Parte 9: Tengamos la fiesta en paz

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Capítulo 9: Tengamos la fiesta en paz.

La mesa estaba más que lista cuando todos se sentaron. Stu no dudó un segundo en reservar un hueco a su lado para Glenn. De hecho, ambos llegaron riendo al comedor, como si fueran viejos amigos.

Bonnie, en cambio, dedicó su atención a los niños que correteaban alrededor de la mesa mientras nuestra encantadora "pareja" tomaba asiento junto a Karin. Ésta aprovechó el alboroto para acercarse un poco a su hermana y hablarle en voz baja.

—Mamá me ha dicho que intentará hablar con papá esta tarde para que se haga a la idea sobre Nick.

—No hará falta. —Le respondió Judy, tomando un poco de agua de su vaso. —Les voy a contar la verdad.

—Estás de broma, ¿no? —La pequeña se la miró como si hubiera dicho la mayor absurdidad de la historia. —Te estamos ahorrando un matrimonio no deseado y...

—Yo sola puedo decidir lo que quiero hacer con mi vida, Karin. —Replicó la hermana mayor. —No voy a dejar que escojan por mí.

Cuando la otra iba a responder, Bonnie ya había conseguido colocar a la mayoría de los niños y comenzaba a servir los platos. Glenn había sido el primero y ahora le tocaba a la niña.

—A ver, cariño, ¿cuánto quieres de calabacín rebozado?

Ella alargó el plato.

—Con dos trozos me basta, mamá.

—¿Dos? Nada de eso. Cinco como mínimo. —La reprendió Bonnie. —Estás demasiado flaca. No voy a permitir que caigas enferma.

Karin frunció el ceño, sabiendo que no podría llevarle la contraria a su madre aunque quisiera, y Judy puso los ojos en blanco, aguantándose la risa. Había olvidado lo que era comer en casa. Puede que sus padres no fueran ni mucho menos ricos, pero no escatimaban en comida para sus hijos.

Alargó el plato a su madre y le dejó elegir la cantidad que creyera conveniente, sabiendo que no iba a salir de allí sin desabrocharse el pantalón.

—Esto... ¿tú querrás calabacín, Nick? —La pregunta se le atascó un poco en la garganta a la pobre mujer. —He preparado un poco de tofu también. Está muy bueno.

Él sonrió y alargó el plato. Un poco de verdura no le haría daño... aunque no fuera precisamente una delicia para su paladar. Cuando Bonnie le sirvió también un trozo de masa gelatinosa y blanca con especias y una salsa verde, tuvo sus dudas. "Aguanta..." pensó.

Y así fueron llenándose los platos, uno por uno, esperando el turno y aguantando el hambre hasta que Bonnie pudo por fin sentarse en su sitio y obligar al grupo a elevar una plegaria por los alimentos que iban a recibir.

Los invitados no eran lo que se dice... devotos, pero imitaron a su anfitriona sin rechistar.

Por fín, llegó el momento de hincar el diente al delicioso banquete.

El tofu no sabía mal del todo... pero tenía un gusto un tanto peculiar que las papilas gustativas de Nick no alcanzaban a identificar. Mientras danzaba en su paladar, iba echando un vistazo a todos los allí presentes. La mayoría de los críos comían con gran apetito, masticando con la boca abierta e incluso dejando escapar algún que otro eructo, algo que la madre no soportaba pero contra lo que no podía luchar. Teniendo tantos hijos, habría tenido que dividirse al menos en cincuenta como ella para controlarlos a todos.

En lo que respecta a los adultos, Stu cuidaba un poco más las formas delante del adinerado huésped, quien mantenía la conversación con inmaculada delicadeza.

¡Un asunto conejudo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora