26| Zoey II

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El lugar se llama VooDoo Lounge, las doce letras del nombre centellan en un verde neón contrastante en la entrada

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El lugar se llama VooDoo Lounge, las doce letras del nombre centellan en un verde neón contrastante en la entrada. En el interior el halo de luz no difiere mucho de ese tono verdoso, varios focos fluorescentes y reflectores iluminan el espacio, dando la claridad suficiente para ver a las personas a unos metros a la redonda.

Nada más cruzar la puerta el calor me da de lleno en el rostro. Jadeo, en busca de algo de aire, y me abro paso entre la multitud como puedo junto a Sophie, estoy acostumbrada a caminar entre mucha gente porque suele haber aglomeraciones en la universidad, pero aun así no puedo negar que la situación me agobia. Toda la atmosfera, en realidad, hace que se me revuelva el estómago de la ansiedad.

No tengo ni la menor idea de si mi reacción es normal, ilógica o simplemente ridícula, pero me entra un miedo y un sofoco profundo cuando ya estamos completamente dentro del local.

—¿A que está genial? — exclama Sophie en mi dirección. 

—No sé si sea mi tipo. 

Observo como la gente se amontona en una esquina en particular y empujan. 

—¡No seas aguafiestas! —me sacude divertida —Ven, vamos a ver que están dando por allá. 

Hasta ahí nos dirigimos, una canción hispana empieza a sonar con tanta fuerza por los altavoces que me duelen los oídos cuando nos ponemos en la fila. En esta perdemos al menos unos siete minutos hasta llegar primeras, y al llegar lo que tenemos en frente es un perchero gigante, de al menos unos cinco metros de largo, con un montón de trajes y disfraces de distintas temáticas y tamaños. 

—Es una fiesta temática —Se alegra Sophie, esquiva un par de codazos de otras personas mientras se dispone a hurgar el colgador. 

Saca unas alas verdes llena de brillantina y una varita mágica. 

—Este combina con tu vestido —me lo extiende. Y se interesa por otro después — ¡Mira esto, yo siempre quise probarme una de estas faldas hawaianas! 

Termino de ponerme el traje. Las alas, además de venir con una varita, vienen con un vestido verde manzana que como es holgado y corto, perfectamente puedo colocármelo sobre el mío básico. 

—Me veo ridícula. 

—Te ves adorable. Y sexy —advierte —. Eres una hadita sexy. ¡Y no se visitan Las Vegas todos los días así que vamos a disfrutarlo! 

Y resulta ser convincente cuando se lo propone. Porque aunque guste o no, tiene razón. No voy a volver a Las Vegas en un futuro cercano, tampoco voy a volver a ver esta gente. Y no voy a dejar que un recuerdo amargo me impida ser valiente y enfrentar las memorias del pasado. 

La fiesta está en pleno apogeo para el momento en que nos deslizamos entre las personas de coloridos y diversos disfraces hacia el interior de la sala. Un  Hulk platica animadamente con un duende, calaveras bailan con brujitas, diablas y una que otra monja; veo animadoras sonriéndole a los piratas de la entrada y a un sacerdote que reparte tragos con alcohol a un par de Gladiadores romanos. Mario Bross toma lo que parece ser un shot con caperucita roja y buzz lightyear posa para una selfie con un minion.

Dos veces hasta prontoWhere stories live. Discover now