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Harry despertó, con la luz que entraba a través de las cortinas y maldijo por lo bajo. Había olvidado cerrarlas porque estuvo muy ocupado con otras cosas. En específico con alguien.

Sonrió volteando su cuerpo y vio que estaba solo. Otra vez.

-¿James?- lo llamó, pero no hubo respuesta del otro desde el baño, todo estaba en completo silencio.

Se levantó y salió de su cuarto en bóxer, y bajo casi corriendo las escaleras. Estaba apurado por llegar a la cocina y llamar al guardia para preguntarle por James, pero no hubo necesidad.

James estaba parado de espaldas haciendo algo y también se encontraba en bóxer. Su espalda dejaba ver pequeños rastros de la noche salvaje que tuvieron y sus piernas tenían marcas rojizas lo que hizo sonreír a Harry. Le gustaba lo que veía.

-Podría acostumbrarme a esto- dijo recostándose contra la pared más cercana.

-Diablos...yo no- le dijo James mientras le lanzaba una mirada asesina por asustarlo. Pero sí, también podría acostumbrarse a eso. ¿Prepararle el desayuno a Harry, despertar a su lado, que le sonría como lo hacía? Sí, podía acostumbrarse.

-Huele bien- le dijo el mayor colocando sus manos en las caderas ajenas y abrazándolo. James se estremeció ante la cercanía y ladeo la cabeza dándole espacio al mayor para seguir con los besos que comenzaron en su nuca y terminaron en su hombro. -¿Café?- le pregunto y James solo afirmó con un sonido de garganta.

Harry sirvió dos tazas, y las llevó a la mesa. James terminó de cocina sus huevos y el tocino que había hallado en la heladera y sirvió en dos platos, uno frente a otro. A Harry no le gustó eso. Mudo sus cosas al lado de las de James y se sentó bastante cerca. Ambos sonreían a gusto, sin decir nada. Harry dejaba algunos besos en el hombro del otro y de vez en cuando James iba en busca de sus labios. ¿Era algo normal en parejas verdad?

-¿te duele algo?- le preguntó Harry y James negó con el ceño fruncido.

-para nada- mintió. Le dolía hasta la conciencia, pero no iba a admitirlo. Harry volvió a besarle el hombro.

-Lo hicimos en la sala, aquí, las escaleras y en el baño...me duele la cadera- dijo al final y James soltó una risita

-¿la vejez?- insinuó bromeando

-Para nada, puedo demostrártelo en cualquier momento-

James negó y se apresuró en tragar.

-prefiero que no, te creo completamente- Harry soltó una carcajada –no más sexo por hoy-

Harry asintió de acuerdo y se levantó a lavar sus cubiertos. Por más de que tuviera empleados, no le gustaba dejar sus cubiertos para otros, algo que su mamá le había enseñado. James se levantó siguiéndole y éste le quitó sus cubiertos encargándose de ellos también, con la excusa de que James ya se había encargado de preparar el desayuno, y él debía hacer algo también.

James aprovechó para ir arriba y luego de una ducha rápida se vistió con su misma ropa preparado para ir a su casa a buscar una limpia. Mientras iba bajando las escaleras se topó con Harry quien las subía. Nunca se cansaría de verlo desnudo, su cuerpo era hermoso y bien tonificado.

-¿A dónde vas?- le pregunto confundido

-A casa por ropa limpia... ¿nos vemos en la empresa?- le pregunto cruzando a su lado

-¿Qué?...no...-dijo haciendo un pequeño berrinche -¿No podemos tomarnos el día?-

No, no podían, porque el ruso aún seguía en la ciudad y a James no le gustaba demasiado eso. Debían acabar con ese asunto antes de que se convierta en algo malo.

Ríndete ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora