Capítulo 1

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Me desperté temprano por la mañana, antes de que sonara el despertador. Miré el reloj: 06.30, tenía que levantarme, así que me paré de mi cama para darme una ducha.

Fui a la cocina, tomé mi leche de frutilla que guardaba en el refrigerador y me serví en un vaso.

-Te dolerá el estómago si te la tomas tan fría -dijo Tom, mi hermano mayor, me encogí de hombros.

-¿Y papá? -le pregunté sin mirarlo.

-Se fue a Nueva York ayer en la tarde. Creo que vuelve en unas dos semanas -dijo sin mucha importancia.

Ayer en la noche había llegado tarde a casa, porque estuve toda la tarde con Megan, mi mejor amiga. Cuando llegué, pasé directo a mi habitación.

Suspiré. Era típico que papá se fuera semanas a otras ciudades o países sin siquiera avisar. Desde que murió mi madre, lo único que hacía mi papá era trabajar, siempre. A veces la echaba de menos. Tom y yo no nos llevábamos mal, al contrario, pero cuando tienes un hermano mayor que espanta a todos tus amigos... es complicado.

-Volveré tarde hoy -me dijo- iré a una fiesta con unos amigos. No me esperes -sonrió.

-No pensaba hacerlo -me reí.

-Te dejé dinero por si quieres pedir sushi -dijo mientras guardaba la caja de leche en el refrigerador.

-Gracias -le dije sonriendo mientras él tomaba las llaves de su auto y movía su mano en señal de despedida, cerrando la puerta.

No tenía ganas de ir a la escuela hoy, así que pensé en ir a molestar un rato a Drake a su oficina.

Bajé las escaleras porque el estúpido ascensor estaba en reparación, y corrí a mi auto. Puse las llaves y encendí mi Mustang negro año 70. Algo que heredé de mi padre fue el gusto por los autos, tenía una leve fascinación por los deportivos. Aceleré y me fui.

Llegué a un gran edificio azul de unos 10 pisos, con las iniciales "FBI" grabadas en la entrada. Al menos aquí funcionaba el ascensor, pensé. Paró en el segundo piso y entró una anciana acompañada de una mujer con lágrimas en sus ojos.

-No sé por qué -dijo la señora con los ojos llorosos- era joven y tenía una vida por delante, ¡pero un maldito desgraciado acabo con eso! -dijo ahora gritando enfurecida. Miré sin entender.

-Ellos lo encontrarán hija -decía la anciana intentando no llorar mientras abrazaba a la mujer. Luego ambas me miraron.

Por suerte ahora venía mi piso, así que en cuanto se abrieron las puertas, salí tan rápido como pude. Me volteé a mirar como las puertas del ascensor se cerraban lentamente y ambas mujeres me miraban con angustia.

Ya me imaginaba lo que le pudo haber pasado a la joven de la que ambas mujeres hablaban.

Últimamente, aquí en Los Ángeles, habían estado desapareciendo jóvenes entre 18 y 20 años, por eso mi hermano se había vuelto más paranoico de lo normal, y todo aquel que entraba al departamento le veía con cara de pocos amigos. Pero eso a mí no importaba, tenía 18 años y sabía cuidarme sola.

Mirando el ascensor y hundida en mis pensamientos, unos brazos me volvieron a la realidad... Drake. Debido a su 1.90 de altura, tenía que agacharse para abrazarme. Giré para verlo de frente y me encontré con su piel blanca, sus ojos grises, su pelo negro y una amplia sonrisa.

Lo abracé con fuerza, con todo esto de su práctica y exámenes para ser detective, poco tiempo tenía para salir. Desde pequeño soñaba con convertirse en detective, hace tres años había salido de mi escuela y había terminado la universidad.

-Hola enana -me dijo cruzando uno de sus grandes brazos por mis hombros.

-Soy sólo 3 años menor que tú -le dije riendo.

-Sigues siendo pequeña, y por demás un "hola" no vendría mal -dijo sonriendo.

-"Hola" -le dije imitando su voz.

-¿Tú no deberías estar en el colegio? -me preguntó enarcando una ceja.

-Eh... sí, se supone -intenté sonreír.

-Alice... -me dijo cruzándose de brazos.

-Qué importa Drake -bufé- me eximo de todo -No podía creer que me estuviera interrogando por haberlo venido a ver.

-Tú deberías estar en la escuela, no aquí -dijo moviéndose en dirección hacia una oficina, lo seguí.

Entramos en una pequeña oficina, había un escritorio con un computador y tres sillas. Habían dos enfrente del escritorio. Las paredes estaban pintadas de un blanco perla, en algunas esquinas habían detalles pintados con azul marino. El escritorio estaba repleto de documentos apilados, formando una gran pila de papeles. Claramente era la oficina de Drake, tenía mucho trabajo como veía.

-¿Qué, acaso no te da gusto verme?, yo sólo vine porque quería saber si estabas libre hoy en la tarde -dije sentándome en una silla y poniendo mis pies sobre la mesa.

-No es eso, sólo que aún te queda medio año para salir, no te adelantes -dijo bajando mis pies y luego tomó su celular.

-Creo que tienes mucho trabajo... mejor me voy -me paré para salir de la oficina pero tomó mi brazo.

-¿Está bien a las 8? -sonreí, y asentí con la cabeza.

Íbamos en el ascensor cuando Drake recibió una llamada, parecía algo importante, pero colgó justo cuando llegábamos a mi auto.

-¿Cómo es la vida de un apuesto detective? -dije burlándome.

-Ni te imaginas -suspiró- llámame cuando hayas llegado -dijo apoyándose en la puerta del auto, lo miré desde adentro y bajé la ventanilla del auto.

-¿Acaso vas a mantenerme vigilada también? -hice una mueca. Se rió- a las 8 en mi casa -asintió y me fui.

Amor ilegal | Terminada. [Sin editar]Where stories live. Discover now