Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADA

Capítulo 31

18 de septiembre 2017

El tiempo vuela cuando eres feliz y haces lo que te apasiona.

Dos meses habían pasado volando desde que comencé mis clases en la academia de Bellas Artes, dos meses que se me pasaron en un parpadeo y que abarrotaron todo mi tiempo sin dejar ni un recóndito espacio al aburrimiento; y había disfrutado al máximo cada hora de cada día en estos dos meses.

Con el paso de los días, sin darme cuenta, comencé a entablar una especie de relación amistosa con el profesor Buenfil, o mejor dicho, con Daniel porque odiaba que no fuera capaz de tutearlo cuando solo era un par de años mayor que yo. El caso es que de vez en cuando compartíamos tiempo en la cafetería de Paulo, quien resultó ser una excelente persona y con la que me gustaba platicar mientras me tomaba una taza de café recalentado que él mismo se encargaba de prepararme. Y es que mi recurrente presencia en café madeira se debía a que había conocido en la academia a Jazmín, la hija menor de Paulo, la cual también estaba estudiando ballet, solo que iba mucho más adelantada que yo.

Gracias a Daniel, Jazmín y yo nos conocimos y nos caímos bien; ella resulto ser tan agradable como su papá y su hermana Susana. Y aunque Jazmín se sonrojaba cada vez que estaba cerca del profesor Buenfil, insistía en negar que sintiera una fuerte atracción por el rubio que aparentemente no se daba cuenta de nada, o fingía muy bien no notar lo nerviosa que Jazmín actuaba cada vez que él estaba presente en nuestras platicas. Sin embargo, algunas veces me sentía confundida por las actitudes tan raras que había empezado a notar en mi profesor con el pasar de los días. Daniel Buenfil era gracioso, amable y vivaracho en ciertos días mientras que otras veces se comportaba como una persona fría, odiosa y distante, era como si dos personas distintas habitaran el mismo cuerpo.

Mi conclusión al respecto era que él padecía de bipolaridad o algo por el estilo, porque sus severos cambios de humor no eran para nada normales.

En dos meses habían cambiado ciertas cosas, como otras seguían igual y una de ellas era el asunto con Esteban.

Tal como prometió la tarde que me embosco en el ascender de mi edificio, mantuvo una distancia prudente y cordial debido a que actualmente era parte del profesorado de la academia. Conocer un poco de su historia después de lo que paso entre nosotros me llevo a bajar un poco la guardia con respecto a él y sus intenciones. Siempre que nos cruzábamos en clases él no perdía la oportunidad de preguntar por mi hija, sin embargo, sigo dándole vueltas al asunto; es cierto que ya no me siento tan hostil cuando tenemos que compartir el mismo aire, pero eso no significa que lo he perdonado. Estoy tomándome mi tiempo para considerar la posibilidad de que Camila y él tengan un acercamiento, pero para eso necesito contar con el apoyo y respaldo de Derek.

Solo que él no tiene idea de todo lo que ha pasado con el padre Camila y me preocupa que se lo tome mal, porque es evidente que le he mentido, aun cuando prometí no hacerlo.

Con respecto a nuestra relación, eludiendo lo de mi mentira, todo marcha mejor que nunca.

Tras su regreso de Londres, Derek se había vuelto un novio el doble de cariñoso y posesivo, aparte de sus celos que no habían aumentado, pero siempre salían a relucir cuando se sentía inseguro sobre mí teniendo a otros hombres cerca en la academia. ¿Derek inseguro? Increíble, pero cierto. Ahora nuestro tiempo juntos era menos que antes, porque no solo se trataba de mis clases de ballet y mi trabajo de medio tiempo, que él insistía en que dejara, sino que con su viaje muchas imprevisto cosas de su trabajo se habían acumulado y la sede principal de su empresa en Caracas, requería más que nunca su presencia, por lo que, viajaba muy seguido. Así que, cada vez que podía estar conmigo, se volvía demandante y exigente queriendo pasar el tiempo encima de mí y no podía negar que eso me encantaba, pero se estaba convirtiendo en algo tedioso para ambos.