Capítulo 21 Desayuno Caliente.

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«EL AMOR PERFECTO ES UNA AMISTAD CON MOMENTOS ERÓTICOS»
Antonio Gala.

Le tocaba a ella enmendar lo que había sucedido la mañana anterior, no quería malos entendidos sino un mejor despertar para el hombre que había reverenciado su cuerpo la pasada noche.

Deseaba borrar de alguna manera el sinsabor que le había hecho pasar, recompensarlo por el mal trago.

Ahora lo veía dormido y se le antojaba más que nunca acariciar su pecho musculoso y rastrillar sus uñas en sus oscuras tetillas y después morderlo para que soltara un gemido moja bragas.

Quería despertarlo con algo excitante que le hiciera olvidar su desastroso comienzo del día de ayer. En donde Gael se había esmerado en prepararle un desayuno.

Eso era...¡frutas!, aún quedaban algunas en la nevera.

Se levantó muy sigilosamente y se dedicó a preparar todo lo que tenía en mente, ya listo regreso a la habitación y dejó la bandeja al lado de la cama a un paso de su mano.

Tomó la fresa dulce y jugosas partidas en cuatro y colocó tres en los sitios estratégicos de su cuerpo y la cuarta la tenía para jugar.

En la noche, Gael no la dejó probar lo que más ansiaba. Iba a resolver ese hecho, de hecho levantó la sabana blanca que protegía únicamente su sexo; impresionante aún dormido.

Moría por probar su sabor y hasta donde podía aguantar su tamaño o si podía llevarlo hasta los anillos de su garganta.

De sólo pensarlo estaba empapando las sabana donde estaba sentada.

Ese órgano le había dado tanta satisfacción que pensaba retribuir al menos una parte, creía firmemente que a la postre ella iba a disfrutar mucho más.

Movió sus piernas para dejarse espacio entre ellas y se encontró con unas marcas de heridas en una de sus piernas, estas se habían curado hace tiempo dejando un borde irregular en la más grande. Tomó nota para preguntarle como las había obtenido.

Pero ahora quería darle el desayuno que le había preparado exclusivamente a él.

Empezó a pasar el pedazo de la fresa por su falo y en sus pelotas, en un recorrido lento dejando jugo encima de él.

Tenía pensado lamerlo lento y concienzudamente.

Sus bolas fueron lo primero que probó, recordando como fustigaban con cada empuje su orificio oscuro. El sabor dulce de la fresa y el olor picante de su sexo la tenía más cachonda de lo que esperaba.

Succionó sus pelotas logrando una parcial erección que le hizo más fácil su operación. Hizo su recorrido lamiendo el jugo de la fresa dejándolo completamente limpio.

Se introdujo el pene ya totalmente erecto y empezó a succionar inflando los carillos de su mejilla, el gemido quedo que soltó el joven fue su recompensa e incluso su pene aumentó de tamaño dentro de sus calientes y carnosos labios.

Intensificó la penetración en su boca hasta lograr llevarlo más profundo de su garganta, lágrimas de placer se derramada de sus ojos.

Los músculos de la garganta de la joven se cerraron alrededor del pene dándole tanto placer, que lo llevó a la conciencia, lo despertó para observar la felación de la cual era objeto.

Su nuevo gemido trajo consigo más humedad en el sexo de la joven, sentía que tenia un charco debajo de sus nalgas.

Siguió lamiendo y succionando bajo la atenta mirada de Gael. Soltó el órgano con el sonido de un plog e introdujo la fresa en su boca para el espectáculo.

Serie Ley y Pasión Amor olvidado Libro 3. © A La Venta En AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora