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Aquello, parecía más bien una rebuscada comedia, que un hecho real ¿Quién podía creerse que la reina de Mónaco, iba a volver a poner de moda los encarcelamientos en las mazmorras?

-¿Emmanuelle, no se habrá olvidado hoy de tomarse cierta pastilla? –Soltó con sorna Kénan, mirando a la mujer con aire gozoso-. Como por ejemplo la del control de cordura.

-¡Kénan por dios! –Lo riñó su madre consternada por la forma en dirigirse a la monarca.

-No te preocupes mujer –rió algo imperiosa Emmanuelle-, ese carácter son simples reflejos de los acostumbrados nervios a la boda –Indicó con gran serenidad-. No hay que tenerle para nada en cuenta, todo lo que pueda decirnos en los días de encierro.

La prima de Jacqui, agarrada aún a los barrotes con fuerza soltó un grito contenido, ante las palabras dichas por su tía. Negándose a creer lo que estaba ocurriendo.

-¿Días de encierro? –Repitió Paulette, con mirada de desconfianza hacia las dos mujeres que se hallaban en el corredor de las mazmorras-. ¡Estáis locas, si nos vais a tener aquí por más de unos días encerrados!

Emanuelle se acercó hacia su sobrina, para mirarla con ojos entrecerrados y aire desdeñoso.

-¿Te atreves a cuestionarme, cuando vosotras tampoco habéis tenido un comportamiento ejemplar? –Se guardó la pistola en el bolsillo del vestido-. Hay que ver, como se nota que llevas los genes de la familia.

Señaló con mofa, girándose para ir en dirección a la salida, seguida de la madre de Kénan.

-En un rato vendrán a traernos cosas para que estéis más cómodos –Les recalcó con cierto jolgorio.

-¿Mamá, como puedes permitir una atrocidad como ésta? –Suplicó con furia Norah, y como último intento de poder hacer algo en aquel caos.

La mujer detuvo sus pasos, para darse la vuelta y mostrarle a su hija, una mirada de determinación que jamás había visto en ella.

-¿Qué esperanzas aguardas, cuando tú comportamiento ha sido travieso como el de una quinceañera? –Expuso con seriedad y cierta decepción-. Pues ser merecedora de un castigo al mismo nivel. Salvo que creo que el quitarte ésta vez el postre, sea lo adecuado ha tu edad – Habló dejando a todos sin palabras-. Vamos Emmanuelle, hay que organizar todo el lío que han originado estos muchachos.

Y sin más, abandonaron el frío lugar dejando a las cinco personas allí encerradas.


Pasados unos minutos, en completo silencio su guardaespaldas, se acercó a los barrotes que daban a la celda de Kénan y Jacqui, para llamarle en apenas un susurro.

Era muy obvio, que no se fiaba para nada de las dos mujeres mayores. Puede que aún se hallaran allí abajo escondidas tras la puerta.

-Señor –lo llamó con el acostumbrado respeto-, no todo está perdido. No se han dado cuenta, de que oculté mi pinganillo. Podemos comunicarnos con el chófer.

Kenan sonrió, al conocer aquella noticia. Pudiendo encontrar una vía de escape a todo aquel embrollo.

-Bien –Asintió con la cabeza-, pero avísale que vaya con cuidado... Pues saben que no se marchará sin mi orden, y que después de tantas horas sin saber de mí, querrá averiguar algo.

-Sí señor –Señaló anudando un pañuelo a uno de los barrotes de la ventana, que daba justo al suelo de la parte trasera del castillo-. Le indicaré que de una vuelta de forma disimulada por los alrededores.

Deberes De Príncesa COMPLETAWhere stories live. Discover now