Capítulo 32

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~29 DE JUNIO~


-Yo creo que... –Llevé la mano a mi boca para bostezar sin poder evitarlo. –Que te hace falta un café bien cargado. –Terminó de decir Sofía mientras me servía más café en la taza.

Habíamos decidido ir a la sala de descanso a prepararnos unos cafés en lo que esperábamos a que Dylan nos mandara hacer algo para hoy.

-Gracias...

-¿Qué hiciste anoche? Prácticamente no has parado de bostezar en lo que llevamos aquí.

-Es una historia lar... –Volví a bostezar para beber de la taza. –Larga. Espero que con toda esta cafeína se me vaya a quitar...

-¿Pero qué hiciste anoche? –Sus ojos brillaron de repente como si una idea le hubiera venido a la cabeza. –Un momento... Llevas todo el mes viniendo con Dylan, lo que significa que pasas las noches con él...

-Sofía...

-¡Con que tuvieron noches salvajes, ¿eh?!

-¡Baja la voz! –Murmuré tapándole la boca. –No quiero tener más problemas...

-Está bien, lo siento. –Asentí mientras que ella sonreía pícaramente. –¿Por qué no me dijiste nada?

-Fue por una apuesta. Además, son cosas nuestras personales.

-¡Pero nunca antes habías tenido tanta vida sexual!

-¡Sofía! –Golpeé su brazo asombrada mientras que ella reía.

-Es la verdad, Oli. –Siguió riendo mientras agarraba su taza de café. –¿Cuánto llevan así?

-Casi un mes...

-¡¿Casi un mes teniendo sexo todas las noches?! –Abrí los ojos como platos nuevamente cuando gritó eso a los cuatro vientos. –Dios, ¡lo que pasará por mi cabeza cuando vea a Dylan a la cara!

-Sofía...

-¿Cómo puedes seguir de pie? ¿No tienes agujetas?

-Me estoy muriendo de vergüenza... –Murmuré dejando la tasa sobre la mesa antes de salir de la sala.

-¡Eh, espera! ¡Quiero saber más!

-No. –Entré al baño rápidamente oyendo los pasos de mi amiga detrás.

-En serio, ¿no te duele nada?

-No quiero hablar de eso. –Dije entrando a uno de los cubículos para bajarme los pantalones y orinar.

-¿Puedo mirarte? –La orina se me cortó al escuchar eso. ¡¿Hablaba en serio?!

-¿Q-qué?

-¡Son bromas! –Rió exageradamente. Abrí la puerta del cubículo mirándola horrorizada mientras que ella seguía riendo nerviosamente restándole importancia con las manos. ¿Pero qué diablos, Sofía? –Eran bromas, Olivia. Seré tu hermana de corazón, mejor amiga y todo lo que quieras, pero créeme cuando digo que no quiero ver tu vagina...

-Olvidaré toda esta conversación. –Me acerqué a lavarme las manos completamente avergonzada sin saber qué hacer.

-Me parece bien.


☼☼☼


-¿Seguro que estás bien?

-Ya te dije que sí, Dylan. Sabes que si me llegara a doler, te lo diría... –Asintió para aumentar la velocidad de sus embestidas enterrando la cara en mi cuello mientras que yo torcía un poco el gesto dolorida. En realidad sí que me dolía algo, no un dolor profundo, claro, pero seguía siendo una pequeña molestia. ¿Pero cómo decirle a Dylan sin sentir mis mejillas sonrojar y no precisamente por el placer?

-Olivia...

-¿Mmm?

-¿Quieres que pare? –Esquivé su mirada sin responder. –Quieres que pare. –Afirmó abandonando mi cuerpo para quitarse el preservativo y tirarlo a la basura antes de sentarse en el borde de la cama. Por mi parte, aproveché a taparme con la sábana avergonzada.

-Dylan...

-No, Olivia. Fui muy claro contigo. Si te dolía, solo tenías que decirme que parara. No iba a enfadarme por ello.

-Pero estás enfadado ahora...

-¡Porque no me hiciste caso! –De repente, me quitó la sábana de encima para abrirme las piernas y acercar su rostro a mi entrada completamente serio.

-¿Q-qué haces?

-Revisarte. No sé en que estabas pensando para no decirme que parara. –Hice una mueca de dolor removiéndome cuando sentí uno de sus dedos rozarme. –Está muy rojo, Livvy. Siento haberte lastimado...

-No es tu culpa. –Levantó la cabeza estirando mis piernas para atraerme hacia él.

-Te quiero.

-Y yo a ti. –Cogí su cara con mis manos para acercarme a sus labios.

-Nunca más. –Volvió a besarme. –Nunca más vuelvas a hacer eso.

-Está bien... –Sonreí recibiendo sus labios con gusto antes de que un llanto nos hiciera separar. Elyssa nunca lloraba de noche.

-Voy a mirar.

-Espera, voy contigo. –Ambos nos vestimos con lo primero que encontramos antes de dirigirnos a la habitación de Elyssa en la puerta de enfrente.

-¿Qué pasa, pipita?

-¡Papi! –Estiró los brazos hacia él Dylan para que la cogiera sin dejar de llorar.

-Elyssa... –Toqué su frente por si aquellos llantos era de fiebre, pero no era así. –¿Qué tienes, princesa? –La niña se aferró más al cuello de Dylan sin querer soltarlo.

-Creo que lo mejor será que duerma con nosotros...

-Sí, estoy de acuerdo. Quizás tuvo un mal sueño...

-Es lo más probable. –Murmuró mientras la acomodaba en el medio de la cama al llegar a nuestra habitación. –Ya está, pipita. Vas a dormir con papá y mamá. No te va a pasar nada. –Elyssa comenzó a calmarse en cuanto Dylan la estrechó entre sus brazos nuevamente haciendo inevitable que no les sacara una foto con el móvil. –¿Podrías decirme la hora ya que estás?

-Sí, las cuatro menos veinte.

-Bueno, tampoco es tan tarde... –Dejé el móvil sobre la mesita de noche antes de irme a acostar al lado de ellos.

-Buenas noches.

-Lo que queda de ella. –Reí girándome a apagar la luz dejando toda la habitación a oscuras.

Sólo espero que Elyssa no vuelva a despertarse llorando. Me angustiaba mucho verla así y no saber qué hacer para calmarla. 

¿Me adoptas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora