Uno;

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 Las cajas siguen allí, decorando su habitación. Lleva allí cuatro días y ni siquiera las ha abierto por que así seguramente no se haga tan real ese fastidio. No ha hablado con su padre sobre el tema, posiblemente por que acabarán discutiendo si lo hace.

Se pone las zapatillas de correr y coge la chaqueta, a esas horas de la noche hace bastante frío. Baja las escaleras a toda prisa, cierra la puerta tras asegurarse de no haberse dejado nada y sale corriendo calle abajo. No conoce el barrio pero no le tiene miedo, es poco mayor que los tres barrios en los que ha vivido los últimos dos años.

Sus pies van solos y rápidos, recorriendo calles enteras sin ni siquiera darse cuenta. Solo los restaurantes y bares están abiertos, llenos de gente a pesar de lo poco poblado que es el lugar.

Cruza la calle y sigue descendiendo, algunas chicas subidas en sus tacones y vestidas con minifaldas y blusas semitransparentes la miran extrañadsa por que ella, un viernes por la noche, no sale de fiesta ni se ha maquillado como una puerta. Al final ha acabado perdiendo el interés por las discotecas y bares musicales, ya no tiene gracia si no puede emborracharse y bailar con sus amigas de verdad toda la noche.

Respira hondo unos segundos antes de alzar la mirada y meterse en ese pequeño bosque del que su padre ya le ha hablado un par de veces y que sale en todas las guías turísticas de la zona. Parece bonito, dicen que tiene un parque y casi todo el mundo saca a sus perros por allí, pueden correr y jugar sin molestar a nadie. Ahora mismo da un poco de mal rollo, pero eso incluso le gusta, parece una película de terror de las que lleva viendo toda la vida.

Los árboles, robustos y altos, dejan caer de vez en cuando ramas y hojas pobres que ya no se pueden agarrar. Hay trozos con muchísimas piedras en los que ni siquiera puede andar sin la linterna de su teléfono, pero en cuanto puede vuelve a lanzarse a la carrera y sonríe al sentir el aire golpearle la cara. Esa sensación le encanta, la hace sentirse.. Viva. Con poder sobre si misma y su vida, aunque eso no sea así.

- ¡No! - la voz de una mujer entre toda esa maleza le enfría la sangre. - ¡Joder!

Se agacha, frenando sus zancadas de golpe.

¿Que demonios ha sido eso? Mira de un lado al otro del bosque, entre los árboles y arbustos, pero no consigue ver absolutamente nada. Está demasiado oscuro.

Agudiza el oído e intenta adivinar de donde han podido venir esos gritos, pero ahora el bosque entero vuelve a estar en silencio, como si todo hubiese sido fruto de su imaginación. Quizá está tan cansada y es tan tarde que ya no sabe ni lo que escucha.

Unos segundos después algo más vuelve a oírse ahí y, sin pensarlo dos veces, sale corriendo hacia la izquierda, pensando que así el bosque acabará más cerca de su casa. Pisa charcos medio resecos y ramas que crujen bajo sus pies, pero no le importa, no va a quedarse un solo segundo en ese parque. Está agitada y le sudan las manos y los pies por la tensión. Que eso se parezca a una película de terror ya no le gusta tanto.

Se choca contra un arbusto y cae de bruces al suelo, rascándose brazos y piernas cuando se le levanta la ropa mientras escucha de nuevo unos escalofriantes ruidos y golpes que parecen perseguirla. El dolor no tarda en aparecer, pero no se detiene ni un segundo y se pone en pie tan rápido como puede.

Está cerca, muy cerca. A cada paso que da lo siente más próximo a ella, casi pisándole los talones, haciendo sonidos extraños, como los de un animal enfurecido. Un individuo grande, agresivo, bruto. Con hambre.. Hambre de ella. 

¿Tu también lo ves? I Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora