Capítulo 19: Sombra

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Hans había regresado a palacio. Anna lo sabía y se dirigía conpasos firmes a la sala de reuniones dónde pasaba los días. Llevabalos puños apretados. Tanto que se hacía daño. Pero la ira que lerecorría las venas en ese momento no le permitía ser consciente deello. En una de sus manos se encontraba la carta que estaba a puntode cambiar su vida (de nuevo).

La pesada puerta de la estancia se abrió de forma abrupta. Todoslos presentes se giraron de inmediato, sorprendiéndose al ver unaAnna con un porte y una determinación nunca antes vista.

- Fuera – dijo seriamente la princesa. Sus palabras parecíancortar el aire como cuchillas de hielo -. Quiero hablar con mimarido.

Los soldados y altos cargos allí reunidos se retiraron deinmediato, dejando al príncipe Hans con expresión de incredulidadante su esposa.

- Anna, querida, ¿qué ocurre? - preguntó al tiempo que se acercabaa la princesa con intención de tomar sus manos, pero ella lo apartóbruscamente con un manotazo.

- No te me acerques.

Hans estaba demasiado confuso como para decir nada. La situaciónsimplemente escapaba a su entendimiento.

- ¡Esto! - exclamó Anna con ira en sus ojos mientras le mostraba lacarta - ¡Esto es todo lo que buscabas, no?

El rostro del muchacho se volvió pálido al reconocer el papelque le mostraba su esposa.

- No es lo que crees... -comenzó a defenderse. Pero Anna lointerrumpió.

- ¿No es lo que creo? "Hazte con Arendelle", "Mata a la reinasi es necesario". Dime Hans ¿qué he mal interpretado?

- Por favor Anna, deja que me explique, eso es lo que quieren mishermanos, no lo que quiero yo.

- Pero estás aquí, casado conmigo, ¡gobernando Arendelle! Sin Elsamolestando. Dime una cosa ¿me quitarás del medio a mi tambiéncuando sea un estorbo? ¿O ya lo estás planeando?

- ¡No digas tonterías Anna! Puede que llegara a Arendelle condichas intenciones pero todo cambió en cuanto te conocí. ¡Me daigual la corona!

- ¿Cómo puedo creerte?

- Anna. Lo juro por mi honor, créeme: Daría mi vida por ti si fueranecesario. Lo último que quiero es herirte: Te amo.

La última frase fue como un puñal.

- Ya lo has hecho Hans. Ya es tarde – respondió fríamente laprincesa -. He informado al capitán de la guardia de tusintenciones, ha leído la carta. No tardarán en ir a por ti – hizouna pausa para mantener la compostura y evitar que se notara lo muchoque le dolía esa situación -. Vete.

- Anna...

- ¡¡Vete!! ¡Aléjate de mí!

El rostro de Hans cambió: Se volvió serio, pero sus ojosdenotaban una projunda tristeza y dolor interior.

- Cogeré mis cosas y me iré.

- Ya he mandado empaquetar tus cosas. Un cochero te espera en laentrada de las cocinas.

Hans hizo una reverencia.

- Majestad.

Miró fijamente durante unos segundos a la mujer que habíacambiado su vida y le había brindado felicidad para luego abandonarla estancia con paso ligero.

Anna cerró la puerta tras de sí, y cuando estuvo segura de queHans se había alejado, se derrumbó en el suelo llorando conprofundo dolor, dejando salir todo aquello que le dolía.

Hielo y Escarcha ❆Jelsa❆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora