Capítulo 10: Mentira

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- ¿El que abre veinticuatro horas?

- Ese mismo –escuché unas voces de fondo al otro lado de la línea. Hwa debió tapar el altavoz para que yo no pudiera escucharle, provocando un sonido muy desagradable. Fruncí el ceño y esperé paciente su vuelta. –Rapmon

- ¿Sí, señor?

- Tan solo llamaba para avisar de que ya te mandé el nuevo encargo. Es muy importante, así que no me falles.

- No señor.

Respondía mecánicamente, prestando más atención a mis pasos y el frente de la calle, que a la conversación.

- Entonces ya hablamos.

- ¡E-espere señor!

- ¿Qué ocurre?

- ¿Hace cuanto dijo que dejó a Jin en el supermercado?

- Aproximadamente una hora, que recuerde – hizo una pausa demasiado larga y volvió a hablar, aunque ahora su tono había cambiado. – ¿No habrás ido a buscarle?

- Es exactamente lo que estoy haciendo.

- Rapmon, Jin puede valerse por sí solo.

"Puede, pero Jin necesita más ayuda de lo que muestra"

Hice caso omiso a las palabras de Hwa y seguí avanzando hasta que divisé el pequeño supermercado a lo lejos, junto a un callejón desolado. No daba muy buena imagen, y menos con la oscuridad a estas horas.

- Rapmon

- ¿Sí señor? –pregunté si prestarle mucha atención, entrando en el abandonado local. A primera vista tan solo parecía llenarlo el joven cajero de la entrada. Ningún cliente, ningún Jin.

- ¿No habrás hecho nada con Jin?

Me paré en seco, sorprendido por las palabras que acababa de escuchar. Tuve que andar unos pasos para quitarme del punto de mira del cajero y volver a recuperar cierta intimidad. No quería mentir a Hwa, pero lo haría si dijera que no había tocado a su sobrino. Porque nada, lo que se dice nada, no habíamos hecho. Aún recordaba los gemidos de Jin en los momentos más inesperados, creándome ciertos pensamientos que me obligaba a eliminar de inmediato.

- No, señor. Solo me preocupa su bienestar, como usted me mandó.

- Está bien.

Acababa de mentirle por primera vez en mi vida. Bueno, no había llegado a tener sexo con Jin, así que eso podía contar como nada. ¡Qué más daba! Ahora lo que me urgía era encontrar a la princesa. Y castigarle. Iba dejarle las cosas muy claras, haciéndole entender que no podía preocuparme de esta forma. ¡Eso si que era mala educación, joder!

- Señor, tengo que colgar.

- ¿Encontraste a Jin?

- No, pero seguiré buscando.

- No lo hagas. Quizás quiera estar solo.

- ...

- Rapmon, es una orden.

- Está bien, señor.

Colgué y guardé otra vez el aparato en el bolsillo. Acababa de mentirle una segunda vez, porque no tenía ninguna intención de dejar de buscar a la princesa. Cuando le viera y calmara mis temores, quizás podría ir a relajarme a casa, pero hasta entonces nada. Era algo conmigo mismo, fuera de cualquier orden o encargo.

Recorrí el local de punta a punta, de esquina a esquina, comprobando la falta de clientela y ausencia de mi objetivo. Jin no estaba ahí. Suspiré, despidiéndome de mala gana del cajero, y nada más salir a la calle me adentré en el callejón a mi derecha, cruzando unas cuantas tablas de madera. Di un puñetazo a la pared, descargando mi rabia y pensé en que otros sitios buscar.

¿Y si me tuviera que marchar? ▌Namjin▐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora