Bridgitte (Primera Parte)

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~No sabía del tesoro que había encontrado cuando vi sus ojos~

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Mi padre, Gabriel Agreste me había enviado a Londres desde hace varios años, para terminar la escuela y empezar directamente la universidad y ser el digno heredero de las empresas Agreste, mi vida era sencilla, me levantaba, iba a la universidad, leía tranquilamente y luego me iba a casa, hacia mis labores y luego a dormir, no me interesaba relacionarme con los demás, no hacía falta, repetía el ciclo día tras día, hasta que choqué con ella, Bridgitte quien volteó mi vida de cabeza.

-!Hey! Ten más cuidado.-

-D-de verdad lo siento, No-no quise... soy tan...-

Me enfoque en ella con la intención de replicarle su torpeza, me encontré con una enana, delgada de cabello negro azulado, me pregunté si ese color era natural, su piel era blanca, parecía de porcelana, su rostro parecía tener rasgos asiáticos, pero no eran muy notables.

-...Torpe.-

Sus ojos se posaron en los míos, eran completamente diferentes, tenían una vibra diferente... profundos y llenos de vida, ella no decía absolutamente nada y la verdad estaba perdiendo el tiempo, deje de mirarla y me levanté, ni siquiera le tendí la mano, estaba dispuesto a irme ya que iban a empezar las clases, se estaba levantando del suelo, era baja y sus rodillas estaban completamente rojas y contrastaban completamente con el color de su piel, me había parecido hasta bonita, hasta que habló.

-Al menos ayúdame a levantar idiota.-

Ella habló fuerte y claro, y me hizo frenar en seco, no podía creer lo que estaba oyendo, nunca nadie me había dicho idiota, aunque esa fue la primera vez que alguien lo hacía, esa no sería la última.

-¿Disculpa?-

-Ahh ¿ahora eres sordo? Genial, apenas llego hoy y me encuentro con un idiota.-

Y ven lo que les decía no sería la última vez; un grupo de personas se estaban acercando a ver que estaba pasando o más exactamente a cotillear en especial cuando el célebre Félix Agreste estaba en aquella situación, pero Bridgitte no sabía eso, ni yo que lo que iba a decir era el detonante de que pasara algo peor.

-Mira enana torpe, no tengo tiempo de lidiar contigo así que...-

Un sonido se escuchó en todo el lugar dejando atónitos a todos los que estaban allí, y mi rostro rojo y adolorido. Ella me había abofeteado.

-No te atrevas a llamarme de ese modo, idiota, aprende a respetar.-

Esa bofetada me dejó completamente callado, y poco a poco sentía que mi ira estaba en aumento, realmente quería gritarle pero ella había desaparecido de mi vista, simplemente me gire sobre los talones y me dirigí a clase.

Habían pasado algo más de 15 minutos de clase, era aburrido, pero aun así intentaba poner atención, aunque algunas veces mis pensamientos iban un poco hacia lo que había paso hace rato con la chica de baja estatura, aun me dolía la mejilla y el orgullo. El sonido de alguien tocando a la puerta me alejo de mis pensamientos fijando la vista hacia la puerta, como todos los demás, la profesora abrió la puerta y salió por un momento y volví a clavar mi mirada en el libro que tenía en ese momento, y no le puse atención a lo que decía ella cuando volvió a entrar, y una voz completamente diferente embargó el lugar, fuerte y decidida pero dulce, la reconocí de inmediato.

-Hola a todos mi nombre es Bridgitte, vengo de China, y espero que todos nos llevemos bien.-

Alce mi vista y la enana que me había golpeado estaba allí parada con una sonrisa enorme en el rostro mirándonos a todos, y yo estaba hacia el fondo de la clase, mi ira hacia ella volvió a despertar, pero no iba a dejar que eso me afectara.

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora