Capítulo 38

8.1K 331 35
                                    

Besar a Derek, después de tantos días de abstinencia, se sintió como una descarga intensa de adrenalina, algo si como una caída al vacío; sentir la suavidad de sus labios de nuevo contra los míos me hizo sumergirme lentamente en un laberinto de sensaciones abrumadoras mientras que toda mi sangre hervía en llamas, recorriendo mis venas y acelerando mi pulso.

El mundo dejo de existir para mí y mi existencia recobro sentido con fuerza, por varios minutos que se sintieron como una eternidad, censure mis pensamientos lógicos y amordace a mi cerebro para que no pensara en nada más que en la lengua húmeda y habilidosa de Derek invadiendo mi boca.

El tiempo se detuvo, los sonidos se anularon y me fundí con la absoluta nada mientras cada molécula de mi cuerpo se limitaba a sentir cada caricia que Derek le dedica a mi cuerpo en este momento.

Había soñado cada noche con el cómo sería reencontrarnos después de tantos días y debo admitir que mi mente no le hizo justicia, porque esto se sentía mil veces mejor de lo que había imaginado. Sus fuertes brazos atenazándome el culo, me sostienen en el aire y mis piernas rodean su cintura mientras que mi vestido ha quedado enrollado más arriba de mis muslos dejando al descubierto mi ropa interior, que no es la más sexy de mi repertorio.

Lo había extrañado tanto, que ni siquiera me importaba el hecho de quedarme sin aire porque después de un beso tan apasionado y lleno de necesidad, como este, yo podía morir feliz. Con cada caricia, mi cuerpo temblaba y un dolor punzante en mi sexo, me hizo saber lo excitada que estaba; si otras fueran las circunstancias, tal vez me habría sentido avergonzada, pero esta noche no. Muchos gemidos salieron de mi boca al sentir la dureza de su erección chocar muy cerca de mi centro y cada mínima fricción sobre la tela, me producía un alivio momentáneo y torturador; la llama que había estado dormida dentro de mí, resurgió en todo su esplendor, aclamando ser apagada.

Hasta que un sonido en la puerta del baño, intentando ser abierta, nos recordó que estábamos en un sitio público; así que, a regañadientes nos separamos.

―Te amo demasiado, Ámbar Montesino ―musito despacito, con voz enronquecida y la respiración agitada.

No parecía importarle que alguien nos encontrará haciendo cosas indecentes.

― ¿Podrías bajarme? Por favor ―pedí en un murmullo; él mantuvo sus ojos cerrados y su frente apoyada contra la mía, esperando a que poco a poco su respiración se normalizara.

Unos segundos después abrió los ojos y me miró confundido.

―Acabamos de compartir un beso demasiado íntimo después de semanas sin vernos. Te he dicho que te amo demasiado. Que te extraño como un desgraciado y tú... ¿tú solo piensas en pedirme que te suelte? ―sus ojos azules perdieron cualquier brillo de esperanza.

Mordí mi labio inferior, sintiendo una pizca de culpa.

―Este no es el momento, ni el lugar para solucionar nuestros problemas, Derek ―me puso con cuidado sobre mis pies y se alejó un poco.

― ¿Y entonces cuando, Ámbar? ―cuestionó herido; me recompuse el vestido y caminé hasta el lavabo.

Me miré al espejo alarmada; mi rostro era un completo desastre de labios hinchados, pelo revuelto, mis mejillas coloradas y unas ojeras mal disimuladas con una base que se veía pastosa por culpa del sudor.

¿Cómo demonios Derek podía sentir atracción por mí, con estas fachas?

―No lo sé, Greg ―masculle, avergonzada y comencé a lavar mi rostro ara salvar un poco de mi dignidad―. Yo solo vine con mis amigos a pasar un rato agradable, a intentar olvidar un poco todo lo que está pasando con nosotros y luego tú... te apareces aquí como si nada, acompañado y tan sonriente, como si nada pasara y pretendes que un jodido beso solucione nuestras diferencias. Pues de una te digo que te bajes de esa nube, porque no va a pasar.

Bailando Contigo © VERSIÓN MEJORADAWhere stories live. Discover now