Capitulo 22. Ojos de Halcón.

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Este capítulo va dedicado a @greciavega97 y @LuzNSantiago

«Todo es posible en la medida que tu lo creas posible»

Ese fin de semana fue de lo más movido en el apartamento, salíamos de la cama sólo para ir hacer las necesidades o a comer; mi cuerpo estuvo muy bien atendido hasta la saciedad y por un tiempo no pude caminar derecho, pero Gael tampoco pudo cerrar muy bien sus piernas aunque lo disimula muy bien- sonrío con mi pensamiento.

Me alimenté de su órgano viril incontables veces, su sabor me trae de las chanclas.

Bien que él siguió a pie juntilla su frase «- mis ganas de ti no se quitan, se acumulan-». Aún me enciende cuando la recuerdo y por ello me he entregado todas las veces.

Es un amante muy generoso, él nunca está satisfecho hasta no arrancarme varios orgasmo, sabe muy bien como hacerlo que puntos tocar. Ya conoce mejor mi cuerpo, más que yo misma y no se como puede aguantarse sin que su pelotas se exploten; puede durar y durar saqueando mi cuerpo a placer.

No es que me queje, al contrario me tiene totalmente desmadejada en un charco a sus pies y el muy maldito lo sabe. Y se aprovecha de ello, pero vuelvo a decirme que no me quejo.

Aún así la pasión que me ha demostrado en esta semana no ha disminuido en nada.

Hemos trabajado en la estación codo a codo con los archivos de los dos caso y Kiev me ha pedido que le colabore con otros para darles perfiles psicológicos.

En eso me ha ayudado mucho Gael, su mente está tan afilada y en sintonía con la mía que me excita verlo entrar en acción y por ello terminamos nuestra jornada con una apasionante sesión de sexo en mi habitación; al ser la más espaciosa ha trasladado sus pertenencias en ella.

Me siento tan querida y amada con sus acciones que ha borrado la rabia y la desilusión que se me había envuelto como un manto aquella noche; también esfumó la vergüenza equivocada que se me había adherido a la piel.

Ayer en la noche me sentí morir cuando él creyó que yo había caído en los brazos de Morfeo y se sintió con el valor de decirme susurrando en mi labios «te amo, Maríe. Siempre lo he hecho. Siempre lo haré».

Sus palabras me arroparon como nada en este mundo y a la vez me paralizaron internamente, yo no tengo ningún derecho de ser merecedora de esas palabras.

No con el engaño en el que estoy viviendo, ni en la mentira a la que entre después de nuestro infortunado interludio hace más de dos años.

Tengo miedo, mucho miedo de que llegue a odiarme cuando se entere de ese secreto que llevo guardado en lo profundo de mi alma junto con el dolor que me desgarra el corazón.

Tengo miedo de quererle, pero estoy aquí queriéndolo de todas formas. Y aunque no quiera, ese secreto debe salir a la luz y no es que pueda evitarlo; es más he manejado la situación de tal manera para retrasar mi deber de decirle lo que guardo en mi corazón, la real angustia que soporta mi alma.

Me va a odiar lo sé, lo sé porque me odio a misma y por ello he evitado decirle, temo por su reacción y temo lo que pueda ver en sus ojos cuando me mire, que se borre la ternura que refleja cuando me mira.

Temo caer más hondo en ese pozo sin fondo de la oscuridad que envuelve mi alma.

Una vez use el sexo como consuelo y me di cuenta que es como tratar de encontrar cenizas...en donde nunca hubo fuego.

Así defino la corta relación que tuve con Conall; es muy cruel pensarlo, pero es muy cierto.

Por ello sé la diferencia entre ella y lo que tengo con Gael, no hay punto de comparación.

Serie Ley y Pasión Amor olvidado Libro 3. © A La Venta En AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora