30| Zoey

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Me duele la mano

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Me duele la mano. 

Diablos, en verdad me duele la mano y tengo los dedos cansados. 

Dejo caer el bolígrafo mientras abro y cierro las palmas para aliviar la zona adolorida. Si mis dedos hablaran dirían "Por favor, ya basta. Es tu cumpleaños, no te sobre exijas tanto " pero el resultado valdrá la pena. Pese a que necesite más tiempo para corregir detalles y que el resultado quede más cercano a lo que pretendo, el capítulo va quedando como quiero, y cuando leo el último párrafo, quedo contenta. Muy contenta. 

Valió la pena pasar toda la mañana trabajando en ello. 

—Hemos llegado, Zoey —advierte Sophie pocos minutos después de que se aparque la furgoneta. 

Por la ventanilla izquierda, observo como Sam y Luke sacan las sillas y la mesa desarmable de la parte trasera de la furgoneta. 

—Bajo en un momento para ayudar —contesto, ordeno las páginas y las guardo en mi mochila.

—No te olvides del traje de baño. 

Me percato de que ella ya tiene el suyo puesto, una bonito de una pieza color lila que combina con un short holgado negro. 

La mañana había sido festiva y cargada de alegría. Sophie nos había despertado con muffins (de gasolinera) y el feliz cumpleaños. Cuando tomé mi celular ya tenía mensajes pendientes de mi madre y de mi padre. Contesté a ambos, y entre el barullo y la música alta, logré exprimir cada gota de escritura creativa. 

Loa 20 han comenzado bien. 

Voy al baño a cambiarme la ropa por el traje de baño amarillo y cuando salgo descalza, encuentro a Luke cargando con botineras. 

Lleva shorts negros de baño y camiseta blanca, me muero de ganas de verle la espalda porque creo que tengo una obsesión con esa parte de su anatomía. Trago saliva, mientras noto que el pulso se me acelera. ¿En qué diablos estoy pensando?

—¿Has visto mis zapatillas? —pregunto entonces al no encontrarlas en mi mochila. 

—¿Las violetas con pines de frutillas? —cuestiona y asiento —Debajo del compartimiento del asiento delantero. 

Guio mis ojos hasta esa dirección. Las encuentro, pero él está más cerca. 

—¿Me las alcanzas?

Se inclina para tomarlas y cuando las tiene delante, las examina antes de devolvérmelas. 

—Que pie pequeño tienes —busca fastidiar con algo —. Parece de troll.

—No tiene gracia. 

Intento quitarle al menos una. 

—O de princesa.

 Las alza, impidiéndome llegar a su altura. 

—Dame mi zapatilla —exijo —No soy la puta cenicienta. 

Dos veces hasta prontoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum