- ¿Gustar? –fruncí el ceño, extrañado por la pregunta. Y de inmediato caí, entendido la intención del pelinegro. Suspiré y solté el aire antes de contestar, intentando escoger las palabras adecuadas para esto. –Jungkookie, voy a ser franco, ¿sí?

- Va-vale... –su voz se escuchaba temerosa, como si le asustara lo que fuera a escuchar.

- Creo que deberíamos dejar de vernos.

- ¿Po-por qué? ¿Hice algo mal? –Escuché unas voces de fondo, pero eran tan bajas y disipadas que no pude averiguar a quien pertenecían, y de todas formas tampoco me importaba, quería terminar rápido esta conversación e ir a comprobar la teoría de Kook. – Es-estás... ¿estás enamorado de Jin hyung?

- No sé si estoy enam... ¡osea, no estoy enamorado de Jin hyung! –suspiré con frustración, agitado por las cosas que este niño casi me obligaba a decir. ¿Por qué me agobiaba tanto pensar eso? No tenía ninguna importancia, tan solo eran palabras fuera de significado. Si dijera que estoy enamorado de Hope, me reiría, pero si lo decía con Jin, me agobiaba. No tenía sentido. –Lo que quiero decir es que no me gustas.

- ¿Me o-odias?

- No, no, no te odio. Solo creo que me ves de una forma diferente como yo a ti, y he aprendido que no está bien. No puedo seguir jugando contigo.

- ¡Pe-pero a mí no me importa! ¡Puedes hacerlo, puedes jugar conmigo, no pasa nada! –respondió con desesperación, recordándome que solo era un niño.

- ¡OH NO, ESO SI QUE NO! ¡DA-DAME, DAME EL MALDITO MÓVIL JUNGKOOKIE! –exclamó una tercera voz, a la que esta vez pude diferenciar perfectamente.

- ¿Jimin?

- Sí, soy Jimin. Con mucho respeto, hyung, te pido que le dejes las cosas claras de una vez a Jungkookie, porque est... ¡que no, que me dejes, espérate! –escuché un forcejeo por el fondo, como si alguien intentara arrebatarle el dispositivo. La siguiente voz en sonar fue la de Jungkook. –Hy-hyung, no haga caso a lo que dice, so-solo piénselo. Lo que le... ¡ah, Jimin! ¡Suéltame! –y de nuevo el remitente volvió a cambiar, tornándose en un voz igual de cansada, pero más madura. – ¡Dijiste que si te lo decía le olvidarías, que lo intentarías al menos! ¡Jungkookie, cumple tu palabra!

- ¡No quiero! –es voz era de Jungkook.

- ¡Me da igual, no vas a seguir siendo su jodido muñeco! –Jimin de nuevo.

- ¡Seré lo que quiera, no eres mi madre! – El pelinegro...

- ¡Jungkook, aléjate del jodido móvil y ven aquí de una vez! – Y otra vez el mayor...

- ¡BASTA YA! –exclamé, tan furioso como confundido, provocando que inmediatamente se hiciera el silencio al otro lado de la línea. – Poner el maldito altavoz.

- Y-ya está hyung... –respondió Jungkook a los pocos segundos, acompañado de un bufido de Jimin por el fondo.

- No tengo tiempo para vuestras mierdas, voy a buscar a Jin, así que dejar de distraerme.

- Pe-pero...

- ¡Nada de peros, Jungkook! Y ya te he dicho que no pienso seguir así contigo. Jimin y Jin tienen razón, está mal. Eres un niño.

- ¡No soy un ni-

- ¡Si eres un niño, idiota! ¡Y no voy a dejar que te mangoneen a su antojo! –exclamó un igual de enfadado que yo, Jimin.

- Pe-pero yo quiero a hyung...

- Jungkook, tienes que entender que yo no te veo de la misma forma –expliqué más calmadamente, comenzando a arrancar el coche. No quería extender más esta conversación. –Cuando me refería a dejar de vernos, ya sabes en qué sentido me refería. Obviamente podemos seguir quedando como amigos, aún sigues siendo mi Jungkookie.

- Solo es Jungkookie.

- Jimin, cállate –solté rodando los ojos, aunque ese gesto ellos no lo pudieran ver. –Lo que decía. Que te mereces algo mejor, a alguien que te quiera igual.

- Y-yo... –y escuché un golpe, seguido de pasos, como si hubiera salido corriendo. - ¿Rapmon? –Ahora era Jimin el que hablaba.

- ¿Qué ocurre?

- Gracias por ser sincero, era lo que necesitaba. Iré a hablar con él.

- ¿Está llorando?

- Sí, se fue llorando.

Me quedé mudo durante varios segundos, incapaz de hacerme la imagen de ese niño con lágrimas en el rostro. Conmigo jamás había soltado una, siempre adoptando un faceta fuerte y segura.

- Cuídale bien, Jimin. Te lo encargo.

- Lo haría igual sin que me lo dijeras, idiota –respondió antes de colgar. Suspiré y sonreí, feliz de que el pelinegro tuviera a alguien como Jimin a su lado.

"Jin también se merece a alguien así a su lado"

La princesa era demasiado buena para este mundo, y probablemente no existía nadie a su altura, pero mientras tanto, hasta que llegara alguien lo suficientemente decente, yo me encargaría de cuidarle. Me sentía obligado a ello, no sé porqué, simplemente así se sentía.

Por eso cuando llegué a la mansión y encontré esa escena, todo mi interior se rompió, haciéndome imposible el reaccionar.

Sí que me extrañó que no hubiera nadie en la casa, acreditando las palabras de Jungkook. Probablemente mañana mismo ya estaría lleno de sirvientes, pero en este momento era tal el silencio que una vez entrabas dentro, era imposible no escuchar esas voces.

Era imposible no escuchar esos lloros que pocas veces había presenciado pero ya los tenía clavados en la mente.

- ¿Jin? –conseguí articular, atónito con la escena que estaba presenciando.

Y lo siguiente ocurrió tan rápido que me resulta casi imposible de procesar. Yo agarrando a Hwa, estampándole contra la pared con tanta fuerza que podría asegurar haberle roto algún hueso. Jin gritando, cayendo al suelo y encogiéndose sobre sí mismo, pegando asustado la espalda a las patas de la mesa. Mi puño impactando tantas veces contra la cara de su tío que perdí la cuenta, convirtiéndola en un abstracto retrato teñido de rojo.

- ¡NO, PARA!

Y me detuve, girándome instantemente hacia Jin, quien me miraba con los ojos abiertos, incrédulos.

- ¿Era él quien te hizo llorar todas esas veces, verdad? –pregunté sin soltar el cuello de la camisa a quien hacía unos minutos consideraba padre. Me dolía más toda esta situación que la herida, probablemente ya abierta, de mi costado. - ¡Responde, Jin joder!

Asintió cabizbajo, incapaz de pronunciar otra palabra.

- T-tú n-no –Hwa tosió, rociándome con varias gotas de su propia sangre, antes de volver a intentar hablar. –Tú no... no lo entiendes. N-nos ama... amamos.

- ¡Estabas violándole, cabrón! –exclamé fuera de sí, propinándole otro puñetazo.

Lo había tenido tan cerca y no me había dado cuenta. Era él. Era él quien hacía sufrir a Jin, éra él el mayor miedo de la princesa, aquello que siempre reinaba en sus pesadillas. Era él el culpable de que se levantara llorando en mitad de la noche, el que provocó que se tensara al mínimo contacto conmigo.

Era él quien había roto a la cosa más hermosa del mundo.


¿Y si me tuviera que marchar? ▌Namjin▐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora