CAPITULO 32: Doblegar y envilecer ✓

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El tiempo que Yoongi se tomó por el aturdimiento y desconcierto, fue el justo y necesario que Choi requirió para dar por sentado una confirmación positiva, cuando el rubio todavía estaba silenciosamente absorto.

El mafioso dió un apretón a las nalgas que tenía entre manos, todavía vestidas, trayendo a Yoongi nuevamente a la lujuriosa realidad de la cuál nunca había salido, pese a la sorpresa del cuarto millonario oculto; Choi movió el cuerpo delgado de forma que sintiera su erección, frotando ambos miembros a través de la tortuosa tela apremiado con los brazos del menor alrededor de su cuello dejándose hacer, apretando los ojos.

Choi llevó a Yoongi de esa forma hasta la orilla del somier a paso firme y seguro, besando y mordiendo toda la piel que estuviese a su alcance, incentivado por los suspiros y jadeos debun muy deshonesto Yoongi que de esforzaba por no dejar salir completos los sonidos, golpeando la oreja del mandamás con su aliento caliente y su voz atormentadoramente sexy. Soltó a Yoongi sobre la cama que se vió espontáneamente desorientado y rojo de pena en la cara y por los lametones del mayor en su cuello, sus ojos vidriosos, los labios hinchados, todo una maldita oda a la sexualidad.

El mandamás se inclinó para continuar besándolo y Yoongi correspondió por la vergüenza de que siga mirándolo de esa forma hambrienta y deseosa, era difícil no reconocer sus reacciones ante la necesidad de hombre y eso le molestaba. Yoongi no era un homo recién salido del closet que tenía un encuentro casual con un hombre aterradoramente guapo, él conocía a Choi y el origen de esta sumision suya pese a que muy en su contra lo estaba disfrutando; estaba abatido por las reacciones traicioneras de su cuerpo que reconocía en cada caricia, beso y mirada que no era Jimin la otra persona y lo aceptaba con gusto, lo deseaba también.

Era mortificante que en algún rincón tenebroso y marginado de su corazón siempre apreció de alguna forma al mafioso, que esos sentimientos salieran a flote ahora y eclipsaran los que tenía por Park le hacían sentir miserable y tonto. Jimin siempre le hacía sentir miserable. 

Corría lejos de él entre laberintos y dudas, mientras que Choi le ansiaba, lo quería con posesión y malicia pero lo elegía, jamás lo tocó pensando en otro, nunca antes se atrevió hacer un movimiento y la noche que estuvo ebrio y vulnerable lo despachó para no tocarlo, para no lastimarlo de ninguna manera que fuese irreversible. Lo esperó, le amenazó, sí, pero eran caminos para alcanzarlo porque posiblemente jamás habría hecho nada a Jungkook, ahora quiere ver que no, el calor y la excitación, posiblemente, le estaban haciendo ver cosas que no eran pero que convenientemente le satisfacía.

Eran una ayuda psicológica para lo que estaba a punto de hacer...

Cuando los besos cesaron para que Choi pudiese desvestirse a una velocidad absurda, Yoongi entendió por qué los trajes le quedaban tan jodidamente bien. Tenía un torso de infarto lampiño y brazos jugosos, el pecho era finamente detallado y sus costados tallados a detalle sobre sus músculos, el abdomen firme y formado, la cintura entallada, el cuello que nunca tuvo la atención de Yoongi ahora de veía llamativo, ¿Cómo podía gustarle tanto algo que nunca había pensado en ver, y ahora se sentía como una espera válida y merecida?

¿Desde cuándo miraba con esta intención al mandamás? Que se mordió los labios para obligarse a respirar.

— No lo puedo creer - murmuró extasiado.

Una sonrisa sórdida se ladeó en su rostro de bronce y se lanzó inmediatamente sobre Yoongi, quitándole la playera también, piel pálida y delgada de pezones acaramelados estaba debajo de una tela amplia y negra. El mandamás gimió ante la vista y dejó el trabajo a mitad de camino con los brazos de Yoongi alzados detrás de su cabeza y la playera en su nuca. Tanta belleza clara y limpia, tanta desfachatez en sus ojos chocolate de gato.

TRATA de no enamorarte [YoonMin]Where stories live. Discover now