Capítulo 14

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Después de esperar más de media hora para embarcar por fin subimos al avión. -¿Qué asientos son? –le pregunto. -31A y 32B –los localizo unos dos metros más adelante. –Déjame ponerme en la ventanilla por favor –le miro suplicante. -¿Pero no me habías dicho que tenías pánico a los aviones? –se ríe mientras nos acomodamos en nuestros asientos. –Sí pero eso solo es al despegar, al aterrizar y en el caso de que haya turbulencias –le miro sonriente. Pasan unos minutos más hasta que se oye la voz del piloto por megafonía. "Buenas tardes les habla el piloto Banner. Vamos a despegar así que abróchense los cinturones y no utilicen ningún aparato electrónico. Les deseamos que tengan un buen vuelo." Mientras el piloto iba dando las instrucciones, una azafata rubia estaba al principio del pasillo haciendo señales de cómo utilizar las mascarillas de oxígeno en caso de emergencias. Una vez que se todo el personal del avión estaba en su sitio, el avión comenzó a moverse. –Ya nos movemos –dije con ansia. En un impulso agarre la mano de Henry. –Tranquila Jess –me mira sonriendo. –Lo siento pero de verdad que me pone mala esto de despegar –siento que el avión nunca va a parar de andar, pero de repente se oye un ruido muy fuerte, como si hubieran arrancado cien motos a la vez. -¿Qué es eso? –giro hacia Henry. –Los motores, ya vamos a despegar –y en efecto noto como mi espalda choca contra el asiento, me quedo estática y hasta que no siento que el avión se estabiliza no me muevo. La luz del cinturón de seguridad está apagada lo que significa que podemos desabrocharnos sin ningún problema. –No ha sido para tanto –veo como desabrocha su cinturón. –No, pero tú estás acostumbrado a viajar en avión pero yo con suerte habré viajado dos veces en 25 años. – ¿No te gusta viajar? –frunce el ceño. –Me encanta viajar pero suelo viajar por EEUU, pero fuera del país solo he estado dos veces contando esta –explico. –Entonces tendré que llevarte más veces fuera del país –sonríe de lado. –Si hay que montar en avión prefiero viajar por EEUU y que me lleves en coche –me río. Me pongo cómoda y observo lo que hace Henry. Tiene la mesa desplegable del asiento que está enfrente nuestra abierta y en ella tiene unas revistas. Pero me doy cuenta de que no son unas revistas cualquieras, son comics de Superman.

La voz del piloto me despierta, adormilada aun me abrocho como puedo y miro a Henry que ya está listo para bajarse del avión en cuanto aterrice. -¿Te has dormido? –le pregunto. –No, he estado leyendo todos los comics que he traído por si se me hacía muy largo el viaje –asiento y cuando noto que el avión empieza a descender para tocar tierra agarro la mano de Henry. Con un pequeño rebote el avión toma tierra y estamos unos minutos dando vueltas por la pista de aterrizaje y por fin el avión se para.

Estamos en la cinta por donde salen todas las maletas. –Mira allí están –me dirijo rápido hacia allí y primero cojo la mía que es la más pequeña y cuando voy a coger la de Henry él mismo se me adelanta. –Vamos mi madre nos estará esperando para cenar –me sonríe y me coge de la mano. -¿Le has dicho que vienes acompañado? –me sale un voz chillona. –Sí, pero tranquila que mi madre esta contentísima de que por fin la presente a una chica –se ríe de su comentario. -¿Nunca le has presentado a tus novias? –pregunto curiosa. -¿Crees que he tenido muchas? –me responde con otra pregunta. –Pues no lo sé –me encojo de hombros. –Bueno eso no importa, lo que importa es que mi madre quiere conocerte y por eso vamos a cenar a su casa –pide un taxi y cuando se para uno a nuestro lado el conductor sale y nos ayuda a meter las maletas al maletero. -¿A dónde les llevo? –noto el acento británico, la verdad es que no se diferencia mucho del americano pero algunas palabras son diferentes e incluso la propia pronunciación de algunas palabras que en los dos idiomas son iguales suenan diferente. –A Bibury por favor –contesta Henry. –Muy bien señor –y nos ponemos en marcha. No sé cuanto tardamos en llegar pero el paisaje me deja sin respiración. Todo es verde, las montañas tienen todavía nieve en sus cimas y multitudes de animales corren por el campo cuando pasamos con el coche. –Es precioso Henry –no puedo apartar la mirada de la ventana. –Si me permite decirle algo señorita, Bibury es uno de los pueblos más hermosos de esta tierra –me giro hacia el conductor, un hombre de unos cuarenta y tantos años con canas y un bigote que parecía que no se lo afeitaba desde hace bastante tiempo por lo largo que lo tiene. -¿Usted vive aquí? –le pregunto. –No, pero he hecho este mismo recorrido un millón de veces. A la gente que viene para pasar aquí las vacaciones suele gustarle mucho y suelen repetir –asiento y sigo mirando embelesada por la ventana.

Media hora después nos adentramos en un pueblo con numerosas casa echas de madera y con los tejados acabados casi en punta. –Señor ¿Dónde les dejo? –habla el conductor reduciendo la velocidad. –Aparque aquí, delante de esa casa roja –le señala. –me fijo y es la única casa de esta zona que tiene la pared pintada de otro color que no sea amarillo mostaza, que aunque ese color sea bonito se me hace muy repetitivo verlo en todas las fachadas de las casas. -¿Aquí vive tu madre? –salimos del coche. –Si –mira la casa con cariño y felicidad. –Pues vamos no perdamos tiempo –respiro hondo antes de agarrar mi maleta y dirigirme a la puerta. –No estés nerviosa, mi madre es un sol –nos reímos. –No sé si le gustaré –le miro dudosa. –Tú solo actúa con naturalidad, y antes de que entres por la puerta no querrás irte nunca más de aquí –me pongo de puntillas y le doy un beso en los labios. –Seguro que no –y dicho eso nos agarramos de la mano y caminamos hasta la puerta de la pintoresca casa roja.




Tarde en actualizar pero tenia mucho que hacer y no tuve mucho tiempo, pero aqui esta. <3<3

Poco a PocoWhere stories live. Discover now