7

12.7K 871 15
                                    

¡Lo que le faltaba! Pensó con sumo fastidio, al ver entrar sus hermanas en aquel preciso momento. Si ya se sentía de por sí sola rara con todo aquello. Ahora, con aquellas dos seguro que iba a tornarse aún más embarazoso con lo que pudieran decir. Pero él, tenía que estar pasando un rato divertido al crearle aquella incomodidad en aquel momento de su vida. Una vez más trató de encoger su mano, pero era de tontos. Éste la tenía bien sujeta.

-¡Que escena más romántica! –Brindó Enora, recibiendo diferentes miradas por ello.

Su madre, un tanto confusa al escuchar de aquellas palabras cuando se suponía que Harmonie se hallaba interesada por el hombre. Mientras que los hombres rompieron a reír al ver la cara asesina que tenía ella.

-¡Enora, hija siempre con tu buen humor! –Intentó calmar el ambiente Emmanuelle, estudiando a la vez la expresión de la melliza pequeña.

-Perdón –rió traviesa-, pero es que hacen buena pareja –Siguió hablando mientras se acercaba a ellos dos-. Y se ve tan como a Kénan en ello... -Dejó caer una vez que se posicionó justo al lado de ellos-. ¡Que anillo tan hermoso! –Exclamó agarrando la mano de su hermana mayor, dándole un enorme alivio al poder liberarse del calor masculino.

-Gracias –Aceptó Kenan divertido-. También he traído para vosotras.

-Papá, mejor ves preparando un cheque porque se que me voy a enamorar –Suspiró teatralmente.

-Ya veremos pequeña –Sonrió su padre-. Pero iros dando prisa, que se nos hecha la hora encima.

Pasados unos minutos, en donde sus hermanas no paraban de murmurar encima del precioso estuche que había traído él, al final se decidieron por el juego de joyas a lucir aquella noche. Apenas fueron unos cinco minutos. Pero en todos ellos pudo aprovechar para observar al hombre detenidamente sin que nadie se percatara de ello. Apreciando lo magnifico que se veía enfundado en aquel esmoquin, aumentando su belleza seductora a peligro de toda mujer que se le pusiera en su camino aquella noche. Apretando sus puños por unos segundos sin que nadie lo notara, por aquel pensamiento que le inundó de celos. No tenía derecho alguno a sentirlos, pues él no era en verdad nada para ella. Solo un amor no correspondido que intentaba eliminar de su corazón desde hacía años. La voz de su padre animada, fue lo que la despertó.

-Bien, todos contentos y brillantes –Puntualizó Simón-. Pues en marcha, que no quedará muy bien que lleguemos muy tarde.

Salieron a la cálida noche, con sus hermanas y madre alabando aún los diseños nuevos de Kenan. Todos sonrientes menos ella. Aún seguía sintiendo Celos correr por sus terminaciones nerviosas, mezclados con aún el calor de la mano de él en la suya al deslizarle el anillo. Aquello no estaba nada bien, como podía afectarla tanto.

-Jacqueline... -La llamó por tercera vez Emmanuelle un tanto preocupada por que su hija se hallara despistada. Era la primera vez que la veía en aquel estado. ¿Tendría algo que ver la pesadilla que sus pequeñas le hacían vivir? Tenía que ser aquello, que se sintiera un tanto agobiada. No creía que fuera la presencia de Kenan. Si fuera así, lo habría notado hacía tiempo, dado que el hombre era prácticamente uno más de la familia junto con su hermana Norah-. Jacqueline...

-Dime, mamá –Despertó de su estopor.

-Tú padre, ha comentado que alguien debería ir con Kenan en su coche –Miró de reojo a su hija Harmonie-. Ya que ha sido tan amable de prestarnos las joyas por ésta noche. No está nada bien que acuda a la celebración solo.

-No hace falta Emmanuelle –Agradeció con voz cálida el hombre.

-Ves, solucionado... -Respondió con cierto matiz de alivio Jacqueline, acabando de bajar los últimos escalones para entrar en la limusina.

Deberes De Príncesa COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora