Capitulo 1 - Sentimientos encontrados

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Dolor... Rabia... Decepción... Intriga... Desesperación... Angustia... Confusión.


Cuantas emociones flotaban en ese momento en el Sepelio del joven Manuel Uckermman, el menor de los hijos de ese matrimonio y cuya muerte fue debido a una depresión tan fuerte que decidió acabar con su vida de una manera drástica.

Los esposos Uckermman: Alexandra y Víctor lloraban desconsoladamente la muerte de su hijo al lado de su cuerpo sin vida y su hijo mayor Christopher estaba con ellos. Christopher era el mayor de su matrimonio pero al culminar sus estudios decidió realizar su vida en España, era en España donde se encontraba al enterarse de la noticia provocando así su inesperado regreso luego de 5 años fuera.

Dos... Tres... Cuatro familias, Christopher había perdido la cuenta de la cantidad de familias que habían llegado a darle el pésame a su familia y él solo quería que lo dejaran tranquilos en su dolor. Nunca había sido de mostrar sus emociones y ese día tan vulnerable no sería la excepción.

El momento del entierro había llegado y al levantar el ataúd de su hermano en conjunto con su padre y otros familiares supo que no podía seguir negándose a la realidad y debía afrontar que su hermano menor se había ido... Ido para siempre. Tuvieron que tranquilizar a la señora Alexandra porque en el momento que tomaron el ataúd para llevárselo, esta se lanzó encima de este impidiendo que se lo llevaran.

Iban en camino al cementerio y sus lágrimas corrían sin un comienzo ni un final y los recuerdos brotaban a flor de piel recordando a su hermano...

Manuel: ¿Sabes? No puedo creer que ya estoy a punto de culminar mis estudios universitarios.

Christopher: Y yo estoy muy orgulloso de ti, sé que llegarás lejos hermano

Ambos sonrieron y se dieron un fuerte y cálido abrazo.


Manuel: No me gusta la idea que te vayas a España y mama y papa están destrozados también (Decía un joven al ver que su hermano mayor había decidido formar su vida en otro lugar).


Christopher: Sabes que no me gusta vivir acá y te prometo que luego de un tiempo tu y yo.....


Alexandra: Ya llegamos


Lo había dicho en un tono apenas audible, su marido tomo la mano de su mujer en señal de apoyo, sacando de esta manera a Christopher de sus pensamientos.

Los tres bajaron de la camioneta último modelo de la familia y padre e hijo fueron nuevamente a llevar al joven Manuel a su último lugar.

Sacerdote: La vida es tan corta que a veces olvidamos vivir, Manuel nos enseña que no importa lo joven que uno es, la muerte tarde o temprano llegará a tu vida. Es por eso que debemos buscar de Dios antes que sea demasiado tarde...

Pero Christopher se había desconectado de lo que estaban hablando, no podía dejar de llorar por su hermano por más que quisiera impedirlo. Con gusto le hubiera cambiado el lugar para no verlo frente a Él en un cuerpo sin vida.

Que injusto que con tan solo 25 años su hermano se hubiera despedido de este mundo sin siquiera haber empezado a vivir y el con 30 años la tuviera por delante.

Estuvo tan ocupado en sus pensamientos que el tiempo fue rápido y cuando reacciono escucho el grito desgarrador de su madre causado por el llanto de tan lamentable perdida. La ceremonia de despedida había terminado y ya estaban a punto de enterrarlo.

Los obreros sepultaron el cuerpo 3 metros bajo tierra y entre el llanto de su familia comenzaron a echar la arena sobre él, al cabo de 35 minutos todo había acabado y la gente fue retirándose poco a poco dejando así solo a sus padres y su hermano que en silencio seguían llorando.

Alexandra: Vamos hijo (Este al verla, vio que su madre le estiraba la mano para que este la tomara) ya no hay nada que hacer aquí.

Christopher: Vayan caminando ustedes yo en un rato los alcanzo.

Alexandra: Pero hijo...

Víctor: Vamos amor, él nos alcanza ¿Si?

Su mujer asintió y envuelta en los brazos de su marido partieron juntos a la salida del lugar. Christopher los vio retirarse y se arrodilló frente a la tumba de su hermano soltando las lágrimas que ya no podían seguir ocultándose más tiempo. .

Christopher: ¡Que injusta es la vida Manuel! (En un tono amargado) Me arrepiento de haberme ido a España, de no haberte cuidado y no haber estado contigo en esos momentos tan difíciles que pasaste y que no he podido descubrir. (Tomo un puñado de arena) Pero ante ti te juro que voy a averiguar que te hicieron y no voy a descansar hasta hasta que el culpable pagué.

Y dicho esto soltó la arena, siendo marca de lo que estaba a punto de comenzar, un pacto que se cobraría la vida de muchos inocentes...





La Desgracia... Un error tras otro.

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