Parte 2

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Son como las 8 am, lo sé porque a estas horas ya la claridad que entra por la ventana golpea fuertemente mis pestañas y me encabrono, al menos me desperté un poco más tarde, me levanto molesta tirando todo lo que se pone en mi camino, supongo que ya Natalie se ha ido a su trabajo, abro la puerta y hay una notita sobre esta.

"Siento mucho lo de ayer :( te dejé un pedazo de torta de limón en la nevera"

Que linda, sólo espero no me vuelva a hacer estas cosas, creo fielmente que me quedaré soltera criando gatos como mi vecino don Juancho.

Comiendo mi tarta de limón observo por la ventana, el gran rótulo del edificio Anderson se divisa desde aquí, me dirijo hacia el sillón blanco en frente de la tv y empiezo a ver qué hay de bueno a estas horas.

Mi celular me hace dar un brinco del susto, llevo mi mano a mi pecho y suspiro, cambiaré ese jodido tono de la cucaracha.

Voy hasta mi celular a paso rápido y deslizo mi dedo por la pantalla. Es un número desconocido.

—¿Hola? —pregunto al descolgar, con mi entrecejo fruncido, espero no sea que secuestraron a Natalie y quieren dinero porque me les reiré sonoramente y nos van a matar a ambas.

—¿Alexandra Carlin? —pregunta una voz de hombre, bastante ronca e intimidante, sí, la secuestraron, esto no puede estarme pasando.

—Sí, ella habla —contesto casi balbuceando —lo único que tengo en el banco son 100 dólares ¿Creen que con eso la dejan libre?

Silencio del otro lado.

—¿Disculpe? ¿Hizo usted una aplicación para secretaria de la presidencia en revista Anderson?

¡Ah! ¡No puede ser! ¡Maldita sea!

—Así es... Lo... si...ento —digo, en un hilo de voz, espero no sea el jefe porque me suicido —creí que habían secuestrado a mi amiga.

Más silencio del otro lado, escucho unos murmuros con risas, pero no logro entender. El tipo aclara su garganta. De seguro creerá que soy una lunática que hizo una aplicación desde un hospital psiquiátrico.

—Su cita para la entrevista es a las 9 am —¿9 am? Miro el reloj y ya son las 8 y 12 minutos.

—¡Claro! —aclaro mi garganta con una risa nerviosa —Muchas Gracias.

¡Las tres divinas personas! Llegaré tarde. ¿Por qué esta gente no avisa más temprano?

Me apresuro lo más que puedo tomo una ducha y me pongo mi traje de todas las entrevistas, formal y sencillo, no tengo mucho tiempo para pensar en otra cosa, el pantalón negro cubre gran parte de mis zapatos altos y observo una mancha en el borde del pantalón ¡Joder! ¿Qué es esto? Corro hacia el lavabo y con un trapo húmedo intento deshacerme de lo que parece ser... ¿Excremento? No, no puede serlo, me quito el pantalón nuevamente para observar la mancha más de cerca, y mis fosas nasales se activan, abro mis ojos como platos ¡Puto gato del vecino! Ahora tengo que buscar que ponerme, le llevaré este pantalón a don Juancho, que sepa lo que su gato llega a hacer a mi apartamento y sobre mi ropa, yo que hasta le había comprado galletitas, tiene cajón de arena en su casa y ¡No! él viene a mi ropa. Bufo, mientras corro por todo mi cuarto.

Revuelvo mi armario, necesito otra cosa que ponerme, sí este pantalón blanco funciona y queda bien con el bléiser negro con débiles rayas blancas verticales. Sí, esto será.

Conduzco hasta la empresa, en cada semáforo aprovecho para poner sombra en mis párpados, antes de bajar del auto unto un poco de brillo en mis labios, me miro en el espejo retrovisor, al menos me miro bien. Al entrar, observo que el edificio es mucho más lujoso de lo que pensaba, es todo de vidrio, al igual que los escritorios mezclados con mármol, todo está perfectamente alfombrado en color beige, hay lujosas y finas lámparas colgando del techo.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora