19. Muerte en los terrenos

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Durante los primeros segundos, la gente se quedó paralizada, confusa. Pero el pánico no tardó en hacerse cargo de la situación. La noche se llenó de gritos por doquier, y acompañando a ese ruido, el de los pasos de los estudiantes que corrían sin parar en dirección al castillo.

Pero los Slytherin que estaban delante no se movían. Se veían aún más perplejos que los otros que pasaban corriendo delante de nosotros.

—¡¿Quién ha sido?! —grité.

Evidentemente, había sido una pregunta muy ingenua, pues nadie iba a decir nada. Una figura corpulenta comenzó a dar unos pasos hacia atrás y se metió entre la multitud que iba hacia la escuela.

—Llévate el libro —le dije a Hannah.

La chica se agachó y tomó el acta de las manos inertes del hombre, al tiempo que yo comenzaba a caminar, esquivando a algunos estudiantes en el camino.

—¡Iré a buscar a McGonagall! —exclamó ella cuando yo había avanzado algunos metros.

Al tratarse de alguien tan alto, no tardé en ubicar a aquella persona que se apartó del grupo de estudiantes de mi casa, quien daba zancadas y apartaba a empujones a los que se interponían en medio.

No tenía ninguna certeza de aquello, simplemente era la adrenalina del momento la que me impulsaba a actuar. El rayo de color verde provino desde aquel grupo que estaba delante de nosotros, y esa fue la única persona que se movió de allí. No sería extraño que simplemente se hubiera asustado y se uniera a los de las otras casas, pero algo me decía que le siguiera, que le viera la cara.

El vestíbulo se había llenado de murmullos y exclamaciones de todo tipo. Me detuve bajo el umbral de la puerta principal, intentando encontrar a aquel. La misma figura negra estaba entrando en ese momento por la puerta que llevaba a las mazmorras. Sin dudarlo, me fui tras él, esquivando a varios alumnos en el camino.

Mientras bajaba las escaleras, que iban describiendo círculos, saqué mi varita y la mantuve en alto. El estudiante de la capucha estaba doblando la esquina hacia el siguiente corredor.

—¡Eh! ¡Espera! —grité.

La respuesta del otro fue voltear con rapidez, y al instante comenzó a correr, perdiéndose de vista en pocos segundos.

Esa fue la reacción que estaba esperando para convencerme. Corrí con todas mis fuerzas en esa dirección, aferrando fuertemente mi varita. Justo cuando doblé la esquina y vi esa silueta negra, agité la varita y exclamé:

—¡Incarcerous!

Varias cuerdas aparecieron y se dirigieron al cuerpo del estudiante que estaba del otro lado del pasillo, quien hizo un movimiento para esquivarlas, pero no pudo evitar que una de ellas se enroscara alrededor de sus pies, haciéndole caer de bruces. Cuando su corpulento cuerpo tocó el suelo, la capucha se echó hacia atrás, dejando su rostro al descubierto.

Recordaba que Hannah lo había mencionado durante una clase de Transformaciones, cuando no dejaba de mirarnos. Aunque no era la primera vez que lo hacía, pues en la sala común lo había sorprendido con los ojos clavados en mí, siempre con los nudillos en alza, como un trofeo digno de admirar.

Él agitó su varita y deshizo las cuerdas justo antes de que yo llegara hasta donde él estaba. Con el mismo impulso con el que venía, le propiné una fuerte patada en la cara, haciéndole sangrar copiosamente.

Más allá [Regulus Black]Where stories live. Discover now