Capítulo 2: Atención

24.8K 3.1K 2.7K
                                    

[Namjoon]

Una semana. Una maldita semana y mi vida ya había dado un giro de ciento ochenta grados, o mejor dicho, Jin le había dado un giro de ciento ochenta grados, y no solo a mí, también a mi ropa, mi casa... ¡E incluso a mi comida! Aunque en verdad de eso último no me podía quejar, pues a pesar de que todos los nuevos productos fueran "bajos en calorías", "cero grasas" o demás tonterías, Jin los cocinaba de muerte.

Sí, porque el castaño cocinaba, y lo hacía que te cagas. Seguro que mi vida había aumentado unos dos años solo por probar sus platos.

- ¡Namjoon!

Para mi desgracia la cocina era lo único bueno que traía la princesa consigo. Por lo demás seguía siendo un completo irritante tocapelotas que no me dejaba tranquilo ni un maldito segundo.

- ¿Ahora qué quieres?

- ¡Oye, no me hables así!

Suspiré y rodé los ojos, acomodándome en el sofá y apartando la revista de coches que tenía entre mis manos. Dentro de poco Hwa me dejaría renovar el mío, y obviamente podía elegir; siempre que no escogiera uno extremadamente cantoso y colorido. Miré a Jin y forcé una sonrisa.

- ¿Qué le ocurre, princesa?

- Que eres idiota, eso ocurre –bufó molesto y se acomodó el pelo con indignación, cosa que de algún modo me causó gracia. Últimamente estaba empezando a adaptarme a la personalidad de este tipo. Eso no quería decir que me cayera bien, tan solo le aguantaba mejor que el primer día.

- ¿Solo eso? No creo que nos suponga ningún problema –respondí devolviendo la vista a la revista, la cual me quitaron al segundo. Levanté la mirada y me encontré con la furiosa expresión de Jin fulminándome.

- Namjoon, esto es serio.

Suspiré y asentí varias veces, incorporándome y sentándome sobre el sofá. Me alboroté el pelo con cansancio y le miré cruzado de brazos, dándole a entender que tenía toda mi atención. Se quedó mirándome varios segundos, abrió la boca para decir algo e inmediatamente la volvió a cerrar.

- ¿Qué te pasa?

- Eh... -se rascó la nuca y sonrió nerviosamente –...se me ha olvidado lo que te iba a decir.

"Tranquilo. No te alteres. No lo hace con mala intención, solo es así."

- ¿Entonces ya puedo volver a lo mío?

Asintió tímidamente y se fue, dejándome de nuevo con esa tranquilidad llena de silencio. Una tranquilidad que no tardó ni medio minuto en volverse a romper.

- ¡YA ME ACUERDO! –Al instante apareció el castaño nuevamente por la puerta del salón. De nuevo su ceño estaba fruncido e iba con los brazos en jarras. Caminaba tan rápido que no me sorprendió nada cuando a menos de un paso del sofá, dio un traspiés y casi se cae de espaldas. Rápidamente le agarré de la muñeca y tiré de él hacia mí, provocando que terminase en mi regazo en vez de en el suelo.

- Ayer mismo me dijiste que si andaba corriendo por la casa con calcetines, podría caerme –le recordé con cierto retintín, gozando de restregarle sus mismas normas por toda la cara, pues él se encontraba exactamente en calcetines rosas y blancos.

- Cállate y no me cambies el tema.

- Como quieras... -sonreí y le solté las muñecas, aunque no se levantó de encima de mí. Por algún motivo no me sentí incómodo. – Entonces, ¿qué es eso tan horrible que he hecho?

¿Y si me tuviera que marchar? ▌Namjin▐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora