Capítulo 38.

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Llevábamos demasiado en la carretera, Sean manejaba con confianza mientras que yo admiraba el paisaje. De vez en cuando él apoyaba su mano en mi rodilla o otras entrelazaba su mano con la mía, no sabía bien como podía conducir de esa manera pero al parecer si podía.

De pronto Sean comenzó a desviarse de la carretera, adentrándose en un pequeño camino de tierra rodeado por altos árboles. Éstos eran frondosos y de un color verde oscuro. Cada vez no adentrabamos más en el camino y a medida que el eso sucedía se podía sentir cada vez más la tranquilidad.

Nunca había visitado antes Miami y era un lugar increíble por lo poco que había visto de ésta. El camino de tierra parecía no terminar nunca y a pesar de ello era una buena sensación, bajo los grandes árboles habían grandes extensiones de pequeñas flores amarillas, las cuales eran demasiado hermosas. Sean seguía conduciendo con normalidad, no tan rápido ni tan lento a la velocidad suficiente para dejarme disfrutar del paisaje.

De pronto Sean aparcó el carro a un costado del camino y se bajó de éste para luego rodearlo con rapidez. Abrió mi puerta y me dio una pequeña sonrisa marca Sean Powell, las más hermosas del mercado. Buscó en los bolsillos de sus jeans hasta sacar un antifaz para dormir negro y me lo colocó sobre los ojos. No veía nada y el antifaz estaba tibio por haber estado cerca de su cuerpo, lo sentí besar mis labios ligeramente para luego escuchar a la puerta cerrarse.

A los pocos segundos el motor volvió a encenderse. La radio fue encendida también y con la voz de Rihanna en "Bitch better have my money" al instante comencé a cantar, no lo hacía muy a menudo pero la situación lo ameritaba además que era una buena excusa para no pensar en mis odiosos nervios.

El carro volvió a detenerse y mi puerta volvió a abrirse, Sean me tomó en brazos como si fuera un bebé y me depositó en el suelo posteriormente. Escuché más pasos como de dos personas más y me sentí tentada a quitarme el antifaz.

- ¿En qué podemos servirle señor?- preguntó una voz gruesa de un hombre adulto.

- Pueden bajar las dos maletas del carro y esa mochila- indicó con un tono amable para mi sorpresa.

La mano de Sean se entrelazó con la mía y me ayudó a caminar por quién sabe dónde. El ambiente olía a paz y a naturaleza, lo cual me relajaba y me emocionaba ver lo que me rodeaba. 

Escuché el chasquear de una puerta siendo abierta y posteriormente el saludo cordial de una empleada hacia nosotros. ¡Maldito antifaz! Gruñí por lo bajo. Mis nervios se mezclaban con la ansiedad del momento y no sabía que hacer con exactitud.

Sean volvió a retomar el paso y lo seguí en silencio, lo conocía lo suficiente para saber que era en vano intentar preguntarle a dónde nos dirigíamos. Otra puerta más de abrió y una pequeña brisa me indicó que volvíamos a estar afuera, tal vez era un patio o algo por el estilo. Era increíble como a falta de la visión tus otros sentidos trabajan para remplazar su falta. No había ruido de oleaje por lo que me ayudó a deducir que no nos encontrábamos en la playa, había demasiados árboles cosa un tanto extraña o por lo menos no como esperaba que fuera en realidad.

- Señor y señora Powell por aquí por favor- indicó una voz masculina. Sean volvió a caminar atrastrándome con él.

- ¿Cuándo vas a quitarme ésta cosa?- le pregunté susurrando, ni siquiera sabía por qué susurraba.

- No seas ansiosa- me regañó y a pesar de no poder verlo sabía que se encontraba sonriendo con aquella sonrisa de niño pequeño ante una aventura. Le sonreí con dulzura sin embargo suspiré cansada.

- Está bien- me quejé.

Sean inesperadamente soltó mi mano y me sentí perdida por lo que paré en seco quedándome parada en medio de algún lugar. Atiné a quitarme el antifaz pero un gran "No" fue mi recompensa.

- Siéntate- dijo mi novio para luego ayudarme a posar mi trasero sobre una silla. Estiré mis manos un poco hacia adelante encontrándome con la superficie de una mesa con un mantel sedozo.

Mi corazón dio un brinco en cuanto me di cuenta de la situación, Sean me había traído a un almuerzo romántico en algún lugar especial de Miami. Sonreí como boba.

- Ya puedes quitartelo- le escuché decir.

Jalé del pedazo de tela fuera de mi rostro y el brillo del sol me atacó haciéndome entrecerrar los ojos. De a poco volví a abrirlos encontrándome con un paisaje muy bonito, un prado verde brillante, una hermosa mesa de mantel blanco con platos de porcelana y copas de cristal. En frente de mí había una silla vacía lo que me hizo preguntarme dónde se había metido Sean.

Con el velo fruncido a falta de mi novio llevé mi vista primero hacia la izquierda encontrando una gran piscina de agua cristalina. Luego, me volteé hacia la derecha y un jadeo se escapó de mi boca. Sean estaba arrodillado al lado de mi silla con la mirada traviesa y una sonrisa de los mil demonios.

- Sky Braxton, has sido y eres la persona más importante en mi vida, sabes bien que no me caracterizó por ser alguien fácil o de personalidad agradable mucho menos soy de la clase de los cursis y toda esa mierda; pero tú has logrado lo imposible- me dio una rápida sonrisa. -Me haz hecho ser una mejor persona aunque sea contigo. Te diría que quisiera que fueras en el futuro la madre de mis hijos pero te me adelantaste- carcajeó divertido haciéndome reír también. Sequé las lágrimas de mis ojos y lo escuché atenta. -Entonces sólo queda una sola cosa por hacer... ¿Quieres casarte conmigo?

- ¡Dios mío Sean! ¡Claro que no!- respondí al instante.

- ¿No?- repitió dudoso.

- No, voy a casarme con Kyle. No vuelvas a hablarme- dije con naturalidad. Sean frunció el ceño y apretó los puños. -Es broma idiota.

Me arrojé a sus brazos y lo besé hasta que mis labios se sintieron cansados del movimiento. Lo observé rebuscar en el bolsillo de sus jeans y sacar una cajita pequeña negra.

- Permítame su mano señora Powell- dijo con formalidad a lo que reí divertida. Le tendí la mano izquierda y observé como colocaba un anillo hermoso en mi dedo.

- Te amo- le dije entre besos.

- Te amo- repitió para luego tomar mi rostro entre sus manos. -Cariño, nuestro mundo es un mal mundo. No podemos cambiarlo, pero podemos vivirlo y salir con vida de él- susurró contra mis labios.

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¡Nuevo capítulo!

¡Morí con este capítulo! ¡Amo a Sean! No sé ustedes pero Dios que hermoso.

Lamento la demora pero me costó una mierda escribir este cap, estaba trabada y no sabía como relatarlo.

¿Qué les pareció?

Para las que son buenas lectoras o buenos lectores, el último diálogo de Sean ¿no se les hizo conocida?

Los quiere. Ari ♡

Secretos en el ring [DSP#2]Where stories live. Discover now