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-Maldita sea –Gruñó por lo bajo Kénan, liberándola de sus labios y abrazo-. Entra en casa.

Le ordenó enfadado, acercándose para abrirle la verja de entrada a su amigo. Pero apenas podía dar en aquel momento un paso. Lo habían vuelto hacer, tenían fotos de ella y Kénan juntos. Pero aquella vez era peor, pues los dos salían besándose. ¡Y un cuerno! Era él quien la besaba, pero aquello no podía saberse de una fotografía.

¿Cómo podía haber vuelto ha ocurrir? Se dijo así misma, entrando al gran recibidor. Toda su vida volvía a ponerse patas arriba a causa de él. Y encima, estaba completamente segura que él no le daba la misma importancia a lo ocurrido. ¿Cuándo iba a aprender la lección? Cuando... Se volvió a preguntar con lágrimas acumuladas en sus ojos. Aquel hombre no era nada bueno para su reputación. Tenía que alejarse de allí, pero no antes de darle un poco su merecido.

Se refregó los ojos para apartarse las lágrimas que tenían, cuando escuchó los pasos de estos acercarse allí. Segundos después, la puerta se abría dando paso a los dos hombres. Quienes volvían hablando y riendo. Esperó unos segundos a calcular la posición exacta del dios de las joyas y entonces, sí que alzó el pequeño jarrón que había allí para lanzárselo, dándole poca importancia a su valor. Su reputación y vida personal, tenía mucho más valor.

-¡Eres un capullo! –Escupió con toda la rabia que cargaba encima, observando como los dos hombres se agachaban con buenos reflejos y esquivaban el objeto que se hacía añicos al chocar contra la puerta de la entrada.

Los dos hombres se alzaron sorprendidos, después de ver como el jarrón explotaba en mil añicos tras ellos.

-¡Acaso estas loca! –Vociferó Kénan, incorporándose y yendo hacia ella, al ver su disposición en volver a lanzarle otro jarrón más-. Ni lo intentes Jacqui –La alertó con tono amenazante, justo cuando ésta ya sujetaba el objeto con sus largos dedos.

-¡Eres un idiota! –Volvió acusar echa una leona, sin detenerse a pensar en la petición del hombre al lanzarle un segundo jarrón.

Pierre, volvió agacharse mientras que Kénan se lanzaba en dirección hacia ella a pasos feroces.

-Te lo advertí –Masculló el hombre enfadado, esquivando perfectamente el segundo lanzamiento y logrando sujetarla por las piernas, para alzarla sobre sus hombros.

-¡Suéltame! –Soltó en un chillido agudo completamente sorprendida al ver aquella acción del hombre. Se sentía en gran desventaja al ser tratada de aquella manera. Era vergonzoso el que su trasero estuviera junto a su rostro, y que encima una de sus manos masculinas reposara en él. Aquello era completamente indignante. ¿Dónde demonios la llevaba? Alzó un poco la cabeza, para poder gritarle nuevamente con más fuerza, pero se detuvo al ver la expresión del amigo del hombre.

-Sí... Creo que debo marcharme –Soltó aguantando una risa, mientras que su rostro se veía un tanto acalorado.

¡OH, no! Menudo horror si éste le contaba algo a Norah. Entonces iba ha tener que comenzar a dar algunas explicaciones a sus amigas. Aunque con las fotos que iban a publicar, de seguro que ya no se escapaba de darlas.

-¡Ni hablar! –Gruñó feroz apuntándole con un dedo de forma amenazante-. Tú te quedas ahí, que cuando termine con éste memo... -Se revolvió un poco sin conseguir nada-. Voy a por ti...

Pero Kénan intervino con tono divertido, no dejándole terminar su amenaza.

-Hasta luego Pierre –Se despidió alzando su mano libre a modo de despedida, y sin mirar hacia atrás en ningún momento.

¡Maldito engreído! Pensó frunciendo aún más el ceño. Como podía ser tan creído, prepotente... Se iba a enterar.

-¡Bájame! –Ordenó comenzando a propinarle una serie de golpes en la espalda con sus pequeños puños. Fijándose que la conducía al salón-. Has vuelto hacerlo –Cuatro golpes más-. Me has arruinado la vida ¡OH! –Exclamó al verse lanzada de malas maneras al gran y cómodo sofá.

Deberes De Príncesa COMPLETAWhere stories live. Discover now