Capítulo 17: Cayendo

16K 2.4K 1K
                                    


[Jin]

Me pasé toda la mañana en ese cuarto que tan bien habían acomodado a mí gusto pero que no llegaba a sentir del todo mío. Estaba demasiado ordenado, echaba en falta las constantes camisetas que terminaban desperdigadas en mi cama cuando le pedía a Namjoon que durmiera conmigo y lo hacía, para luego quedarse en bóxers alegando que tenía calor. Echaba en falta las zapatillas rosas de andar por casa que le compré e iban a juego con las mías, las cuales nunca usaba pero siempre traía puestas cuando me veía para aparentar. Echaba de menos tantas cosas que sentía un vacío tan grande como la nostalgia que sentía en ese momento.

"Puedes volver, aún puedes"

Quizás podría echarme atrás. Quizás no estaba obligado a vengarme, a terminar con todo. Quizás solo podría olvidarlo y empezar de nuevo.

Toc toc toc

- ¿Jin, estás ahí?

Me tensé al escuchar esa voz áspera tan reconocible. No podía, jamás podría olvidarlo y echarlo a un lado. Jamás.

- Si estoy.

- Ven a mi despacho, estaré esperándote allí –ordenó desde el otro lado de la puerta, sin molestarse en abrirla.

- Estoy cansado, iré en otro momento.

- Solo quiero hablar un rato.

- ¡Ya te he dicho que estoy cansado, no quiero hablar! –exclamé con furia, arrepintiéndome de inmediato de haber gritado al notar cómo abrían la puerta de mi habitación y se adentraba en esta la persona que más miedo me daba en el mundo.

- ¿Qué has dicho?

- Na-nada... –murmuré, cubriéndome con las sábanas. Por algún motivo me sentí de la misma forma que hacía unos años, igual de niño, igual de indefenso, esperando la llegada de alguien que me ayudara.

- ¿Me has gritado? –hablaba calmadamente, acercándose a paso lento hasta mi cama. Aún así podía notar el enfado bajo su semblante, y la lujuria que traía su mirada, poniendo ya en marcha la multitud de formas que se le ocurrirían para reprenderme.

- N-no... –tragué saliva y me puse en pie inmediatamente, saliendo de la cama y dirigiéndome a la puerta–Quería decir que ya voy.

- Así me gusta –respondió acariciándome la cabeza mientras me empujaba ligeramente para que le siguiera hasta su despacho. En todo el trayecto no me encontré a nadie, preguntándome a donde habrían ido todos los criados.

- Tío

- ¿Qué ocurre? –me miró y frunció el ceño, abriendo al mismo tiempo la puerta e indicándome que entrara. - ¿No irás a quejarte de nuevo?

- N-no, nada de eso –apresuré a responder, haciendo que me sonriera tranquilizadoramente, cosa que consiguió el efecto contrario, provocándome un escalofrío. – ¿Dónde están todos?

- ¿Todos? ¿A qué te refieres con todos?

- Los criados.

- Ah... –asintió y se apoyó en su escritorio, apartando antes varias carpetas de en medio. – No están.

- ¿Les despediste?

- No exactamente. Me mudé hace unos meses a un hotel, esta casa se me quedaba grande. Aunque ahora que has vuelto no estaría mal volver a habitarla, ¿no crees?

- Tampoco me import... –rectifiqué mis palabras al ver su mirada reemprendiéndome. –Sí, tienes razón.

- Mañana mismo me encargaré de los contratos, pero ahora vamos a relajarnos, ¿sí?

- Tío, decía en serio lo de que estoy cansado... –susurré en voz baja. Ahora no me sentía con fuerzas emocionales para aguantar una sesión. Simplemente no podía. Pero él no pareció comprenderlo, acercándose y acariciando mi mejilla, sin dejar de sonreír.

- No otra vez, Jin. Ya te dejé esta mañana. –me agarró la muñeca, girándola a mi espalda y de un movimiento me colocó sobre la mesa, pegando mi pecho a la superficie de esta. Antes de poder hacer nada se sacó el cinturón y sujetó mis manos con él, amarrándomelas con demasiada fuerza.

