❛Drogadicto❜ 💊 [Rubén Doblas]

70; manchas ❄️ // final 1/2.

|Capítulo dedicado a: Yapsandust|

Externo:

Caminó con un tiritón que le abarcaba gran parte del cuerpo, no podía contener las lágrimas, ni el peso de haber jalado el gatillo de un arma, más al momento dejó caer la pistola. La mujer caminó hasta el saco del azabache y se lo puso rápidamente para llegar al lado del castaño que parecía estar en un estado de shock. El cual repetía cada dos segundos "Lo maté", el hueco que producían esas palabras en ella la volvían loca. Quería llorar con él, decirle que estaba asustada, que pasara lo que pasara nunca más se iba a ir de su lado, pero las palabras no le salían, a cambio de eso, solo le abrazó con más ganas.

Mientras que el cuerpo de Nick permanecía inmóvil en esa fría madera, la de ojos de color miel atraía a Rubén cada vez más a su pecho.

―Gracias, gracias, gracias... ―dijo ésta casi en un gemido de dolor, Rubén por otra parte sollozaba desolado en el pecho de la castaña, estaba asustado y como sí lo hubiesen herido a él, lloraba a todo pulmón.

Mientras la tela del saco era humedecida por lágrimas de pena.

Mientras las nubes corrían por despejar la vista de la luna.

Mientras los brazos se aferraban con temor y angustia a una espalda.

Mientras que una parte
del alma se rasgaba.

Las palabras de él en
su estado más frágil.

Las palabras de ella en
estado más compasivo.

Su amiga lo ayudó a levantarse a duras penas, el de metro noventa solo quería echarse a llorar, más una cachetada por parte de la chica lo hizo volver a la realidad.

―Lo hiciste por un buen motivo, no vacío como los que ha cometido él. No te pareces en nada a Nick. No piensas en ti, no sigues por ti. En tu vida no eres solo tú. Está tu familia, amigos y lazos más afectivos. ―ella cogió el rostro del hombre y lo obligó a que la mirase― Debido eso, perdóname por llevarte a esto, perdóname por permitirte entrar en mi vida, perdóname por hacerte parte de ella, perdóname por dejarte llegar hasta estos instantes, perdóname por los malos ratos y lágrimas amargas, perdóname Rubén.

Él calló y vio a la mujer que tenía en frente.

A la que siempre quiso.

A la que le quitaba
el sueño de crío.

A la que obligaba a subirse
al tejado de su casa.