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Apagaba el ordenador del estudio, cuando su móvil volvió a captar su atención. Consiguiendo que soltara un quejido, al volver ser su hermana. Con cierto fastidio, presionó el botón verde.

-No te enfades si hoy a las cinco de la madrugada, te llamo yo al móvil para invadir tu tranquilidad –Ladró sin darle tiempo al a chica a mencionar una sílaba.

-¿Entonces, no te interesa que te diga hacia donde conduce Jacqui? –Soltó con cierta mofa, logrando dejar por un momento a su hermano sin palabras.

-¿Le has dado mi dirección? –Preguntó sorprendido de que se atreviera a ir hacia allí.

-No me ha quedado más alternativa –Resopló-. Y digamos que no se va ha tratar de una visita de cortesía. Solo quería avisarte, aunque no os lo merezcáis mucho ciertamente.

-Gracias Norah –habló risueño-, si no te importa, debo colgarte.

Sin esperar respuesta de su hermana, había cortado la comunicación para dirigirse a la ducha silbando una melodía animada. Iba ha tener a Jacqueline a solas para él, por primera vez después de tantos años. Siempre había buscado ella un lugar, donde hubiera gente cerca. Pero aquella vez, era territorio peligroso para ella. En su piso no había nadie más que pudiera escucharlos. Se le escapó una sonrisa, al comprender que la chica se hallaba muy enfadada, para detenerse a pensar hacia donde iba. Pero a él, ya le iba bien que se hallara cegada por la furia.

Salió de la ducha anudándose la toalla a la cintura, para detenerse enfrente del espejo y secarse el cabello con la otra toalla. ¿A qué distancia se hallaría en aquel momento? Aunque siendo domingo y luciera un brillante sol en la calle, no creía que se topara con mucho tráfico. Mejor dejaba el afeitado para la mañana siguiente. Se pondría unas bermudas, para no ir del todo desnudo. El no incomodarla, no se hallaba entre sus prioridades.

Diez minutos después, no pudo evitar el que sus labios sonrieran, cuando sonó el timbre de la verja exterior. Se hallaba en la cocina, con el café recién hecho a punto de hacerse una tostada. Cosa, que no le importaba dejar en segundo plano por el momento. Así que, acercándose al interfono pudo ver reflejada en la pantalla a su esposa, con cara de pocos amigos en el interior de su coche... Bien, comenzaba el espectáculo.

-¿A qué tengo el honor de su visita alteza? –Dijo con cierto tono pomposo, viendo como las manos de Jacqui hacían más presión sobre el volante, debido a que la estaba provocando aún más.

-Déjate de idioteces –Masculló-. De sobras te habrá avisado Norah –Miró fijamente a la cámara-. Ábreme.

-No se sí resulta prudente abrirte –Se hizo el inocente-. Hoy no esta el guardia de seguridad. ¿Quién me dice, que no vienes con artillería pesada?

-Eso sería acabar de una manera muy rápida contigo –Siguió el juego, pero con cierta tiranía-. Nada satisfactorio para mí. Si pudiera matarte, buscaría primero un lugar que pueda manchar y esconderte. Tú casa, no resulta nada adecuada. Abre.

-Pensé que lo primero que aprendía una princesa, era ser educada –Volvió a bromear, viendo como la chica decía algo entre dientes, cogía aire y volvía a mirar a la cámara con sonrisa falsa.

-Podrías abrirme la puerta Kénan, por favor... -Sonó totalmente exasperada.

-Por supuesto alteza, la espero en la cocina –Dijo accionando el botón de apertura y caminando de vuelta a la mesa, para seguir con su desayuno.

Bajaba del coche muy enfadada, por el gracioso trato de Kenan en al puerta. Pero al caminar en dirección a la puerta, el enfado fue acompañado pro algo de indecisión. Estaba en su casa por primera vez. Siempre había tenido ganas de saber como era, en cuanto se enteró por Norah años atrás que se la había comprado. Fue el primero de todo el grupo en independizarse. Y sintió mucha rabia en su momento por varios motivos. Uno, por su libertad y dos, por no querer imaginarse el numero de mujeres que iban a disfrutar de aquellas enormes cuatro paredes y de su supuesto marido.

Deberes De Príncesa COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora