Shots Damie | Jamie y Dakota

EXTRA DAMIE: Feliz navidad.

-¡Mamá quiedo ese!

-Lo escribiremos en tu carta a Santa, ahora tenemos que ir por...

-¡También quiedo esa mamá!

-Dulcie, tenemos que ir a comprar aun algunas cosas –tiré un poco de su manita- papá y Pipper nos están esperando en el auto.

-Muñecas mami, muñecas –Puso su mejor puchero- ¡Pofavooooooooor!

-Vale, pero es la última vez que pasamos por allí.

Nos introducimos entre el gentío del pequeño centro comercial, todos tenían ganas de comprar en la ciudad de Belfast el veinticuatro de diciembre a media tarde, la ciudad era un caos y la nevada que había caído solo lo hacía un poco peor, aun así nos hicimos un espacio delante de los escaparates de la tienda de juguetes y mientras Dulcie pegaba la nariz en el cristal saqué el móvil.

"Tu hija no me deja terminar las compras >:("

"¿Te recuerdo que fuiste tú quien accedió a llevarla contigo?" respondió casi al momento.

"¿Por qué no me lo prohibiste?"

"Porque eres muy testaruda. Apresúrate, me congelo el trasero"

-Mandón –gruñí en voz baja- Venga Dul... ¡Dulcie!

Miré por todos lados pero el pequeño abrigo rosa chillón que la hacía tan llamativa no se veía por ningún lado, comencé a hiperventilar hasta que alguien tocó mi hombro.

-Disculpe señora, me parece que esto es suyo.

Justo allí estaba un gran hombre fornido con un traje de Santa, llevaba a Dulcie de la mano que lo miraba embelesada.

-Muchas gracias –tomé a la pequeña en brazos- lo lamento, de verdad.

-Está bien –él miro a Dulcie y le sonrió- no te separes de tu mamá, debes portarte bien parq eu visite tu casa esta noche.

Ella asintió tan dócil como una ovejita, después de agradecerle una vez más salí disparada de la multitud hasta la tienda de comestibles que estaba a poco metros de allí, estaba atiborrada pero logré hacerme de una caja de pasta, una lata de crema batida, nueces y la última lata de cerezas, tardé algo en pagar pero una vez afuera equilibrando la bolsa de compras y a Dulcie me apresuré al estacionamiento, el auto estaba con las luces encendidas y escuché el motor encenderse cuando me acerqué, me apresuré a meter a Dulcie y ponerla en su silla junto a la de Pipper, después dejé allí la compra y me apresuré al asiento del copiloto.

-¡Qué frio! –dije sacándome el gorro y los guantes que estaban húmedos por los copos de nieve- ¿Cómo es que lo llevas tan bien?

-Una neoyorquina que cree que esto es frío –sonrió Jamie mientras arrancaba el auto- ¿Trajiste todo?

-No soy neoyorquina y olvidé el aceite en aerosol –gruñí- pero ni loca vuelvo allí.

-Está bien, nos apañaremos con la mantequilla que queda.

El viaje a casa fue relativamente rápido, en la radio solo emitían villancicos así que los cantamos hasta llegar a casa, Zeppelin que estaba en el pórtico bien abrigado con un suéter navideño meneó la cola al vernos pero prefirió quedarse allí, Dulcie bajó corriendo hacia él pero terminó tropezando en la nieve, que afortunadamente amortiguó el golpe.

-Venga cariño –Jamie la alzó mientras equilibraba a Pipper con un brazo- ¿Quieres jugar en la nieve?

-¡Sí!