! —apunta Sophie distrayéndonos. 

Por la ventana la vista nos da la bienvenida. El mar azul y la arena, las gaviotas, la noria gigante cerca del muelle y la cantidad de gente disfrutando de sus últimos días de veraneo. 

—Las playas se ven preciosas  —Añade Zoey, mientras gira un poco la cabeza para observar cómo Sophie saca fotos. 

—Tenemos tiempo de un recorrido antes de ir al muelle —acota Sam —El concierto empieza a las seis. 

—Es demasiado mágico para ser realidad. No me lo merezco. 

—Te mereces mucho más, Zoey —recuerdo la conversación en las Vegas — Y no lo digo solo porque te tenga aprecio.

—¿Aprecio?

Repite, arrugando la nariz. 

—Que te quiere  —intercepta Sam. 

Enseguida me arrepiento. 

—Yo no he dicho eso —frunzo el ceño. 

—Yo creo que sí —gira la cabeza —Sophie, ¿verdad que lo dijo?

—Yo prefiero no meterme. 

—No lo he dicho —insisto. 

—¡Que sí!

—Que no. 

Zoey sonríe. 

—Yo también te quiero, pesado. 

Me guiña un ojo, juguetona. Entrecierro los ojos antes de blanquearlos.

Estacionamos en un parking habilitado para furgonetas. Santa Mónica es un mar de gente junto con sus playas y sus centros turísticos. Sophie y Zoey no dejan de parlotear en ningún momento, ni cuando visitamos la playa, almorzamos en un restaurante mexicano o volvemos a la furgo para asearnos y prepararnos para el concierto. 

Me visto de la forma más sencilla que puedo, con un short azul y una camiseta amarilla. Cuando veo salir a la otra conductora del baño, ella lleva la misma camiseta y unos leggins celestes. Sam se burla de nosotros, pero se han tardado tanto con Sophie en arreglarse que no da tiempo a cambiar de vestuario, así que salimos rumbo al muelle. 

Como las entradas habían sido algo de último minuto, elchico de Missouri, Malloy, había hecho todo lo posible para encontrar cuatro que todavía estuvieran disponibles, lo mejor que había podido hacer era encontrar dos en los asiento 14 y 15 y dos más en los 26 y 27, les habíamos cedido a la nueva pareja, que ya no se escondía, los primeros. 

Dos veces hasta prontoWhere stories live. Discover now