Capítulo 1

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Barquisimeto, Mayo del 2017

Vivir la vida a través de la música desde siempre fue mi pasión; ya saben lo que dicen por ahí... la vida es una canción.

A veces es alegre y divertida, otras veces no tanto. Hay a quienes les gusta vivir la vida suave y pausada, sin sobresaltos, como una balada; incluso puede ser explosiva y atrevida, saltos al vacío, aventuras, como un rock. Aunque en la mayoría de los casos siempre se trata de sonetos tristes, y mi vida era una mezcla de todos esos ritmos, una completa reproducción aleatoria.

Al final, todo depende de cómo decides vivir la vida; no todas las músicas se sienten de la misma forma. Para las personas, cada canción oculta una historia no contada y sus letras pueden contener todas esas emociones que a veces por miedo no nos atrevemos a expresar en voz alta.

—Es hermoso, ¿no crees?

Suspire antes de asentir de acuerdo.

—Absolutamente —es mi respuesta inmediata, al igual que la pequeña sonrisa que se dibuja en mis labios.

Por un momento me permito cerrar los ojos y dejarme envolver por la melodía que está sonando por los altavoces del auditorio. Mis ojos comienzan a picar y el nudo en mi garganta no tarda en formarse, siempre me pasa; la sonrisa en mis labios se desdibuja en segundos y los recuerdos del pasado comienzan a inundar mis pensamientos mientras los acordes de la música se mezclan con mis recuerdos.

Un, dos, tres, cuatro, cinco...

Respiro hondo, pero es imposible controlar la lágrima que se escapa de mi ojo con rebeldía y rueda cuesta abajo por mi rostro.

Un, dos, tres, cuatro, cinco...

Trato de retener los recuerdos pero esta vez no resulta, la música de fondo y el lugar donde nos encontramos lo hace imposible para mí.

— ¿No piensas decirme nada, Esteban?

Lo miro esperanzada y ansiosa a partes iguales.

—Es que ni siquiera sé que debo decirte —respondió torciendo la boca, su postura era tensa, casi que incomoda. Y su mirada estaba pérdida en cualquier cosa que no fuera mi rostro, ni siquiera a eso se atrevía—. ¿Cuántas semanas tienes de... eso? —cuestiono con voz despectiva, señalando hacia mi vientre.

—Estoy cerca de las doce semanas —respondí tratando de controlar el nudo de sentimientos que se me había formado en la garganta. Él ni siquiera era capaz de verme a la cara—. Cuando fui a tu apartamento a contarte mis sospechas debía tener al menos unos catorce días de embarazo —explique aunque él parecía no estar prestando atención.

—Luego la siguiente semana no pude más con las dudas y me practique varias pruebas caseras, todos dieron el mismo resultado —me acerque hasta él, buscando en su mirada todo ese amor que tanto me había jurado en dos años de relación. Pero lo que vi en sus ojos verdes no fue precisamente lo que anhelaba, su mirada era de decepción, de rabia y angustia y eso solo empeoro las ganas que tenía de llorar—. Estoy embarazada de ti, Esteban y sé que ninguno de los dos esperaba algo como esto per...

Ni siquiera me dejo terminar de hablar.

— ¿¡Hey, Ámbar!? —escucho un chasquido de dedos contra mi oído que me devuelve al presente.

Parpadeo repetidas veces haciendo que varias lágrimas salgan y con las manos limpio mi rostro; mi corazón palpita con rapidez.

— ¡Lo siento, lo siento! —Me disculpo con la voz algo enronquecida por el nudo que apenas comienza a desaparecer de mi garganta—. ¿Qué me decías?

Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADAWhere stories live. Discover now