- Porfavor... –intenté levantarme pero volvió a empujar sobre la madera – Hoy no, ahora no quie-

- Shhhhh, tranquilo pequeño... –se inclinó sobre mi mejilla y la besó, chocando al mismo tiempo su entrepierna contra mi trasero, tensándome ante ese mínimo roce. –Te acabará gustando.

- N-no, en serio –sollocé, arrepintiéndome de no haberme decidido a hacerlo minutos antes. Si lo hubiera hecho no tendría que aguantar otra vez más. – Más n-no, por favor.

- Venga Jinnie, deja de quejarte –susurró junto a mi oído, empujándome contra la mesa para inmovilizarme. – Si sigues hablando me obligarás a taparte la boca. Ya sabes que solo me gusta oírte gemir.

- Ho-hoy no porfavor, tío, por favor te lo pido... –intenté levantarmte otra vez, y en esta ocasión recibí un golpe en las costillas que me hizo encogerme sobre mí mismo, recargándome sobre la mesa. Fruncí el ceño y mordí mi labio inferior con frustración, notando como se me humedecían los ojos por las lágrimas que acechaban con salir.

- ¿Vas a seguir hablando? –amenazó, haciendo presión en el lugar donde acababa de propinarme el golpe. Negué, tragándome mis palabras, y recibiendo besos en el cuello como respuesta. – Vamos a pasarlo bien, no deberías alterarte. Ya estás más que acostumbrado. –Adentró su áspera mano por el interior de mi camiseta, acariciando todo mi torso al tiempo que desabrochaba ambas cremalleras de los pantalones, la mía y la suya. Antes de que me dejara en ropa interior, ya me encontraba derramando multitud de lágrimas, humedeciendo mis mejillas y la mesa en las que terminaban cayendo. Él, al percatarse, soltó una risa y empujó su erección bajo el bóxer contra mi trasero con diversión, provocándome casi una arcada al imaginar la escena. No quería que me tocara. –Hacía mucho que no llorabas Jinnie. Me gusta que recuperes las buenas costumbres.

- N-no quiero...

- Ya te he dicho que no me gusta que hables –me recriminó con brusquedad, cambiando radicalmente el tono y ofreciéndome otro golpe en las costillas como regalo. Antes de que pudiera elegir si volver a abrir la boca o no hacerlo, se deshizo de mis bóxers y acercó su erección a mi entrada. Comencé a patalear aterrado, incapaz de huir, llorando y gritando por ayuda. –Jin, detente de una maldita vez, joder.

- ¡Pa-para, por favor! –pero no lo hizo. En su lugar arremetió contra mí sin ningún tipo de preparación, haciéndome sentir como desgarraban todo mi interior, hasta el alma. Chillé con todas mis fuerzas, cerrando los ojos y llorando desalmadamente.

- Te lo ganaste por no callar cuando te lo dije –explicó con voz agitada, volviendo a salir para segundos después entrar nuevamente, con la misma saña y brusquedad que la vez anterior.

Besaba y lamía cada parte de mi cuerpo que se le ponía por delante, haciéndome estremecer del asco, tensarme del dolor, agonizar por no poder huir. No recordaba lo horrible que se sentía. Las últimas veces yo no me había negado, no puse resistencia, fue todo más fácil, al menos para él, porque mi infierno seguía siendo el mismo.

Golpeaba a cada lamentación que salía de mis labios, embistiéndome con todas sus ganas, ignorando mis lamentos y sollozos. Era repugnante, quería vomitar, quería morirme.

Y de repente la puerta se abrió, resonando entre todos esos gemidos y lloros que inundaban el cuarto.

- ¿Jin? –preguntó atónito esa voz que tan bien conocía.

Era él. Me encontró. 

¿Y si me tuviera que marchar? ▌Namjin▐Where stories live. Discover now