Capítulo 11. Perdida inevitable.

1.2K 65 0
                                    

¿Alguna vez has deseado regresar el tiempo a una escena predeterminada y no hacer lo que en realidad hiciste? ¿Alguna vez has deseado no haber conocido a cierta persona? ¿Alguna vez has deseado que la vida fuera una dulce historia de amor, donde el chico se queda con el amor de su vida? 

Pues yo sí y lo he deseado desde hace tres días. Por tres malditos días que se me han hecho eternos y frustrantes. Por tres estúpidos días he deseado jamás haber puesto mis ojos en Lina y solo haberme concentrado en Kendra. Y por esta misma cantidad de días, he deseado que mi vida fuera una película, donde al final me pueda quedar con mi mejor amiga y amarnos por el resto de nuestra existencia.

Y ahora.... Ya nadie ni nada tiene un futuro. El futuro de Kendra es estar en un hospital psiquiátrico si no mejora rápidamente.

Tres días, es lo que basto para que los sueños que creí recuperados, se fueran nuevamente a un agujero negro, sin regreso. Estos tres días han hecho que cada parte de mi cuerpo se sienta de agotado, que mi cabeza esté a punto de explotar y mis ojos me supliquen un poco de descanso.

Pero no puedo descansar, no en este momento. Justo en este momento es cuando tengo que estar más despierto que nunca y prestar más atención a lo que sucede a mi alrededor.

Kendra me necesita y tengo que estar alerta por ella, por nuestra hija y nuestro futuro. Porque no pierdo las esperanzas de que tendremos un futuro juntos y seremos esa familia que siempre tuvimos que haber sido.

Desde ayer me he puesto a pensar detenidamente en los errores que cometí a los largo de mi vida. En ocasiones los adultos creen que por ser niños o adolescentes no cometemos errores, pero es la etapa en la que los cometemos más. Porque actuamos sin pensar, nunca nos detenemos a analizar las consecuencias que nuestros actos nos traerán.

Actuamos sin pensar. Herimos a los que nos aman sin sentir. Hacemos tantas cosas por diversión, por seguir a los demás, y destruimos lo que tenemos frente a nosotros.

Si antes pensaba que mi vida estaba patas arriba―por descubrir que mi mejor amiga me amaba, que yo la amaba y teníamos una hija―, pues déjenme decirles que me equivoque.

Justo ahora, mi vida sí esta patas arriba.

Mi hija tiene enyesado su bracito derecho y un par de puntos en su ceja izquierda. Y Kendra, el amor de mi vida, se encuentra sedada en una habitación y con las manos atadas a su cama. La vida que tuve hace tres días es un fantasma de la vida que tengo hoy.

Mirar a Kendra dormir atraves de una ventanilla, es lo más triste que he visto y hecho en mi vida, pero no hay otra salida en este momento. Desde que llego a este lugar la han mantenido sedada porque sus ataques se volvieron constantes y ni la medicina logro calmarla. Kendra, ya no es misma desde que despertó. El ángel que había en ella se ha ido completamente y en su lugar quedo un cuerpo sin su espíritu. Ella es solo un títere que se mueve al compás de las cuerdas de su titiritero.

Me destroza el corazón ver como la vida escapa de su cuerpo con cada mililitro de morfina que le inyectan para que no se haga daño a sí misma. Con cada instante que ella va muriendo, mi corazón se va rompiendo.

Con cada día que ella pase en este lugar, yo me iré perdiendo la sonrisa de su rostro. Ambos iremos perdiendo parte de nuestra vida, si ella termina quedándose encerrada en un manicomio.

Ante los médicos Kendra ya es peligrosa. Su problema de psicosis ya es un problema y tendrá que estar un tiempo en observación para ver cómo se le pueden ayudar.

Me duele verla de esta manera, creo que era preferible verla inconsciente en una cama mientras estuvo en coma, que verla inconsciente después de actuar como una loca.

𝐒𝐨𝐥𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐭𝐮𝐲𝐚 (#1)Where stories live. Discover now