Parte 4 - No hay perdón que valga

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Capítulo 4: No hay perdón que valga.

La semana había comenzado muy bien. Mucho trabajo, distracciones a punta pala y ni un rincón para el aburrimiento. Justo lo que Judy deseaba. Su vida había vuelto a la normalidad, resolviendo casos y desayunando donuts de mermelada junto a Nick todas las mañanas.

Sin embargo, apenas habían pasado tres días desde que su hermana había regresado a Bunny Burrow, que recibió una llamada.

Para su sorpresa, era su madre. No es que no contactaran a menudo, pero le extrañó que no usara el sistema de videollamada. Raro en ella, ya que siempre quería ver la carita de su adorada hija mayor.

—Hola mamá. —Respondió.

—¡Buenos días, cariño! —Su voz sonaba algo más aguda que de costumbre, pero Judy no le prestó demasiada importancia.

—Estoy trabajando, si quieres te llamo luego para...

—Oh no, no, si sólo era para ver qué tal vas... —la cortó su madre —es que hace tanto que no vienes a visitarnos...

—Sí, porque estoy ocupada, mamá. —Judy resopló para sí misma mientras Bonnie continuaba hablando.

—Sí, sí, ya me lo dijo tu hermana. Se lo pasó muy bien y nos contó todo lo que hicisteis.

—Mamá, voy a cortar. Te llamo luego...

—¡Espera! —La exclamación le salió con tal urgencia que Judy no llegó a pulsar el botón.

—¿Sucede algo? —Hubo un breve silencio al otro lado, durante el que creyó escuchar cuchicheos. —¿Mamá? ¿Sigues ahí?

—Esto... —Bonnie carraspeó —la semana que viene son las fiestas del pueblo. Habrá eventos durante toda la semana y tu padre y yo creemos que sería una buena oportunidad para que vinieras de visita, aunque fueran sólo unos días...

Judy suspiró.

—Con que era eso...

Sabía que sus padres la echaban tremendamente de menos y siempre estaban pensando en ella. No los culpaba; eso significaba que la querían mucho, pero también eran expertos en hacerla sentir mal cuando rechazaba sus súplicas de ir a verlos a causa del trabajo.

No es que tuviera ganas, pero el jefe le había insistido varias veces en que debía tomarse unas vacaciones. De hecho, si descontaba el fin de semana con Karin, el resto se los había pasado trabajando. Adoraba las largas horas en el despacho, atendiendo llamadas o buscando pistas sobre algún caso abandonado. Incluso había comenzado a entablar más amistad con sus otros compañeros de la comisaría, aparte de Nick... pero su vida como policía no evadía las responsabilidades de ser una buena hija.

Lo meditó un instante, masajeándose el puente entre los ojos, y finalmente acercó de nuevo los labios al auricular.

—Está bien. No puedo prometéroslo, pero intentaré que me den unos días libres la semana que viene para...

No terminó la frase que su madre ya estaba saltando de alegría.

—¡Ay que bien! ¡Muchas gracias, cariño! ¡No sabes lo contentos que estamos!

—Vale, mamá...

—¡Te prepararé tu comida favorita! —Continuó Bonnie.

—Mamá...

—¡Iremos todos juntos a la feria, como cuando eras pequeña! ¡Y además...!

—¡Mamá! —Judy no quería gritar, pero la emoción al otro lado del teléfono no le había dejado opción. Comprobando que su madre había callado, aprovechó la ocasión, recordándole que no era el mejor momento para celebraciones. —Aún tengo que pedir que me den permiso, ¿de acuerdo? Os llamaré cuando sepa algo; ahora debo colgar, el deber me llama.

¡Un asunto conejudo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora