23| Luke

150 13 1
                                    

Quedan al menos unas ocho horas para llegar a las Vegas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Quedan al menos unas ocho horas para llegar a las Vegas. Y si Filmore pone de su parte y me deja pisar su acelerador sin que los motores se destartalen, llegaremos para la tarde-noche. 

—Debí haber apostado tijera. —farfulla Sam ocupando el asiento de copiloto. 

—Siempre apuestas tijera. 

—Y siempre gano. No sé porque quise apostar piedra. 

Para decidir que dupla dormía y que otra se pasaba la noche conduciendo, habíamos jugado piedra, papel o tijera entre conductores y copilotos. Zoey me ganó al primer intento con tijera, mientras que Sam y Sophie habían estado mano a mano con empates hasta que finalmente Sophie hizo su jugada maestra; papel sobre tijera. 

—De todas formas, Sophie merecía descansar. Es ella la que nos consiguió habitaciones en un hotel cuatro estrellas y ahora consiguió otro a bajo precio en las Vegas. —añade —Además, nos cocina. 

—¿Vas a seguir poniendo excusas o vas a aceptar que le dejaste ganar porque te gusta? 

—Yo no pongo excusas —Desvía la mirada y se sonroja—. No tengo problemas para aceptar cuando una chica me gusta. 

—¿Y te gusta?

Pone sus manos en su nuca, pensándolo. 

—No lo sé. 

Blanqueo los ojos. Él se percata de esto y añade: 

—Vale, sí. Si me gusta. Es grandiosa, divertida, es fanática de los Lakers como yo e insulta a los Boston cuando ganan un partido. Es perfecta. 

—Seguro que sí. Me alegra que te guste —admito mirando al frente—. No te había gustado nadie desde que éramos pequeños. 

—Claro que no —se encoge de hombros —. Si el instituto salí con Clarisa Jefferson, la vicepresidenta y una chica de penúltimo año cuando nosotros estamos en tercero, Piper, a ti te caía fatal, recuerdo. 

—Gustado de verdad —corrijo —Y no me caía fatal. Era peor que eso. 

Y más que nada porque se pasaba todos los almuerzos quejándose de que nadie comiera ensalada para cuidarse como ella. 

—¿Y quién me ha gustado de verdad, según tú?—inquiere. 

—Zoey te gustaba cuando teníamos once. Por eso la incluiste a nuestra dupla. 

—¿Todavía recuerdas como la conocimos? —pregunta. Copio su gesto. Su cabeza está casi inclinada hacia mí en plena confidencia.

—La vez del balón. 

—No, esa no. Cuando la sumaron a nuestra salón. 

—Se sentó delante de nosotros el primer día —hago memoria. 

Dos veces hasta prontoWhere stories live. Discover now