Capitulo 1 "Dixon"

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~Daryl Dixon~

La primera impresión que tuve de él no fue buena, y no me pueden culpar ¿Quién carajos se fiaría de alguien cuando éste esposa y abandona a tu hermano en la azotea de un edificio rodeado de caminantes? Yo pensaba que él era de esos tipos cobardes que tratan darse aires autoritarios a costa de otros, haciendo estúpidas escenas actuadas para impresionar y ganarse el mando de otras personas... pero no tarde mucho en saber que me equivocaba, pues cuando regresamos por mi hermano pude ver sus hazañas, lo vi de cerca, y en realidad, aunque odiara admitirlo, él no actuaba, él... él era un verdadero líder, no de esos que se hacen con el paso de los años y experiencias, el definitivamente había nacido para liderar, su gran habilidad de actuar y racionar rápido nos salvó el culo a todos en la misión de rescate de Merle, ese Sheriff era de armas tomar.

Por suerte o desgracia mi hermano ya no permanecía en aquel sitio, pero no solo por los rastros que dejó de su supervivencia supe lo obvio, ese hijo de puta no moriría, lo conocía lo suficiente para saber que él estaba vivo, se amputo la mano a sí mismo, ese desgraciado era estúpidamente fuerte, Merle estaba bien, de eso estaba seguro. Creí que él regresaría al campamento, que volvería para hacer lo que teníamos planeado: robar lo necesario y huir solo él y yo; pero el hijo de puta no regreso, volvió a largarse sin mí como ya le era costumbre...

Pasaron días, semanas, meses, había nuevos miembros en nuestro grupo, una familia (más bien lo que quedaba de ella), que nos dio hospedaje en su granja, después de que uno de los suyos le disparara a Carl el hijo del sheriff. Hershel y sus hijas Maggie y Beth, fueron los que permanecieron vivos de esa familia. Asì que ahora solo estábamos los Grimes, los Greene, Carol, Glenn, Shane, Andrea y yo.

Las cosas en la granja iban medianamente bien, pero, una noche nos sorprendió una gran horda de caminantes, todos comenzaron a huir, cada quien en lo que podía. Tome mi ballesta y la colgué en mi hombro derecho, subí a mi moto y arranque sin pensarlo dos veces, no tenía mente para averiguar si todos estaban a salvo, mi egoísmo sabía que quien mereciera vivir habría sobrevivido, -nadie espero por mi ¿Por qué yo habría de hacerlo?- Arranque sin un rumbo preciso, tome la carretera más cercana y deje atrás la granja convertida en un santuario de esos jodidos adefesios. Paso una semana, talvez dos, todo ese tiempo vague por el bosque al pie de la carretera, cazando y haciendo pequeños campamentos que abandonaba a los 2 días por los caminantes. Hasta que legue a un punto donde había una gran congestión de autos abandonados en medio de la carretera, era extraño, todo estaba tranquilo, no había caminantes, y aunque suene estúpido eso me inquieto aún más, en estos tiempos se les tenía que temer más a los vivos que a los muertos.

Pare mi moto al pie de la carretera cerca de un tráiler, era perfecto para descansar un poco, si pasaban vivos o muertos al lado tendrían que subir el escalón y romper la ventana para ver en el interior,(pues para mi suerte el cristal estaba polarizado) eso me alertaría y daría tiempo de clavarle una flecha en la cabeza, sea muerto sea vivo...

Una vez adentro coloque el seguro en ambas puertas, baje menos de 5 centímetros ambos vidrios para no estar del todo sordo con lo que ocurría afuera, me quite mi ballesta y la coloque abajo del tablero del lado del copiloto, di un último vistazo a los alrededores desde dentro y proseguí a recostarme en el asiento extendido para tres que suelen tener los tráiler viejos, recosté mi cabeza sobre mi brazo izquierdo asemejando una almohada, claro que una dura y nada cómoda almohada, mire un par de segundos el cielo que se asomaba por el cristal del tráiler, era hermoso, toda la oscuridad que reinaba aquí dejaba ver a la perfección las estrellas, eso me trajo un recuerdo de mi niñez, de los poquísimos y escasos recuerdos agradables, de cuando era un crío e iba a consolar a mi mamá después de la golpiza que mi padre le propinaba. Una de esas noches el viejo la dejò inconsciente afuera de la casa porque ella no le dio la bienvenida, estaba sentada apoyando su espalda en la pared y sosteniéndose por el barandal donde reposaba su cabeza, yo estaba al lado de ella llorando desconsoladamente, creí que no despertaría jamás, paso alrededor de media hora cuando por fin regreso a sus sentidos, entreabrió sus ojos, se quejó y frunció el ceño en muestra del dolor que recorría su cuerpo, me vio llorando y sin decir nada solo me sonrió, me abrazo y me beso la frente.

In My VeinsWhere stories live. Discover now