10| Zoey

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—No tenemos gato —da la mala noticia Sam, desde la cajuela

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—No tenemos gato —da la mala noticia Sam, desde la cajuela. 

—¿No te ibas a encargar de traer uno antes de la salida? —le farfulla el oji-azul. 

—Y lo busqué, pero al final terminé encontrado una radio a mitad de precio y lo olvidé. 

—Pues ahí tienes tu radio rota. A ver si te entretienes con ella hasta que lleguen los del servicio técnico. 

—Llamo pero salta la contestadora. Ya se terminó su horario de trabajo —inquiero, angustiada—Seguramente tengamos que esperar hasta primera hora de la mañana para llamarlos de nuevo. 

—Miren el lado bueno, tenemos emparedados, sillas y un par de latas frías en el frigobar. ¿Qué más podríamos pedir? No es que tengamos prisa. 

El optimismo de Sophie intenta remediarlo. 

Lo que dice es una verdad a medias. Que no tengamos prisa es relativo. No tenemos idea de cuánto tiempo nos llevará instalarnos en la parcela del camping para tener luz y agua mañana por la mañana. Pero primero para pensar en eso...tenemos que llegar. El GPS marca que estamos a mitad de camino en la carretera 12 de Ohio, nos quedan, a ojo, más de siete horas para llegar. Pero nosotros estamos tirados en medio de una cartera desolada a punto de que se haga la noche. Sin wifi, sin linternas, sin un lugar para descansar, salvo un sofá cama viejo que quien sabe de qué habrá sido testigo y cómplice. 

Las manchas blancas en los cojines perturba cualquier idea inocente que mi mente pueda imaginar. 

—¿Hippies dices que montaban antes esta furgoneta? —pregunto. 

—De esos ambientalistas que estaban en contra de quedarse en hoteles y bañarse más de dos días—contesta Luke—Yo no te garantizo estar libre de garrapatas y piojos en la mañana si duermes en esa cosa. 

—Vamos a dormir aquí afuera —se aventura a decir Sophie —Mañana por la mañana esperamos a que lleguen los de servicio técnico y luego paramos en alguna gasolinera para comprar un gato y productos de aseo. 

—Genial, dormir a la intemperie. El que despierte mañana y haya sobrevivido a los coyotes de carretera, gana. —la voz de Luke se tiñe de su sarcasmo habitual. 

—Lo haces ver muy mal. ¿Qué hay mejor que una noche bajo las estrellas? —cuestiona Sam. 

—Una noche en un hotel. 

—Con servicio a la habitación. —acota Sophie. 

—Y con aire acondicionado. —añado yo. 

Sam resopla, con el entusiasmo bajo. 

—Bueno, como sea. Yo bajaré las sillas y la mesa plegable. Que cada uno haga lo que quiera, —mira a los costados —Tampoco es que hayan muchos planes. 

Dos veces hasta prontoWhere stories live. Discover now