La nueva generación [Parte 3]

15.3K 1.6K 218
                                    

—Hola.

—¿Qué haces en mi casa?

Regina se cruzó de brazos al ver a Jamie afuera con una mochila colgando de su hombro, iba con ropa deportiva y estaba sudado. Ella tragó grueso y apartó la mirada; no había notado todavía que iba en un albornoz rosa y tenía una toalla atada a la cabeza, cuando lo hizo casi saltó dentro dejando a Jamie afuera, pero él logró entrar en su casa antes de que cerrase la puerta.

—Estaba en el gimnasio y la casa de mi hermana está muy lejos para volver a cambiarme para el concierto ¿Te molesta si me quedo aquí y me cambio? —le preguntó—. De todas maneras, ya le dije a tu madre. Si dices que sí igual me quedaré pero quiero saber si te molesta.

Su madre... esa mujer traicionera que lo único que parecía querer era que ella entrase en crisis con Jamie alrededor.

—No, me da igual —Regina se encogió de hombros y caminó muy dignamente hacia las escaleras, como para que él no notase que llevaba un albornoz rosa y una toalla en la cabeza—. Haz lo que quieras.

—¿Crees que voy a ignorar el que llevas un albornoz ridículo y demasiado corto? —dijo él, justo cuando ella trataba de tirar de la prenda hacia abajo.

—¡No me mires! —reclamó ella—. Es asqueroso, soy como tu hermana ¿No?

Ella secretamente siempre había querido preguntarle aquello.

Benditas fueran aquellas oportunidades que ni siquiera ves venir.

Jamie se rió agitando los hombros, realmente estaba a punto de un colapso allí. Como si aquello fuese el chiste más gracioso que hubiese escuchado en toda su vida. Incluso cayó sobre el sofá de espaldas tratando de parar la risa. Regina se cruzó de brazos y bajó los escalones que había subido para pararse frente a él con las manos en la cadera, dispuesta a preguntar qué demonios le pasaba.

—Lo siento... —masculló Jamie tocando su estómago, él levantó sus ojos hacia ella y sonrió—. Dios, te pareces a mi madre, solo te falta el maquillaje corrido.

—Pensé que no hablabas con tu madre...

Jamie siempre había tenido una relación complicada con su madre; nunca habían estado de acuerdo en nada, empezando porque a su madre le encantaba criticar el estilo de vida de su hermana Padme y Jamie quería demasiado a su hermana como para dejar que hasta su propia madre hablase mal de ella. Prefería no hablar con su madre a dejarla hablar mal de Padme delante de él.

—Bueno, te pareces a ella cuando hablaba con ella —Jamie sopesó—. En fin... ¿Por qué piensas que eres como mi hermana? No te he visto desde hace tanto tiempo ¿Si quiera te gustan las mismas cosas todavía? ¿Cuántos novios has tenido, cuantos amigos tienes, cómo va la escuela, qué quieres hacer con tu vida? Demonios, Gina, tengo tantas preguntas —él echó la cabeza hacia atrás y resopló.

Ella se sentó a su lado.

—Me gustan muchas de las misma cosas que me gustaban antes, solo que ahora incluyo las películas viejas que ya no me parecen aburridas, he tenido alrededor de cuatro novios entre los catorce y los diecisiete, tengo varios amigos; Lena es la única que no está emparentada conmigo puesto que los demás son mis primos, la escuela va bien... no me quejo y realmente quiero seguir los pasos de papá, como él siguió los de su padre y ser arquitecto —ella culminó con una sonrisa—. ¿Qué hay de ti? —preguntó entonces.

—Bueno... te he extrañado —él ladeó su boca—. Cuando me fui a la universidad, prometiste escribir pero no lo hiciste... ¿Qué pasó?

—Jamie, tienes veintidós años... yo diecisiete... no necesitabas a una niña en tu vida cuando estabas a punto de empezar con todo lo que ser un adulto conlleva, pensé que necesitabas amigos maduros que te comprendiesen —ella se encogió de hombro, él se incorporó para trata de mirarla.

—¿Amigos maduros? Estás bromeando ¿Cierto? Los chicos de mi fraternidad se la pasan jugando con pistolas Nerf sin camisa, hay un maldito equipo de Quidditch oficial que tiene una mascota y todo... ¿Te das cuenta de lo que dices? No hay nada en la universidad que realmente maduro, aparte de ingeniártelas para pagar las cuentas y el que no puedas llorarle a tus padres por nada.

