Capítulo 15. Carpe Diem.

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Carpen diem, quam minimum credula postero
"aprovecha el día, no confíes
en el mañana".

María E no hablo en todo el camino. Le había dolido la actitud de Conall, pero lo entendía. Su hermano estuvo dos veces al borde de la muerte. Lo que la hacía pensar en su propia situación.
En la inutilidad de estar molesta con Gael, pero no había justificación para que él la haya lastimado.
Ahora estaba sentada en su cama pensando que si sonaba el teléfono sería para darle malas noticias.
Tenía tanto miedo de su futuro, y si no encontraba a los bebés. Como podría vivir con esa angustia, todo se le estaba acumulando y el grado de estrés la estaba hundiendo.
Sabía que no iba a poder dormir y como remediarlo, para colmo Gael estaba distante, claro que esa distancia la había puesto ella. No se atrevía a salir porque él estaba en la sala, lo sentía tecleando. No dejaba el caso tal cual se lo había pedido.
Que hacía, tenía dolor, miedo, frustración y estrés. Mala combinación. No quería beber, lo había dejado de hacer desde esa noche que se había entregado a Conall. Definitivamente mala combinación. Claro que tomaba una copa o dos de vino y disimulaba a los demás que tomaba cerveza o whisky dependiendo de la ocasión.

Gael estaba perdido en sus pensamientos, cuando sintió la presencia de Maríe. Últimamente lo dejaba de lado y no sabía cómo remediarlo. Seguramente ella buscaría en la cocina lo que necesitara, dejándolo más frío de lo que se sentía.
Había erigido una muralla infranqueable y la situación pasaba ya de insostenible. Lo único que podía hacer era resolver los dos casos y dejarla contenta con ello. No quería renunciar, pero no le daba oportunidad de defenderse. Temía darse por vencido pero temía más a su odio. Prefería ser un allegado o conocido que un enemigo.
Que más posibilidades tenía.
-¿Gael?
Al girarse la vió morderse el labio. Estaba muy nerviosa y le extrañó el hecho. Sabía que estaba muy sobrepasada con los acontecimientos de Connell. Y había llorado mucho, a parte la actitud de C La había herido.
-¿Necesitas algo?
-Si. Necesito que me ayudes a olvidar.
Su frase le espabiló. Sólo así se dio cuenta de su atuendo, traía un fino camisón transparente y muy sugerente. Su mente hizo corto circuito. Le estaría pidiendo que se reuniera con él. Pero, ¿por qué ahora?. Le había dejado muy claro que él era indeseable para ella, no más que un paria. ¿Estaría tomada?. De otra manera no se justificaba su pedido, al menos que no estuviera en sus cabales.
Estaba negando ante de emitir su respuesta.
-No.
-¿Por qué?
-Tú misma lo dijiste, que nunca me lo pedirías. Y sé que las circunstancias no te están dejando pensar bien las cosas. Mañana te arrepentirás y yo no quiero eso, me dijiste que tenías amor propio. Y yo lo respeto.
-Lo necesito. Y no me importa cómo lo consiga.
-No. Lo repito pero, es no.
-¿Es que no quieres estar conmigo? ¿yacer conmigo?.
-Si es preciso yo daría hasta la vida por estar un sólo instante contigo. Pero no de esta manera, Maríe, no así.
-Es la única vez que te lo voy a pedir.
-Maldición Lagartija, sabes bien, que es inútil desafiar la corriente porque al final quien decide es el corazón y esa, no es tu elección. Lo sé porqué yo también tengo amor propio.
Ella se dió la vuelta con su frente en alto, dejándolo nuevamente en el oscuro silencio en el que se sumía su alma.
El corazón le ardía en el pecho, pero no un dolor físico.

Sentada nuevamente en su cama rumiando su vergüenza. Le había costado mucho plantarse frente a Gael, para pedirle que se reuniera con ella en su cama. Sabía que tenía la razon, pero no dejaba de molestarle que la hubiera despedido con un rotundo no.
Estaba tan desesperada que se atrevería a recurrir al ron que estaba afuera en su bar y también a su aparato negro que guardaba en el cajón de las sábanas de sólo para emergencia. Un triste consuelo.
Maldita sea quería sexo que le obnubilara su mente.
La puerta se abrió dando paso a un Gael con el pelo totalmente desordenado, prueba de lo mucho que pensó para decidirse a entrar en el cuarto de la joven. Sus miradas se encontraron y quedaron presa la una a la otra.
-¿Estás segura?
-Si.
El se acercó a la cama dejando en el camino su ropa, quedando gloriosamente desnudo.
Se agachó hasta su altura y la agarró de su pelo para besarla con fervor.
-Carpe Diem.
Con la frase quedó sellado su decisión.
Sus alientos se combinaron en cada beso dado. Su mano descendieron para subir el camisón mientras iba acariciando la piel expuesta. Una tortura que tenía jadeando a Maríe, decidió participar en el asalto queriendo que Gael sufriera su misma tortura. Puso sus manos en su pecho musculoso y sintió a su corazón palpitar con fuerza y velocidad. Demostrando que también estaba disfrutando.
La dejó totalmente desnuda, su pubis estaba totalmente rasurado y sus pechos redondos con la aureola oscuras y arrugadas con la excitación. Sus picos le llamaron la atención prendiendose del que tenía más cerca con ello arrancando un grito a la joven. Le dió el mismo tratamiento al otro, mientras sus manos vagaban a la deriva y encontraron la entrada a su cavidad caliente tocando el botón que los pliegues escondían. Empezó a masajear su clítoris lentamente dejándola temblorosa y ansiosa por más.
Soltó su pezón y le empezó a dejar regueros de besos en su camino hasta su cavidad hasta tropezar con el botón que su dedo jugaba. Lamió una vez y continuó con las caricias de su lengua fustigando el órgano ahora eréctil. Introdujo un dedo y después un segundo palpando hasta conseguir el punto dulce que la haría estallar. Sus espasmos a la hora de su orgasmo y el grito que soltó fue motivo de orgullo para él, pero ver su piel sonrojarse y enchinarse con la pasión desató la suya. La acostó en medio de la cama e instó a sus muslo separarse con la prueba de sus fluidos saliendo de su hueco. La anhelaba más que a nadie.
-¿Puedo?
-Si.
Entró de una estocada hasta su empuñadura y se quedó quieto un momento para descifrar las sensaciones que estaba experimentando. La más fuerte de todas, la sensación de pertenencia, de estar al fin en casa.
Empezó a moverse despacio y cuando no pudieron soportar más aumento las velocidades de sus penetraciónes, las caderas chocaban al encontrarse a medio camino. Gael quería volver a ver la piel de Maríe sonrojarse de nuevo. Cambió de posición así la fricción de su pene tocaba el punto neurálgico que la haría ascender. Fue sintiendo como se construía su orgasmo y el de ella ya que sus músculos empezaron a temblar y saltar apresando su verga cada vez más gruesa.
La culminación les llegó casi al mismo tiempo. Maríe soltó un gemido sastifatorio llevándose consigo al del hombre que saqueaba su cuerpo.
La besó con fuerza mientras su semen se anidaban en lo más profundo de su cuerpo.
Al rato cuando sus palpitaciones y su respiración se normalizaron, salió de ella para no aplastarla y se puso de lado llevándose la consigo.
Se quedaron dormido con el aroma de su actividad rondando en el aire.

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