Prólogo

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-¿Olivia?

-Hola, señora Tiana... –Murmuró la chica aún con las llaves de la habitación que a duras penas había podido alquilar en aquella pequeña pensión.

-¿Cómo estás, hija? Espero que no te moleste, pero el padre Julián me dijo que podía encontrarte aquí. –La adolescente de dieciséis años se encogió de hombros agachando la mirada. –¿Necesitas que te ayude con la comida? Vengo del supermercado...

-No, no, de verdad. Ya ha hecho mucho por mí...

-Boberías. Voy a...

-¡Jovencita! –Ambas saltaron en sus sitios por el susto al oír esa voz tan grave. –¿Ya trajo el dinero de estos días? ¡Le recuerdo que el plazo se acaba mañana!

-N-no, mañana voy...

-Se le está acabando el tiempo, jovencita. Bastante he hecho ya con dejarla pasar las noches de esta semana por adelantado.

-Disculpe, ¿pero cuanto es?

-¡Señora Tiana! –Se quejó Olivia mirándola asombrada. –No tiene que...

-¿Va a hacerse cargo usted del pago? Por aquí, señora... –El dueño de la pensión le sonrió encantadoramente a Tiana guiándola hasta el interior. Por su parte, Olivia los siguió completamente avergonzada. ¿Cómo iba a devolverle el dinero a esa buena mujer que tanto la había ayudado sin apenas conocerla de nada?

-Cariño... –Olivia salió de sus pensamientos volviendo a mirarla. –¿Vamos a recoger tus cosas? Me gustaría que pasaras una temporada en mi casa...

-¿Qué?

-Sí, vamos. Te hará bien pasar unos días en familia. Además, tengo unas hijas encantadoras con la que podrás hablar y relacionarte cuando quieras.

Sin saber cómo rechazarla, entraron a la pequeña habitación que había pertenecido a la chica hasta ese mismo día donde Olivia cogió la única mochila que tenia con sus dos o tres pertenencias.

Tiana White no podía hacer otra cosa más que ayudar a aquella adolescente que no había pasado una vida fácil a pesar de la corta edad que tenia. Le recordaba tanto a su hija menor, que no dudo ni un segundo en pagarle la pensión y llevársela de allí directa a su casa.


☼☼☼


-Ven, pasa. ¡No seas tímida! –Olivia entró tímidamente con la cabeza agachas. –¡Chicas! –Gritó dejando las bolsas sobre la encimera de la cocina. –¡Bajad un momento!

-¿Qué pasa, mamá?

-¿Y vuestro hermano? –Preguntó sacando la comida que había comprado en el supermercado anteriormente.

-Salió a jugar al futbol con sus amigos... –Respondió la mayor de las dos chicas que habían bajado al encuentro de su madre.

-¿Quién es? –Preguntó curiosa la otra sin dejar de observar a Olivia.

-Mirad, chicas. Olivia vivirá con nosotras a partir de ahora. Espero que la tratéis como a una más de la familia.

-¿Por qué?

-¡Encantada! –Siguió la adolescente que tenía la misma edad que Olivia ignorando a su hermana. –¡Me llamo Sofía! 



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