Regina rió y sacudió la cabeza.

—Lo siento, pensé que era lo mejor...

—Pues si vas a alejarte de mí solo porque piensas que es lo mejor, primero pregúntame ¿No? Creo que yo puedo decidir a quién quiero en mi vida.

—Tú tampoco hiciste nada por evitar que me apartase —espetó ella entrecerrando los ojos.

—¡Pensé que atravesabas por algo de la adolescencia, discúlpame! —él se rió—. De verdad te extrañé.

—Dime algo ¿Qué extrañaste tanto de la niña fea que siempre te molestaba?

Él rió y le picó las costillas.

—No sé, sus bromas —la picó de nuevo y ella rió tratando de alejarlo pero él lo impidió poniendo una mano sobre su cintura para evitar que escapase—. Su sonrisa, sus ocurrencias, sus ideas, su rebeldía... —él siguió haciéndole costillas hasta que estuvo en el sofá sobre ella—. Esa linda cara de niña fea —susurró él cuando la tuvo a cinco centímetros del rostro—. Nunca has sido fea... —Jamie cerró los ojos.

Ella estaba hiperventilando internamente, su corazón estaba corriendo como loco, por su cabeza pasaban mil y un ideas para escapar de la situación como un ninja pero también había ideas sobre cómo besarlo tan apasionadamente que él no quisiera soltarla. Ella suspiró y cerró los ojos también. Si él la tocaba entonces lo sabría.

—Nunca te he visto como una hermana —susurró él y ella abrió los ojos golpe—. Eras más bien como una amiga molesta cuando eras una niña pero luego empezaste a crecer... por Dios, me sentía como un pedófilo, tú tenías quince y yo diecinueve... ¿Qué se supone que debía hacer? No podía acercarme sin que la policía encendiese la sirena.

—¿Qué...? —ella balbuceó, él abrió los ojos y la miró ladeando la cabeza—. ¿Te gustaba?

—Bueno... eso no está en el pasado todavía —susurró él.

Antes de que ella pudiese decir algo sobre eso o simplemente morir, él se alejó rápidamente al escuchar la llave en la puerta principal. Cada uno fingió que había algo interesante en otra parte que no fuese en dirección al otro pero el reflejo de ambos se quedó ahí, en la esquina del ojo de los dos mientras esperaban que Blair y Eugene atravesaran la puerta. Los gemelos volaron a través de la sala, subiendo las escaleras rápidamente con un nuevo videojuego en mano.

Blair lanzó su bolso en el sillón y gruñó mientras los oía correr.

—Me burlé tanto de Roscoe por ser un aficionado a esos jueguitos y mis hijos son la copia exacta de su tío... creo que quiero matarlo —susurró ella sacudiendo la cabeza.

Eugene deslizó las manos sobre sus hombros para tranquilizarla, ella sonrió. Regina aspiraba a encontrar a alguien que tuviese el poder de relajarla tan fácilmente como su padre podía hacerlo con su madre. Y ahí, nerviosa por ser atrapada en sus pensamientos, miró a Jamie guiñarle el ojo e inmediatamente se sintió mejor.

—¡Oh, Jamie! —exclamó Eugene con una sonrisa radiante como siempre cuando los notó a ambos en el sofá—. ¿Qué haces aquí tan temprano? —él se acercó para saludarlo.

Jamie estaba tenso pero no se le notaba tanto como a ella.

—Blair dijo que podía venir a cambiarme, la casa de mi hermana y Roscoe está muy lejos de mi gimnasio —él se encogió de hombros.

—Uh, ya tienes un gimnasio fijo ¿Planeas quedarte por un tiempo? —Eugene se cruzó de brazos y miró a Regina entonces, frunció el ceño al notar su atuendo—. Regina, cariño... ve a ponerte ropa, por favor —le pidió él seriamente.

Ella se alarmó; su padre rara vez fruncía el ceño con seriedad, eso tenía que ser una advertencia. Así que le obedeció cuanto antes.

Mientras subía las escaleras escuchó como Jamie respondía a la pregunta de su padre—: Sí, planeo quedarme por un buen tiempo.

Los Rain [Extras de LVDDLP 1 & 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora