—¡No! No te estoy ofendiendo —suspira —enserio lamento si lo sentiste de esa forma, pero esto es una revista es de mucho prestigio y no puedo darte un espacio así por así en el grupo de edición. Ellos pasan por muchas pruebas.

—Bueno, puedo hacer esas pruebas, soy buena escribiendo, lo juro. Sólo quiero ese espacio y seré tu esposa cuando quieras.

—¿Cuándo quiera? —Pregunta intrigado, con una media sonrisa.

—Bueno, no ese tipo de cuando tú quieras —le digo firmemente, enarcando un ceja.

—Mente morbosa, no preguntaba eso, ni siquiera se me ha pasado por la mente, aunque te veas sexy con ese vestido —voltea la mirada a la carretera y pone el auto en marcha.

¿Fue eso un cumplido? Ese comentario hace que la sangre suba a mis mejillas, volteo mi cara hacia la ventana y una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro que de inmediato se disipa al recordar que es mi jefe y un completo grano en el trasero.

—Escucha, pensaré lo de darte un espacio en edición —interrumpe mis pensamientos—pero envíame algo, algún escrito que hayas realizado.

—Está bien, llévame a mi apartamento, por favor.

—No — frena en seco, si no es por el cinturón juro que salgo por el parabrisas —Alex, necesito esto, te dije que tengo que pensarlo, no me pongas entre la espada y la pared....

—No —interrumpo—necesito ir a mi apartamento porque no puedo dormir con esta misma ropa, ni despertar con esta misma ropa, se supone que es mi casa ¿no?

Puedo ver el alivio en su cara cuando digo estas palabras, inmediatamente gira en U creo que eso no es legal, me lleva al apartamento y al entrar veo a Natalie, Dereck y las tipejas de Karen y Lisa con dos amigos que están en la sala, Karen y Lisa dejan de besuquearse con los dos chicos que estaban con ellas y todos me quedan viendo, bueno, a ambos, creo que Karen y Lisa nunca me han visto salir con ningún chico, espero Natalie no haya comentado nada.

Saludo a todos y hago señas a Natalie de que me siga a la habitación, ella asiente, y pasa saludando a Oliver y brindándole un lugar para que tome asiento, éste con todo su porte varonil se sienta acomodando su saco, veo como Karen y Lisa quedan viendo a Oliver y este ni siquiera parece importarle.

Espero a Natalie en la puerta de mi habitación, una vez que esta entra cierro la puerta a mis espaldas para evitar que escuchen nuestra conversación.

—Natalie, dime que no les has contado nada —digo, girando hacia ella casi susurrando.

—Oh no, por supuesto que no, me preguntaron por ti y les dije que habías salido con un chico, nada más.

—Bueno, eso está bien, espero no sepan que es Oliver Anderson —entreabro la puerta un poco para cerciorarme que las tipas esas no le estén cayendo a Oliver encima.

—Oh no, no te preocupes, no es común tener un jefe bombón, y de remate que te quiera como esposa, eres la persona con más suerte que conozco, Alex.

—¿Qué? No, eso suena como si todo esto de ser su esposa fuera cierto, es un negocio, y tendré un artículo en su revista si me quedo en su casa esta noche, vine por algo de ropa —me volteo hacia ella y tiene un gesto de extremo asombro en su rostro.


—Oh-Por-Dios —Natalie dice esas palabras entre pausas —vale más que te hice comprar esa ropa interior sexy —se acerca a mí y pasa sus manos por mis piernas —al menos estás depilada.

—¿Qué? No Natalie ¡No! sus padres se quedarán en su casa esta noche y por ende me tengo que quedar yo con él —digo, caminando hacia dónde tengo una maleta y comienzo torpemente a sacar ropa de mi armario sin fijarme que es lo que llevo.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora