❛Drogadicto❜ 💊 [Rubén Doblas]

51.9; instinto de supervivencia ❄

Pasan los segundos y la tensión aumenta, con mi ex paciente no tenemos ni la menor idea de dónde se encuentran en todo este circuito de mierda en el que los he metido. Javiera siente el miedo, pero no lo demuestra, caminamos unos cuantos pasos, sin embargo, el embriagador aroma de gasolina me desconcierta y marea, era asqueroso al ser tanto el exceso que se lograba olfatear.

Una explosión radica frente a nosotros, pero antes de ello, jaló a la chica hacia atrás para que no se pudiera quemar, musita que esto ya era mucho, que desea salir y comienza a gritar para pausar el juego, pero era en vano. Esto terminaba cuando Tamara era sacada de la cárcel y salíamos todos, antes no. Mucho menos por capricho de alguno de nosotros.

Frente a nuestros ojos se ve perfectamente con un pedazo de carne el carbonizado por las llamas del contenedor encendido, era macabro, por eso se nos hacía firmar y era de ciertas edades, no era apto para gente sensible, lo destruirían en un dos por tres.

― ¡Willy! ¡Alex! ¡¿Alguien me logra escuchar en está casita de mierda?!

El gritar era nulo ante los trabajadores y para Javiera era irritación en su estado más puro, por parlantes se oían gritos de la castaña, eran desgarradores al oído humano y animal, pero vamos a ver, ¿De cuándo aquí es tan macabra y siniestra una casa del terror?

La castaña clara se trasladó desesperada por los corredores, un laberinto ante ella la agobiaba, más al pisar el piso se separó y cerró en un pestañeo, atónita ante la escena el pánico me invade. El celular me vibra y veo en su pantalla el nombre de Rubén, atiendo inmediatamente, asustada:

―Cariño, tienes que salir de aquí, es una puta trampa ―chillé y cubrí mi boca para dejar de soltar algún otro quejido―, tienes que encontrar la salida y largarte, a la mierda nosotros, ya no estamos contigo, nos han subido a un camión hace poco, provocando un encuentro con Javi. No tenemos tiempo, estamos alejándonos y tememos lo peor, ya las cartas están echadas y no hay cosa que podamos hacer al respecto... Te amo, cielo, son mis últimos minutos y no me arrepiento de haberlos gastado en ti.

― ¡Esto es mi culpa, joder! ¡Cariño no me cuelgues!

Tiemblo y estoy en blanco, el error de mi altanería no me da tregua y sigue consumiendo mi razonamiento, le ordeno que llame a la policía, que fue una falta muy grande haberme llamado a mí, escucho sollozar a las muchachas. La cámara digital sigue su filme y dando un gran papelón para una película. Susurra sus últimas palabras de afecto y yo me encuentro al borde del colapso y la locura, lloro, pero la ilusión de salir es inmensa, no me quedaría quieta ante la idea de no haber hecho nada y dejar todo tal cual está. Pateó el bote de metal y la gasolina se esparce por el pasillo, llegando el fuego a casi rozarme, pero no.

La alarma de incendio se activa simultáneamente, toso ahogada, mientras el agua declina desde las alturas del techo, saco mi sudadera y la enrosco sobre la cámara, era mi evidencia de todo esto. Corro por el recinto, siento la falta de fuerza calar mis extremidades superiores e inferiores, pero no me rindo y a pesar de ir apegada a la pared no doy brazo a torce, de aquí salgo sí o sí.