21. La Revancha

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—¿Qué quieres? —espeté.

Definitivamente, el tiempo no había pasado en vano por ella. Su piel, que siempre fue pálida, ahora lucía blanca como la cera, pero ya no era tersa como diecinueve años atrás, sino que estaba llena de manchas y surcos por todas partes. Sus ojos se habían vuelto muy apagados, y debajo de ellos se habían formado sendas bolsas que la hacían ver aún mayor de lo que era. Lo que no había cambiado en Bellatrix era aquella sonrisa amplia y maquiavélica, y que aunada a las demás facciones la hacían ver más amenazante que nunca.

—Sabía que saldrían hoy de vacaciones —la mujer reparó en la presencia de Hannah, quien la miraba con los ojos muy abiertos—. Pensaba encontrarte solo, pero ya veo que traes compañía. —Los ojos de la mujer se dirigieron a la varita que la rubia tenía aferrada en su mano derecha—. Vaya, eres rápida...

—Veo que el arco también funcionó contigo —soltó Hannah.

—Y con otros también, no soy la única.

—Entonces dime, ¿tengo que preguntártelo de nuevo? ¿Qué quieres?—le dije.

—Regulus, ¿acaso pensabas que no vendría a buscarte? —La mujer caminó hacia mí, al tiempo que saqué mi varita y la mantuve en alto—. ¿Tan pocos sesos tienes que crees que iba a pasar por alto tu traición al Señor Tenebroso? Eras muy capaz, Regulus, de los mejores de tu edad, pero te creí más inteligente. Traicionar a mi Señor y salirte con la tuya es algo que no va a pasar.

Bellatrix soltó una risotada al verme sacar la varita y luego agregó:

—Y mientras acabo contigo, me vas a decir dónde está el acta.

—¿Para qué lo quieres? —dije sin bajar la varita. Sabía que si intentaba hacer algún movimiento, ella repelería el hechizo—. Tú y los demás ya están de vuelta, ¿no?

—Necesito saber cuándo volverá mi Señor. Y con el acta podré saberlo e ir a buscarlo.

—Él no volverá, Bellatrix. Su alma estaba partida, y ahora mismo se está pudriendo en el infierno sin oportunidad de volver.

Pero en ese momento supe que me había equivocado, y que su sonrisa no era lo más amenazante en ella, puesto que luego de escuchar mis palabras, su rostro se convirtió en una verdadera expresión de furia, consumada con sus estridentes alaridos.

—¡¿Cómo te atreves a hablar de él así?! ¡Traidor! ¡Incluso peor que tu hermano! ¡Traicionaste al mismísimo Señor de las Tinieblas! ¡¡No sólo has mancillado la Noble y Ancestral Casa de los Black, sino que le has fallado a toda tu sangre y tu raza!! ¡Pero por suerte he regresado para acabar con ustedes, escorias!

Todo pasó en apenas fracciones de segundos: Bellatrix hizo un rápido movimiento, y su varita de deslizó por su manga y llegó hasta sus dedos. A continuación hizo un segundo movimiento, y de la punta de su varita salió un rayo de luz roja que esquivé por centímetros. Rápidamente me eché hacia atrás y exclamé:

—¡Expulso!

La mujer bloqueó el hechizo sin ningún esfuerzo. Hannah, quien estaba del otro extremo del salón, apuntó a la mujer e hizo aparecer algunas cuerdas. Bellatrix describió un círculo en el aire con su varita, y las cuerdas salieron despedidas.

—¡Desmaius! —grité.

El hechizo pasó por donde un par de segundos antes estaba la cabeza de la mortífaga.

Más allá [Regulus Black]Where stories live. Discover now