18. El Acta de Registro

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Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, haciéndome estremecer. La tensión que había en el despacho de Dumbledore podía cortarse con un cuchillo. Severus se sentó en su silla mirando al suelo, mientras que Sirius dejó de caminar y detuvo su mirada justo en uno de los ventanales que estaban detrás del escritorio del director. Los cuadros que colgaban de las paredes de la oficina no hacían nada para disimular sus cuchicheos.

Dumbledore, por su parte, parecía debatirse entre golpear a Howlett o simplemente gritarle. Sin embargo, cuando habló, no alzó la voz, aunque no podía evitar dejar salir el enojo con cada palabra.

—Lo increíble no es que esto haya pasado en sus narices, sino que no hayan alertado a nadie. Ni siquiera a sus propios colegas del Ministerio. Es indignante.

—Dumbledore...

—No hablemos ya de ese secreto que han guardado por tanto tiempo, y con el cual le han mentido a toda la comunidad mágica por un milenio. Pero que hayan llegado a un punto donde les interese más mantener el secreto que la estabilidad del mundo mágico, es vergonzoso.

—¡Por eso volvieron ustedes! McMahon pensó que tú eras el único capaz de enfrentar esto, Dumbledore.

—¡Ah! ¡Ahora quieren que solucione lo que ustedes desataron! Ahora sí cuentan el secreto, ¡cuando ya lo han descubierto los menos indicados para hacerlo!

Dumbledore exhaló con fuerza y regresó a su asiento detrás del escritorio. Howlett cerró los ojos unos segundos y volvió a abrirlos. Parecía que hubiera envejecido unos quince años en apenas un par de minutos.

—Quien-Ustedes-Saben no puede haber vuelto... —susurró.

—Sí, hace unos años el Ministerio tenía esa postura, ¿y de qué sirvió? —espetó Sirius.

—Él no era como ustedes. Su alma estaba dividida. El arco no sólo es una puerta que divide los dos mundos. Rowena también lo llamaba el Arco de la Vida porque él estudiaba a cada mago y bruja, lo que hicieron, su legado...

—Debe ser cierto —intervine—. Desde el primer momento, supe que no había despertado en el sitio en el que morí. El arco de alguna forma... conocía mi vida.

—¿Dónde despertaste? —preguntó Howlett.

—Bajo un árbol, en las afueras de Hogsmeade. Allí unos mortífagos... mataron a mi mejor amigo. Es lo que venía a decirle, profesor Dumbledore. Anoche lo soñé, y lo recordé. No fue un lugar al azar.

El director asintió.

—Entiendo. Tuvo que haber sido un momento muy fuerte, frustrante.

—Lo fue —admití.

—Yo desperté en la maldita calle muggle donde Peter Pettigrew escapó —soltó Sirius—. Justo antes de ir a Azkaban.

—Se puede decir que es similar, ¿no? —dijo Dumbledore—. En mi caso fue en la casa de mi infancia, donde tuve una pequeña pelea con mi hermano.

—Entonces... —comenzó a decir Howlett—. Todos coinciden en que fueron sitios donde hubo un momento importante de sus vidas. —Sirius, Dumbledore y yo asentimos—. ¿Y qué me dices tú, Snape? ¿En tu caso dónde fue?

—¿Es necesario?

—Ya lo creo. Necesitamos atar cabos.

Severus carraspeó antes de contestar con una mueca de desagrado en el rostro.

Más allá [Regulus Black]Where stories live. Discover now