Capítulo 40

7.1K 191 6
                                    

24 de Diciembre, 2017

Los días sin Derek parecían correr mucho más lento que cuando estaba junto a él.

En menos de un mes habían sucedido tantas cosas entre nosotros, malos entendidos y tantas discusiones que nos orillaron a este punto de quiebre sin sentido, porque... ¿Cómo puede acabar una relación cuando hay tanto amor de por medio?

Aunque también mucho orgullo, y eso precisamente es lo que nos tiene sufriendo.

Me estaba costando un mundo hacerme a la idea de que todo se había terminado entre Derek y yo; más aún me costaba asimilar que existía la pequeñísima posibilidad de estar nuevamente embarazada.

Siendo eso último un gran problema.

Por más que analizaba mi situación, no lograba identificar el punto donde todo se había ido a pique en mi relación con mi británico, trataba de rememorar cada escena en mi memoria, cada palabra, cada discusión, pero con el paso de los días las imágenes perdían sentido en mi cabeza y terminaba más confundida que antes.

No había tenido ningún tipo de noticias sobre Derek, después de nuestra discusión en su empresa no había existido ningún tipo de acercamiento; él no había movido ni un dedo siquiera para buscarme o verme y yo tampoco había hecho nada al respecto.

¿Es posible llorar tanto por alguien?

Yo creo que sí, pero eso ya no importa porque las cosas no cambiaran en absoluto.

Y lo peor de todo es que el comienzo del fin sucedió ante nosotros y no fuimos capaces de notarlo y hacer algo al respecto para evitarlo.

―Ámbar, tu hija es demasiado hermosa ―aseguró, Danna por quinta vez desde que llegaron a visitarnos―. No pensé que el pendejo de mi primo pudiera hacer bebés tan bonitos.

Esteban rodó los ojos a su lado y soltó un bufido de fastidio.

―Gracias por lo que me toca ―dije divertida.

A pesar de todo el tiempo que había transcurrido, era como si nada hubiera pasado y aun siguiéramos siendo tan buenos amigos como en la escuela.

Lástima que la realidad era otra.

― ¿Estas segura de que no puedes acompañarnos a Caracas? ―negué.

Esteban y Danna habían traído los obsequios de navidad para Mila, ya que tenían que partir a la capital para pasarla con sus padres y Daniel no tardaría en llegar porque también los acompañaría.

Estaba algo inquieta el hecho de verlo después de tantos días; él se había distanciado de mí y yo no entendía por qué de su actitud... aunque a estas alturas me daba igual.

― ¿Estás loca? Sera para que Yuye me cuelgue de las orejas ―bromee, pero era la verdad― Además, escuche que invito a alguien muy especial para la cena de esta noche y según ella no puedo faltar.

Esteban me miró de soslayo, pero no dijo nada; a diferencia de su prima y su irrefrenable lengua.

―No quiero ser pesada, pero te recuerdo que tu hija tiene otra familia que conocer ¡y no me mires así que es la verdad! ―Refuto cuando rodé los ojos. ―Ya sé que mi primo no se ha ganada el derecho de exigir nada con respecto a la niña, pero en un futuro debes considerar que ella conozca a sus otros abuelos; además, ellos no tienen culpa de que Esteban haya sido un completo idiota.

Esteban resopló.

―Gracias por tu ayuda, Danna, pero mejor cállate. No incomodes a Ámbar.

Danna se encogió de hombros y sonrío.

Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora