Capítulo 6: Una promesa

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Llevaba un par de horas intentando que la reina hiciera algo, o que al menos se relajara, pero lo único que logró fue llenar el castillo de nieve, romper una columna y destrozar las escaleras.

—¿Tú no tienes muy claro el término "relajación", no? —preguntó el muchacho con sarcasmo.

Elsa lo miró. No sabía si enfadarse con él por hablarle en ese tono o preocuparse porque sabía que estaba en lo cierto.

—Venga, tan tensa no lograrás nada. Relájate, piensa que es un juego: ¡disfrútalo! ¿O tengo que tirarte otra bola de nieve a la cara? —dijo con una sonrisa divertida.

—¡No! No será necesario. —Elsa cerró los ojos y respiró hondo, tratando de concentrarse. <<No has de sentir... hazte con ello>>. Las palabras de su padre resonaban en su cabeza. <<No has de sentir, no has de sentir... no sientas>>.

Abrió los ojos y se concentró en un punto concreto de la habitación, donde pretendía crear una pequeña nevada. Condensó el poder en la palma de su mano y dejó escapar un rayo de energía que estalló en mil pedazos con el sonido de un relámpago en cuanto chocó contra el suelo.

Una fuerte ventisca comenzó a girar en la zona donde Elsa había fijado su mirada, pero el resultado no fue el esperado. El suelo se había roto tras el impacto y estalagmitas de hielo parecían levantar la nube que desencadenaba el vendaval.

<<Bueno>>, pensó Jack, <<por lo menos se queda en su sitio>>.

El muchacho se frotó la sienes un instante. Elsa trataba de controlar su creación. Los nervios se habían apoderado de ella y lo único que lograba era empeorarlo, haciendo crecer los pedazos de hielo y enfureciendo el viento.

—Elsa, relájate, respira hondo —le decía el muchacho tras de sí. La reina solo podía prestar atención a la ventisca que cada vez era más grande. Quería controlarla, pero no sabía cómo, se frustraba, se asustaba, trataba de recordar las enseñanzas de su padre.

<<No has de sentir, no has de sentir>>.

Jack trató de llamar su atención un par de veces más, sin éxito. Elsa estaba demasiado obcecada en su imposible misión. Darle un susto ahora que estaba tan concentrada podría ser divertido.

Se acercó a ella lentamente, por la espalda. La reina ni siquiera recordaba que Jack estaba en la habitación. El viento era más fuerte a medida que se acercaba y movía los mechones de su pelo blanquecino. Siguió avanzando con sigilo, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, se abalanzó sobre ella agarrándole los brazos.

—¡Relájate! —ordenó Jack, un tanto desesperado de que todos sus intentos fueran en vano.

Elsa se sobresaltó al notar el contacto con la piel del muchacho. Sobresalto que provocó que todo el viento que soplaba en la habitación exhalase su último aliento en dirección de ambos jóvenes antes de extinguirse.

Por unos segundos Elsa se sintió tranquila, relajada y en paz. Como si por un instante la conciencia la hubiera abandonado y nada de lo que percibía fuese real. La estancia, aunque destrozada y con formaciones de hielo abstractas, estaba tan calmada como ella. Hasta que recordó que alguien la estaba tocando; alguien frio como la nieve. Se apartó rápidamente volviéndose hacia él. Le habría gustado decirle algo, pero no supo qué.

—Eso ha estado mejor. —Elsa seguía mirándolo con expresión confusa. —Lo siento... —dijo el muchacho mirándose la mano mientras flexionaba los dedos. Miró a Elsa de nuevo —. Soy de piel fría.

—No pasa nada. El frio no me molesta.

—Sería un tanto irónico ¿no? —rió.

—Si, supongo que sí. —Terminó la frase con una pequeña carcajada que trató de ocultar tras la manos. A Jack le pareció gracioso y le dedicó una sonrisa divertida a la reina, seguida de una carcajada. Elsa no puedo evitar reírse entrecortadamente. No estaba acostumbrada a reír y una reina no podía permitirse el lujo de reír a carcajadas en público.

Hielo y Escarcha ❆Jelsa❆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora