Veinti dos;

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 Abre los ojos cuando siente la luz del sol darle en la cara. Es tan molesto.. Además, esta cansadísima o no son más que las siete menos veinte de la mañana, como bien informa la pantalla rectangular del despertador. Y no está en su cama, ni atada con grilletes en el tren estacionado en un andén subterranio abandonado. Si no en la cama de Stiles, en su habitación, la reconoce por que ya ha estado allí alguna que otra vez. Pero él no está.

Se revuelca entre las sábanas antes de levantarse y posarse frente al espejo que hay en una de las paredes. Vuelve a ser rubia, de ojos azules y piel canela. Sonríe, es ella de nuevo y no parece encontrarse distinta o mal. Como si todo lo que hace unas horas ha pasado hubiese sido no más que una pesadilla. La puerta se abre de golpe y ella se gira, con una sonrisa tierna, al ver a Stiles entrar en el cuarto con una bandeja llena de comida para el desayuno:

- Buenos días.

El chico deja las cosas sobre el escritorio.

- No esperaba verte despierta tan pronto..

- Vuelvo a ser yo. - murmura acercándose a él. - Y estoy bien.

- Lo sé.. Hace como más de media hora que el negro de tu pelo se ha desvanecido.

Stiles le explica lo que ha ocurrido mientras dormía y que deberán pasar la mayor parte de la noche en la biblioteca, pero Kathe ya ni siquiera le escucha, por que solo piensa en lo guapo que está y lo bien que se portó con ella cuando estaba arrestada. Su voz dulce, como la abrazaba..

Se pone de puntillas y acaricia sus labios con los suyos, pillando por total sorpresa a Stiles, que abre mucho los ojos y planta ambas manos sobre sus caderas, cubiertas por la camiseta de Lacrosse que le puso cuando llegaron. Kathe presiona con más intensidad y profundiza el beso, recorriendo el labio inferior de Stiles con la lengua:

- Kathe.. - susurra muy bajito, luchando consigo mismo.

Ella se detiene y le mira, volviendo con los pies al suelo. Ahora, teniéndole tan cerca, después del beso que ha parado con tan solo decir su nombre, empieza a morirse de verguenza y se siente muy, muuy pequeña. A cada segundo más.

- ¿Y Dereck?


- ¡¿Le dijiste eso?! - dice Scott cerrando su taquilla.

- Es que soy idiota.. En serio.

Caminan por los pasillos a rebosar buscando a sus amigas antes de entrar en clase.

- ¿Y ella que dijo?

- Nada.. Eso es lo peor. - suspira – Se disculpó por el beso y comenzó a vestirse.

- Bueno, Stiles, no te preocupes. Puedes hablarlo con ella después.

- ¿Y que le digo? ¡No sé que decirle ahora!

- Bueno, no te preocupes.. Ya se nos ocurrirá algo.

Entran en el aula y a Stiles se le cae el alma al suelo cuando ve a Kathe sentada al lado de la ventana con el sol dándole en la cara y la mirada perdida en sus apuntes. Ni siquiera les mira cuando pasan por su lado y eso aún le jode más. Es imbécil, muuuy pero que muy imbécil. Pero lo va a arreglar, por que – a parte de Lídia – Katherine a conseguido hacerle sentir algo especial.

Hace muchísimo frío cuando salen de las clases, el día se ha nublado y parece que vaya a llover otra vez, como durante casi todo el mes. Lídia y Allison van a comer algo y echarse una siesta en casa de ella por que están muy cansadas y lo necesitan antes de pasarse toda la noche en la biblioteca leyendo e investigando.

- ¡Nos vemos luego, chicos!

Ya han quedado a las nueve y media, cuando no haya nadie en el instituto que pueda echarles o detenerles. El padre de Stiles ya sabe que estarán allí e intentará avisarles si sucede algo raro en alguna otra parte de Beacon Hills.

- ¿No vas a decirle nada? - susurra Scott cuando ve a Kathe alejarse.

Stiles niega con la cabeza y suspira. Está estresado, no sabe que hacer y no consigue pensar con claridad. La chica que le gusta está allí, caminando hacia la calle de arriba de espaldas a él, con la melena acariciándole la mitad de la espalda y unos tejanos estrechos que quitarían el hipo a cualquiera. Podría correr un poco y llegar hasta a ella, frenarla y pedirle perdón. Besarla, como ella lo ha echo hace unas horas, pero no lo hace. Y se queda allí quieto sintiéndose la peor persona del mundo.

- ¿Te apetece comer en casa?

- ¿Eh..? Sí, claro. Pero pasamos antes por la mía para coger un par de cosas.

Scott asiente con una sonrisa y le pasa el brazo por encima de los hombros a su mejor amigo para guiarlo hacia el lado contrario por el que se han ido las chicas. Dos por un lado y Katherine por el otro.

Cuando llega a casa está tan cansada que se tumba en la cama y ni siquiera come, su padre no está y cuando llegue de trabajar ella ya se habrá ido. Algo normal en su vida. Con su madre también le pasaba, pero no era tan exagerado y le importaba un poco más.

Se pone la alarma para las séis y se abraza a la almohada para dormir un poco. Después de todo lo que ha pasado estas semanas está agotada, exhausta.. Le tiemblan los brazos y las piernas, y los siente así hasta que empieza a relajarse por completa y se deja llevar por completo. Durmiendo en profundidad.

- Katherine.. - escucha susurrar de pronto – Katherine.. ¿Me escuchas?

Oye la voz a lo lejos, hasta que, al cabo de unos segundos, se acerca más y más. Hasta tenerla a su lado. Y abre los ojos, encontrándose el hombre lobo más atractivo que ha visto nunca. Con camiseta de manga corta negra y unos tejanos largos que acaban en bambas de deporte, como de costumbre.

- ¿Dereck? ¿Que haces aquí?

- Necesito tu ayuda. - sentencia – Es algo importante.

Se acomoda a un lado de la cama y deja que Dereck lo haga en el otro lado, pero prefiere quedarse de pie observándola unos segundos. Segundos en los que Katherine se despierta del todo y respira hondo para relajarse y estar al cien por cien en esta conversación:

Están muriendo y siendo atacados hombres y mujeres lobo, nadie sabe quien cojones es ni que puede estar pasando.

- ¿Y que quieres que haga yo?

Se queda callado unos segundos y, ahora si, se sienta.

- Besarme.


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