28| Zoey

148 12 1
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


No hubo vuelta atrás cuando las palabras salieron de mis labios. 

Y lo sé porque retrocede ante el impacto de lo dicho y ancla sus ojos en los míos con una expresión que no había visto antes. 

Me quiero echar a llorar.

Porque a veces el mundo ajeno veces parece estar bien, parece sonreír de la más cálida y armoniosa manera. Vemos la vida a colores, despertamos y nos tomamos el tiempo de observar las nubes y el cielo, vemos los detalles que antes pasábamos por desapercibido al caminar por las calles y nos alegra ver la forma en que la gente se saluda. Cerramos los ojos al abrazar, olfateamos el café, salimos a caminar al caer la noche y disfrutamos de una buena canción sonando de fondo. Disfrutamos la vida porque somos felices y nos sentimos seguros. 

Momentáneamente. 

Porque sin aviso previo llega la tempestad y todo se derrumba, se ocultan las nubes, el café se enfría y toda la cotidianidad armoniosa se inunda y desborda con un par de tragos y una borrachera. 

—Mi hermanastro, Gavin...—empiezo. 

Vamos, dilo. Acéptalo. 

—Gavin, se aprovechó de mí y luego mi madre lo defendió. 

Esas once palabras son todo lo que necesito para quebrarme y en cuanto mis hombros comienzan a sacudirse ante el llanto que quiere salir, los recuerdos fugaces de los últimos meses en casa me inundan como flashes y todo rastro de ebriedad se me pasa. 

—¿Qué fue lo que sucedió?

—Fue después de la fiesta de graduación —prosigo —, fuimos juntos y volvimos juntos porque compartíamos el mismo grupo de amigos, su padre y mi madre se habían ido esa noche a una cita y yo había tomado muchísimo. Como apenas podía mantenerme de pie, me acompañó hasta la cama, pensé que se iría, pero se quedó ahí, en mi cuarto. Me dijo que era la chica más bonita que había visto en el instituto, pero que jamás se había animado a confesármelo porque lo nuestro no podría suceder nunca. Éramos hermanastros, prácticamente lo seriamos en unos meses cuando su padre y mi madre pasaran por el civil. 

Levanto la mirada para observar su mirada azulada, la que en cierta forma me recuerda al océano, aquel que no había en Minnesota. Con su capacidad de ser sereno como turbulento. Un lugar donde a veces el sol baña las aguas y las olas acarician la arena, un lugar donde también se puede desatar la tempestad.

—Gavin es una chico muy atractivo, y puede que yo hubiera tenido cierta atracción por él también —Dejo caer otra vez mi cara entre las palmas de mi mano y me tapo el rostro con ellas— Lo besé. Yo inicié el beso —acepto —Pero cuando quise detenerlo, él no lo hizo. 

—¿Qué te hizo? 

No contesto, me limito a guardar silencio y recordar cómo se supone que deberían funcionar mis pulmones, porque me cuesta respirar. No creo que se deba al recuerdo de Gavin en sí, sino a la mirada que Luke me dio, que me está dando.

Dos veces hasta prontoWhere stories live. Discover now