22. Cuenta pendiente

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El semblante de Bellatrix cambió completamente cuando vio a Sirius. Sus fosas nasales se expandieron, y pasado el efecto sorpresa, su rostro se convirtió en una mueca de asco.

—Si te refieres a limpiar el nombre de los Black y recuperar el honor, sí, tenemos una cuenta pendiente.

—¿Dónde están tus amigos, Bella?

—Yo prefiero hacer las cosas por mí misma, primito. No necesito ayuda. Y poco me importa que hayas venido. Ya te maté una vez, y una segunda no será problema.

Bellatrix movió su varita enérgicamente, y creó una enorme llamarada que la rodeó por unos segundos y fue tomando una forma indistinguible. Alrededor de ellos, se formó una especie de burbuja que fue creciendo hasta llegar hasta el techo. Conforme se iba expandiendo, aquella burbuja nos desplazó a mí y a Hannah hasta dejarnos justo en el umbral de la puerta de la cocina. No entendía en absoluto qué ocurría, pero el leve movimiento que hizo Sirius con la muñeca me hizo saber que fue él quien había creado aquello. Solté un grito cuando las llamas lo alcanzaron. Comprendí que él había preferido crear aquella especie de domo protector y dejarnos de lado en aquella pelea, antes que defenderse a sí mismo.

Hannah soltó un chillido y comenzó a lanzarle hechizos al domo, lo cual hice yo también, aún sabiendo que era en vano, pues la burbuja permanecía impasible. Las llamas subieron desde los pies de Sirius, y fueron rodeándolo hasta llegar a su cabeza y cubrirlo por completo. Ya no lograba ver a mi hermano, sino sólo una figura en llamas, moviendo los brazos para intentar sacudirse el fuego, lo que no daba ningún resultado, por supuesto. Se escuchaban unos desagradables chillidos, pero sabía que no venían de Sirius ni de nadie más. Era como si las llamas tuvieran vida propia.

La mortífaga soltó una estridente risotada, al tiempo que saltaba y sacaba chispas de su varita.

—¡Has perdido facultades, Sirius! —exclamó ella—. Incluso ha sido más difícil con tu hermano, ¿sabes? —Volteó a verme a través de la traslúcida apariencia de la cúpula—. Pero pronto es tu turno, y con la rubia tengo otros planes.

—¡No! —grité, y lancé de nuevo un hechizo contra la enorme burbuja, que nuevamente fue un intento fallido.

Ella volvió a reír mientras sacudía los brazos. Pero su risa se apagó a los pocos segundos, cuando las llamas cambiaron de color y se volvieron de un azul eléctrico, y descendieron hasta detenerse a los pies de Sirius, que la miraba con el ceño fruncido y una sonrisa burlona. La mujer intentaba mantener una postura altiva, pero fue imposible disimular su desconcierto

—Tendrás que hacerlo un poco mejor —soltó él.

—¿Te sientes apoyado ahora que eres un cachorrito del Ministerio? —dijo ella, haciendo énfasis en la palabra «cachorrito».

—No por mucho, ahora que tenemos a Lucius pisándonos los talones.

—¡Ese es otro que morirá! —chilló ella encolerizada—. ¡Maldito traidor! ¡Después de ustedes, él es el siguiente en mi lista!

Las llamas, ahora azules, que rodeaban los pies de Sirius, avanzaron a través del suelo y fueron a dar hasta donde estaba Bellatrix, de cuya varita salía un humo blanquecino e intentaba extinguirlas.

Aquel humo llegó hasta las paredes, tapando la visión que Hannah y yo teníamos de esa escena, excepto un conjunto de rayos de diversos colores. Yo movía las manos descontroladamente al no poder intervenir en aquello, mientras Hannah tenía las suyas a la altura de su rostro, con las palmas juntas.

Más allá [Regulus Black]Where stories live. Discover now