Capítulo 15: Nuevas emociones

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 Todo era nuevo, brillante y maravilloso. Tal y como había dicho Jack, aquella tierra parecía mágica a pesar de la ausencia de la misma.

Elsa estaba emocionada, excitada ¡podía permitírselo! Por primera vez en años fue libre de verdad y no tuvo que preocuparse de su poder. A pesar de estar en un lugar totalmente desconocido, y probablemente peligroso, se sentía segura y confiada, pues Jack volaba sobre ella explicándoselo todo y, ocasionalmente, ocultándose de las miradas curiosas de algún niño.

- Eso es un semáforo: sigue caminando solo cuando se ponga de color verde. Cuando cruces la calle gira a la izquierda, a esta hora siempre regalan pastelitos en la confitería de Marta.

- ¿Marta? ¿Quién es Marta? ¿Otra guardiana? - preguntó Elsa esperando el cambio de color en el semáforo mientras trataba de mantener la falda del vestido lo más baja posible - ¿Y qué es eso de confitería?

- Eh... no, Marta es la dueña de la confitería y la confitería es una tienda en la que venden pasteles y se bebe café. Y te recomendaría no hablar mucho aquí, te recuerdo que no pueden verme y estás hablando sola.

Elsa miró por el rabillo del ojo a un hombre que tenía a su lado. La observaba de arriba abajo con una mueca entre fascinación y extrañeza. Notó un empujón en el hombro y pudo ver como la multitud comenzaba a cruzar la calle. Miró el semáforo, ya estaba verde; volvió a mirar al hombre y siguió a la multitud agachando en rostro mientras se ruborizaba. Giró a la izquierda, tal y como le había dicho su guía, y allí encontró a un par de chicas ataviadas con un vestido marrón, ceñido, corto y con un delantal. Una de las chicas era muy morena, casi del color del chocolate y su pelo, tan oscuro como el carbón y denso como el relleno de un buen cojín. Desde que llegó a ese lugar había visto gente de lo más variopinta: desde mujeres con los colores de pelo más extraños, hasta hombres adultos cogidos de la mano y haciéndose carantoñas. Era un lugar extraño, pero le gustaba.

Al pasar por delante de "la confitería de Marta", la chica de piel oscura le ofreció un pequeño pastel coronado con nata y una flor. Le habría gustado coger otro para Jack, pero le parecía descortés pedir otro pastelillo gratis para alguien que ni siquiera era visible a sus ojos ¿cómo explicarlo? la tomarían por loca. Siguió caminando un rato sin probar el apetitoso presente, hasta que vio un estrecho y oscuro callejón en el cual se adentró.

- Jack ¿quieres un trozo? - le ofreció amablemente al muchacho que ya descendía para estar a su altura.

- No gracias, es para ti, yo ya los he probado. A delante, dale un bocado.

Elsa observó por última vez el pastelillo, estaba tan bien decorado que le daba algo de pena comérselo, pero cerró los ojos se lo llevó a la boca.

No todo eran sorpresas para sus ojos y oídos en ese mundo: los sabores también eran diferentes ¡Y qué sabores! Elsa no sabría decir en qué momento terminó ese dulce con textura de algodón y sabor a miel, solo sabía que quería más.

- ¡Está delicioso! - exclamó cubriendo la boca con su mano mientras terminaba de masticar para tragar. Jack rió ante la espontaneidad de su compañera mientras esta terminaba de comer -. Cuando regresemos tengo que llevarle algunos a Anna.

- Seguro que le encantan, te recomiendo el de chocolate con avellanas.

Ambos rieron un rato, hasta que Jack se percató de los restos de dulce y nata que bordeaban los labios de Elsa. La observó unos segundos sin dejar de sonreír, aunque dubitativo sin saber muy bien cómo reaccionar. Finalmente se acercó más a su compañera y pasó el dedo pulgar por la comisura de sus labios para retirar un pequeño resto de nata. Lo hizo lento, delicado y con cariño.

Hielo y Escarcha ❆Jelsa❆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora