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Era miércoles por la mañana, era muy temprano y Harry ya estaba sentado tras su escritorio intentando concentrarse. No dejaba de pensar en James, quería hablar con él o solo verle, simplemente no podía alejarlo de sus pensamientos. El día que enterraron a su padre, James no lloró y eso fue bastante sorprendente teniendo en cuenta cuán mal lo había visto antes. Estuvieron muchas personas y algunas pocas fueron a la recepción en su pequeña casa luego del entierro. Él estuvo ahí hasta el final, con un poco de distancia de James pero estuvo ahí y su amigo rubio también.

Una vez que todos se marcharon él esperó que James se derrumbara y que mostrara su lado débil de nuevo, que sea el mismo de siempre pero no sucedió. James le dio las gracias por estar ahí y prácticamente le echó con la excusa de que estaba cansado.

Luego de un largo suspiro dejó su bolígrafo a un lado y se frotó los ojos. Al abrirlos James estaba en la puerta de su oficina con una mirada algo perdida.

-Deberías estar en casa- le dijo confundido. Se puso de pie y rodeo el escritorio. Soltaron un suspiro al mismo tiempo y James levantó los hombros

-No quiero estar solo...supongo- murmuró intentando dar una respuesta razonable. Sus dedos jugaron frente a su estómago y se encontró con la mirada fija de Harry en él. Un escalofríos le recorrió el cuerpo a medida que Harry lo hacía con la mirada y de pronto un calor le envolvió.

Harry no dijo nada, solo se lamió los labios y avanzó hasta quedar frente a James quien no se apartó, solo permaneció ahí mirándole.

-¿Estas bien?- le preguntó y James asintió levemente. Avanzó un paso más y murmuró: -Te extrañé-

James sonrió y levantó su mano derecha hasta delinear la barbilla de Harry con el dedo índice.

-Te extrañé también- se inclinó en la punta de sus pies y acercó sus labios a los de Harry buscando aquella calidez que había anhelado por tres días. Y la obtuvo, la deliciosa boca y los suaves labios de Harry acunaron los suyos con calma, haciendo a un lado todo el deseo que estaba conteniendo.

James se separó y Harry le abrazó contra su cuerpo. A pesar de que ambos habían renegado de sus sentimientos durante esas setenta y dos horas, no hicieron caso a sus mentes y a todo lo que habían planeado para eliminar sus sentimientos. Ambos se rindieron en cuanto sus miradas se encontraron.

Harry lo mantuvo contra su pecho, intentando respirar calmado, en verdad intentándolo, porque deseaba a James de una manera en la que nunca había deseado a nadie y tener su cuerpo presionado contra su parte más dura le encendía.

Le apretó un poco más fuerte dándole a entender que esperaba una respuesta, no estaba dispuesto a avanzar si James no tenía intenciones. Solo debería alejarse de él e irse a casa...o a algún lugar donde podría tomar una larga y fría ducha.

Entonces James movió la cabeza y presionó sus labios contra la piel de su cuello erizando todos los vellos en su nuca. Soltó aliento caliente contra la misma piel y Harry sintió como su miembro reaccionaba ante aquello.

-Quiero hacerte sentir bien...muy bien pero... - quitó sus manos de las caderas del otro e hizo una mueca, deseaba hacerlo sin duda solo que no era el lugar. Por primera vez en su entera vida, le importaba el lugar donde iba a hacerlo.

-Yo...- James se alejó avergonzado. Conocía todas las historias sobre Harry, Aileen se había encargado de ello personalmente, y creyó que lo escuchaba sincero cuando le dijo que le había extrañado, aunque podría ser que sí, obvio que le había extrañado, había extrañado coger con él. Aunque se había prometido no caer en aquello lo había hecho y por más que quisiera negarlo le molestaba, le enfurecía pensar que quizás se enamoró del hombre equivocado, y claramente era lo que había sucedido. Sus sentimientos no eran correspondidos y lo supo aunque no quería creer en ello –Siento esto- le dijo y salió de la oficina del mayor retirándose a la suya. Sabía muy bien que el vidrio dejaba ver todo pero aun así solo se sentó tras su escritorio y...pensó.

Ríndete ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora